Cristal
Mire para todos lados, realmente no entendía que sucedía en mi entorno, antes de abrir los ojos me encontraba en un lugar oscuro y lamentable, quería salir, pero sentía que no podía, era como si fuera un alma en pena, un cuerpo sin vida que vagabundeaba sin rumbo en medio de tanta neblina, gritaba con miedo, pero luego escuche varias voces a mi alrededor que lloraban, mencionaban un nombre del cual no recuerdo de quien se trataba. Dejo ese recuerdo para concentrarme en unos ojos marrones observarme con alegría mezclada con tristeza, el chico parecido a un ángel me miraba de una manera alegre y a la vez deprimente, rápidamente visualice el lugar en la que me encontraba y todo era luminoso con varios cables conectados mas el pitido molesto de una maquina a un lado de la cama, sin embargo sentí un poco de paz y tranquilidad al ver que el chico me seguia viendo con una sonrisa plasmada en su bello rostro, el me habla no sé qué cosa, no reacciono mis ojos ardían un poco es como si fuera la primera vez que veo estas cosas, aun me sentía desorientada y sin saber quién era el y quien soy yo, porque en verdad no tengo idea quien realmente soy, sobre todo en qué lugar me encontraba. Trato de moverme, pero todo me duele, la cabeza, las piernas incluso los ojos, no veo bien de echo no recuerdo absolutamente nada es como nacer de nuevo y ver cosas de las que nunca vi en mi vida ósea no sé cómo explicar. A los instantes entra un señor junto a otras personas más, pero luego presto atención al señor que me observa ya que el chico le llama doctor, entonces es un médico que atiende a los enfermos, bueno sé qué es eso, eso quiere decir que estoy en un cuarto de hospital.
Dejo mis cavilaciones para concentrarme en la voz del doctor.
—Señorita puede vernos, si es así mueva la cabeza – pide el doctor, muevo la cabeza a los segundos entran otras personas más, la bella señora se acerca y me llama hija, será mi madre.
—Muy bien – susurra el medico mientras alumbra mis ojos con un aparato algo incómodo para mí.
— ¿Doctor ella estará bien? –cuestiona un señor muy elegante, la bella señora se acerca dejando un beso en mi sien a lo que bajo mi cabeza por pena ya que no tengo idea si realmente soy su hija.
—Cristal ahora puedes pronunciar tu nombre completo – Niego rápidamente.
—No sé quién soy, no lo recuerdo, tampoco sé que hago en este lugar o quienes son ellos.
Todos me observan impresionados, la señora tapa su boca y niega, suspirando cierro los ojos con miedo de no poder abrirlos, pero el cansancio me gana llevándome a la oscuridad nuevamente.
Intento abrir los ojos, aunque se me dificulta un poco, siento mi cuerpo algo doloroso y cansado, llevo un buen rato para poder acostumbrarme a la luz, cuando lo hago observo a dos chicas idénticas, muy parecidas como si se reflejaran de un espejo. Vaya son muy bellas, ambas me sonríen con lágrimas en los ojos, ¿porque lloran tanto? Una de ellas acaricia mi mejilla y luego deja un beso en mi sien.
—Cris has despertado – Asiento sin saber porque, al parecer somos familia.
—¿Hermanita ya te acuerdas de quién eres? – niego desorientada – Bueno no te precipites, todo estará bien, verdad Cassandra.
La otra chica asiente sonriendo, sus ojos son muy bellos y ellas son aún más, seré bonita como ellas. Y me han dicho hermana, eso quiere decir que son mis hermanas.
—Lo mejor será no presionarte, gracias a Dios estas mejorando y ya puedes ver.
—Ver, ¿qué me paso, acaso no podía ver antes? – musite con dificultad, ambas se volvieron a ver cómplices de algo.
Me pregunto qué me habrá pasado, me duele la cabeza e incluso estaba vendado pero el médico lo a retirado, los ojos me arden más cuando veo mucha luz, se alejan y susurran entre ellas, suspirando cierro los ojos con deseos de recordar y a la vez no, ya que no sé qué ocurrió conmigo. La puerta se abre, entran mis padres eso es lo que tengo entendido, ambos observan a las chicas y luego se me acercan, la señora bella me abraza cariñosamente, luego deja un beso en mi sien, lo mismo hace el señor.
—¿Hija como estas? – pregunta el que es mi padre.
—Desorientada aun, pero estaré bien – susurre tartamuda. En serio que me dificulta hablar.
—Hija pronto nos iremos a casa, estarás mucho mejor. – asentí y con curiosidad pregunto.
—¿Que es lo que me sucedió, cuanto tiempo llevo aquí? – mis padres se miraron entre sí.
—Hija tuviste un accidente de auto, pero por ahora no hablaremos de eso, primero es tu recuperación y luego lo demás. —asiento sin convencerme sin embargo él tiene razón primero necesito recuperarme para saber qué es lo que realmente sucedió y del porque este señor, bueno mi padre no quiere hablar.
—Dejemos eso aun lado, hija te hemos traídos fotografías de nosotros junto a ti, para que te convenzas que somos tu familia— replica la bella señora, sus ojos bellos están llorosos de seguro se siente triste, cuando me muestras las fotos, las observo sorprendida, son ellos y las gemelas a un lado una chica hermosa de cabello largo con el mismo tono al igual que las de ellas.
—¿La de aquí soy yo? —quise saber señalando la chica del medio. Aun no me he visto en un espejo quisiera verme, como si una de las gemelas leyera mi mente se acerca y de su bolso saca una peineta junto a un espejo, me miro y la vez observo la foto, efectivamente esta soy yo, solo que mi reflejo en el espejo hace ver mi cabello de distinto color, exactamente oscuro y como el color de ellas y mis ojos son al igual que el de mi madre pero en esta foto se ven más oscuros.
—Eres rubia como la de la foto, es solo que te encanta teñirte el cabello en negro y tenerlo corto— rubio es ese es el color, asiento sin dejar de ver mi reflejo en el espejo.
—Quiero tenerlo como ustedes en Rubio natural y dejarlo que crezca —pedí sonriendo y mi madre me abrazo llorosa, luego las gemelas hicieron lo mismo, me sentía en confianza a pesar de no recordar absolutamente nada, mi madre tomó la peineta y peino mi cabello con delicadeza.