Anna se despertó con el sonido del despertador, que retumbaba como un eco insoportable en su cabeza. El recuerdo del viernes aún pesaba sobre ella, como una sombra que no podía apartar. El dolor en su pierna era una molestia constante, pero era la incomodidad emocional lo que más le afectaba.
Se levantó con lentitud, asegurándose de no apoyar demasiado peso en su pierna. Nana ya había dejado su uniforme preparado junto a la cama, como siempre. A pesar del cuidado habitual de su nana, Anna sentía un vacío.
Decidió que sería mejor no pensar demasiado. Se vistió, tomó su mochila y salió de su habitación, evitando cuidadosamente cualquier encuentro con sus amigos. Sabía que tanto Ethan como Liam estarían esperándola en la sala o en la entrada, pero no podía enfrentarlos, no todavía.
Al bajar las escaleras, vio a ambos esperando cerca de la puerta. Ethan tenía las manos metidas en los bolsillos y una expresión que mezclaba preocupación y frustración. Liam estaba a su lado, más relajado, pero aún alerta.
—Buenos días —murmuró Anna rápidamente, pasando junto a ellos sin levantar la mirada.
Ethan frunció el ceño.
—Anna, espera. ¿Estás bien? —preguntó, dando un paso hacia ella.
—Estoy bien —respondió, demasiado rápido y sin detenerse. Agarró la puerta y salió antes de que pudieran decir algo más.
La caminata hacia la escuela fue silenciosa, al menos para ella. Ethan y Liam la siguieron, aunque mantuvieron una distancia incómoda. Ethan estaba inquieto, sus emociones girando como un torbellino en su interior.
Para Ethan, la indiferencia de Anna era como un golpe directo. Desde el accidente, había intentado buscarla, asegurarse de que estuviera bien, pero ella lo había rechazado cada vez. Ahora, verla actuando como si nada hubiera pasado, como si no existieran, despertó algo dentro de él.
—No entiendo por qué está actuando así —gruñó en voz baja a Liam, quien caminaba junto a él.
Liam lo miró de reojo.
—Tal vez necesita espacio, Ethan. No lo tomes tan personal.
—¿Cómo no tomarlo personal? —espetó, su voz más baja pero cargada de enojo. Sus manos temblaban ligeramente, un signo que Liam reconoció de inmediato como una señal peligrosa.
—Cálmate, hombre. No es el momento ni el lugar para esto —advirtió Liam, poniendo una mano en el brazo de Ethan.
Ethan apartó su brazo bruscamente, aunque hizo un esfuerzo consciente por controlar su respiración. Sentía cómo su interior ardía, como si algo primitivo estuviera a punto de desbordarse.
—Solo quiero saber qué hice mal —murmuró finalmente, aunque su tono seguía siendo áspero.
Liam suspiró, mirándolo con seriedad.
—Nada. Esto no es sobre ti, Ethan. Ella solo… necesita tiempo.
Ethan no respondió, pero sus ojos siguieron fijos en la espalda de Anna mientras caminaba frente a ellos, tan cerca pero, al mismo tiempo, tan inalcanzable.
Cuando llegaron a la escuela, Anna se unió rápidamente a un grupo de compañeros, claramente evitando cualquier interacción con ellos. Ethan se quedó de pie junto a Liam, apretando los puños mientras luchaba por calmarse.
—Dale tiempo —repitió Liam, aunque sabía que eso no era lo que Ethan quería escuchar.
Pero Ethan no dijo nada más. En su interior, una parte de él rugía, exigiendo respuestas, pero por ahora, se obligó a guardar silencio.