Anna Holloway

Ocho.

Los días continuaron pasando y Anna permitió muy lentamente que los chicos se acercaran a ella. Pero mientras tanto, una persona inesperada (o no tanto) se acercó a Holloway en uno de los almuerzos en la escuela y desde entonces se quedó con ella.

Matthew Garrett. Más conocido como Matt.

Matt Garrett es un chico de 17 años que parece salido de una revista de moda, pero con un aire accesible que lo hace destacar entre los demás. Tiene cabello castaño oscuro, siempre perfectamente desordenado, y ojos verdes intensos que parecen iluminarse cuando sonríe. Su piel tiene un tono cálido, y su rostro está adornado con una mandíbula definida y una sonrisa fácil, algo que le da un encanto despreocupado.

Matt tiene una personalidad segura y sociable. Es el chico que se lleva bien con todos, desde los profesores hasta los estudiantes más reservados, lo que le da un aire magnético y hace que sea difícil no notarlo. Es persistente, especialmente cuando algo —o alguien— llama su atención, y no teme ser directo, pero sin cruzar los límites del respeto.

Además de eso, Matt tenía un bonito Jeep Wrangler.

Era un lunes gris cuando Matt Garrett se acercó por primera vez a Anna con una sonrisa algo torcida en el pasillo de la escuela. Había estado observándola durante algunas semanas, sin que ella lo supiera, y esa mañana, tras el accidente en la competencia de patinaje, sintió que era el momento adecuado para hablarle.

—Hola, Anna —dijo Matt, con tono casual, mientras se paraba junto a ella. Su mirada era franca, pero con algo de interés oculto en sus ojos oscuros.

Anna, aún algo adormilada de la falta de sueño, levantó la mirada hacia él. Había algo en su actitud que le parecía diferente, pero no estaba completamente segura de qué.

—Oh, ¿hola? —respondió Anna, un poco desconcertada. En ese momento, no estaba pensando en mucho más que en las horas de sueño que había perdido tratando de recuperarse del dolor de la caída.

Matt sonrió, como si esperara esa reacción. —¿Cómo te sientes? Después de la competencia, quiero decir. Vi lo que ocurrió en el hielo. Fue impresionante, en serio.

Anna se sintió un poco incómoda al recordar la caída, pero no podía evitar sonrojarse ligeramente ante el cumplido. —Estoy bien. Solo un rasguño, nada grave.

—Eso es bueno. Aunque, si necesitas alguien que te ayude con tus entrenamientos o… cualquier cosa, sabes dónde encontrarme —dijo Matt, su tono con una mezcla de amabilidad y algo más. Algo que Anna no alcanzaba a identificar aún.

Después de ese pequeño cruce sus encuentros fueron en aumento, a veces algunos almuerzos juntos, otras se sentaban juntos en algunas clases, parecía ser color de rosa, claro está que no fue así porque se presentaron dos problemas: Chloe Marlowe y Ethan Ashford.

Bueno, Ethan ya lo conocen, para Anna fue extraño él “berrinche” que hizo ese martes.

Anna estaba sentada en uno de los bancos del patio de la escuela, repasando los apuntes de la última clase mientras el sol de la tarde iluminaba débilmente el lugar. Su pierna aún dolía, pero intentaba ignorarlo, concentrándose en mantenerse ocupada. Lo último que quería era pensar en Ethan o Liam, aunque sabía que habían intentado acercarse varias veces desde el accidente.

Fue entonces cuando Matt Garrett apareció, con su andar relajado y su típica sonrisa encantadora. Era un chico amable, de esos que siempre parecían saber qué decir para hacerte sentir mejor. Se había ofrecido a ayudarla a ponerse al día con las clases, y Anna no encontró razones para rechazarlo.

—¿Cómo te sientes hoy, Anna? —preguntó Matt, sentándose a su lado y dejando su mochila a un lado.

—Mejor, gracias. Solo un poco de dolor, pero nada que no pueda manejar —respondió ella, sonriendo levemente.

Matt asintió, mirando su pierna con preocupación.

—Bueno, si necesitas algo, solo dímelo. Estoy aquí para ayudarte.

La conversación continuó de forma ligera, con Matt haciéndola reír con un par de comentarios ingeniosos. Anna no se dio cuenta de que, a unos metros de distancia, Ethan los observaba desde las sombras del pasillo, con los brazos cruzados y una expresión que oscilaba entre la ira y el dolor.

—¿Qué demonios hace Matt tan cerca de ella? —gruñó Ethan, sus palabras apenas un susurro.

Liam, que estaba junto a él, se tensó de inmediato. Sabía que ese tono en Ethan no presagiaba nada bueno.

—Relájate, Ethan. Solo están hablando —dijo Liam, tratando de sonar calmado.

—¿Hablar? ¿Hablar? —repitió Ethan, girándose hacia Liam con los ojos brillando con un destello que no era humano—. Míralo, Liam. Está demasiado cerca de ella.

Liam dio un paso hacia él, intentando mantenerse sereno.

—Escucha, Ethan. No puedes dejar que esto te afecte. Es Matt, no es una amenaza.

—Es una amenaza para mí —espetó Ethan, su voz más baja pero cargada de un tono grave que hacía eco en su pecho.

Antes de que Liam pudiera detenerlo, Ethan avanzó hacia Anna y Matt, sus pasos firmes y decididos.

Anna levantó la vista justo a tiempo para ver a Ethan acercarse, su expresión seria y oscura.

—Ethan, ¿qué estás haciendo? —preguntó ella, sorprendida.

—Podría preguntarte lo mismo —respondió Ethan, su mirada fija en Matt, quien se levantó al notar la tensión.

—¿Hay algún problema? —intervino Matt, manteniendo su voz tranquila pero sin retroceder.

Ethan dio un paso más cerca, sus músculos tensos como si estuviera a punto de abalanzarse sobre él.

—Sí, hay un problema. Mantente lejos de Anna.

—¡Ethan! —exclamó Anna, poniéndose de pie con dificultad, apoyándose en el banco.

Matt levantó las manos en señal de paz.

—Tranquilo, hombre. Solo estábamos hablando.

—Hablar no incluye invadir su espacio personal —gruñó Ethan, su voz apenas humana.

Antes de que la situación pudiera escalar más, Liam apareció detrás de Ethan, colocando una mano firme en su hombro.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.