Angel: Dead & Love

ALMAS ATRAPADAS

CAPITULO 7:

Entró en la habitación, nadie estaba ahí, excepto él mismo, en aquella cama de hospital, lleno de tubos y cables. La luz lo hacía lucir casi como un muerto. Al verse ahí, sin moverse sintió el deseo de despertar –debe… ¡tiene que ser una broma!- dijo tratando de tocar el rostro de su cuerpo -¡no! ¡no! ¡no!- exclamó al tiempo que miraba sus manos. Desesperado buscaba una respuesta –Angie- susurró, aún sin comprender lo que le estaba sucediendo, trataba de abrir la puerta para abandonar la habitación sin poder conseguirlo.

De pronto, la habitación se abrió -¿Cuándo va a despertar?- preguntó Max al doctor Johnson –no puedo darte una respuesta- dijo tomando los signos vitales de Jake –el impacto fue muy severo, ni siquiera sé cómo es que sigue con vida, realmente estoy convencido de que se trata de un milagro- dijo el médico encendiendo la luz. –Un milagro…- susurró León pensando de inmediato en todo lo que les había ocurrido en los últimos días, -¿hay esperanzas?- preguntó con la mirada perdida en los ojos cerrados de su amigo –no podemos aventurarnos a dar un diagnóstico equivocado, o peor aún adelantado o erróneo, lo único que nos queda es esperar- el médico liberó un suspiro, realmente apreciaba a esos tres chicos, en los cinco años que llevaban trabajo ahí se habían convertido en su propia familia. – ¿Y tú cómo vas?- preguntó a León –bien, eso creo- respondió rascándose la nuca – deberían ir a descansar- replicó Johnson – realmente no podemos hacer nada quedándonos aquí, es mejor que nos vayamos- dijo Max mirando a León –tenemos que conversar- Max me miró y León le siguió sin apartar la mirada. Jake nos miraba, y por más intentos que él hacía, nosotros no podíamos verlo, incluso yo, no podía escucharlo.

Salimos de la habitación, al salir León pasó justo a través de Jake –León- susurró sin ser escuchado -¡Leo! ¡Max! ¡Angie!- gritaba desesperado ante nuestra presencia, sentía que sus esperanzas se desvanecían -¡No se vayan!- exclamaba sin saber a dónde dirigirse. El llanto apareció, era el miedo y la desesperación -¡¿Qué hago?!- dijo tirando de sus cabellos –por lo pronto, salir de aquí- dijo al tiempo que cruzaba la puerta antes de que ésta se cerrara. Jake estaba desesperado, las cosas se estaban saliendo de control, de pronto a su cabeza llegó una idea -¡Aidan!- exclamó -¿pero dónde lo encuentro?- lo único que recordaba era que cuando sucedió el accidente, ellos no estaban. La rabia lo invadió – ¡Todo esto es su culpa!- dijo mientras miraba a las personas que pasaban por el pasillo – ¡si no se hubiera ido, nada de esto estría pasando! ¡¿Y se llaman a sí mismos “guardianes”?!- decía reclamando hacia el cielo, tratando de golpear los objetos cercanos sin poder hacerlo.

Vagó durante horas por el hospital. Después, regresó a la habitación. Se quedó frente a la puerta viendo una y otra vez a las enfermeras y los médicos entrar y salir –este no puede ser mi fin- pensó -¿y Beth?, ni siquiera le he dicho que la amo- las lágrimas brotaron otra vez –no puedo dejar a León, ¿y Max?; que harán sin mí- pensaba mientras los recuerdos lo invadían –tengo que hacer algo- se dijo de repente pensando en encontrar alguna manera de comunicarse con sus amigos.

Un intento tras otro, tras otro, tras otro y nada, se concentraba en conseguir tocar las cosas -¿cómo lo hará ella?- se preguntaba, su rostro reflejaba enojo, no alcanzaba a comprender el porqué de que ni siquiera los fantasmas pudieran ayudarlo. Se sentía abandonado, lo que no sabía era que alguien lo estaba vigilando.

Muy cerca de él, sin que se diera cuenta Dean lo seguía, aumentaba su energía cada vez que Jake perdía el control –así, sigue así- susurraba –pronto podré acercarme- dijo apretando los puños –tú me acercarás a mi querido amigo- en su rostro se reflejaba un inmenso odio, había esperado durante siglos la oportunidad para vengarse –mi querido Aidan, no sabes cuánto he esperado esto- pensaba al observar a Jake cada vez más desesperado.

Me acerqué a la habitación –tienes que despertar- pensé al tiempo que giraba la perilla de la puerta para poder entrar. A pesar de poder atravesar las paredes, aun no lograba acostumbrarme, todavía permanecía en mí, el instinto humano.

Jake entró junto conmigo e hizo un intento más por tocar mi, pero el desánimo lo detuvo, miró su mano y solamente se limitó a observarme mientras tocaba las heridas que se había hecho en el accidente. Jake sonreía mientras yo entonaba su canción favorita, de pronto, mis movimientos se detuvieron, me quedé casi sin poder respirar y fue entonces cuando Jake lo vio, ahí estaba Dean, cubriéndome la boca y la nariz, casi asfixiándome -¡déjala!- gritó Jake mientras el otro reía –pero si nos estamos divirtiendo- replicó sin dejar de manipularme hasta hacer a Jake caer de rodillas, desesperado sin poder hacer nada. Comenzó a llamar a cada uno de sus amigos, incluso a los guardianes, pero nadie acudió en su auxilio. Dean rio diabólicamente –es tan divertido… - replicó ante las suplicas –pero, no te apures…aunque… tarde o temprano tendrán que decidir- advirtió y despareció justo en el momento en que una enfermera entraba a la habitación.




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