Anna Holloway: noches de tormenta.

Dieciséis

El frío de la pared parecía calmar un poco sus pensamientos. “Diablos, ¿de dónde vinieron esos pensamientos?” pensó. Levantó los ojos y miró el cielo. Pájaros volando y cantando. Cerró sus ojos y pensó en la pista de hielo, “así mejor”.

—Así que aquí estabas —Matt la sacó de su momento de relajación rápidamente, haciendo que se sobresaltara. —. Te estuve buscando. ¿Te sientes bien? Pareces algo… alterada.

Anna lo miró e increíblemente no sentía lo mismo que cuando vio a los otros dos chicos. Matt era como… Matt. Era atractivo, sí.

—Si, estoy bien, salí a tomar aire un segundo—dijo la pelirroja acomodándose un mechón detrás de la oreja y sonriendo —, ¿Por qué me buscabas?

Matt alzó una ceja y le sonrió divertida mente —Esta noche habrá una fiesta en casa de Derek, ¿Lo conoces verdad? Es uno de los jugadores de hockey del equipo escolar —Aclaró cuando Anna frunció el seño. —Es como a las once de la noche y me preguntaba si te gustaría ir. —Antes de que Anna pudiera negarse agregó —Puedes llevar a tus amigos y… Te vendría bien salir de fiesta.

—Claro. ¿Por qué no?—Anna sonrió encantada —Les diré. Irán obviamente.

[***]

—Por supuesto que no—dijo Ethan sentado en el banco al lado de Anna. Estaban a punto de tener el examen. Sólo esperaban al viejo profesor Brody.

Les había comentado la invitación, les dijo que sería divertido y a ella le había encantado la idea.

—Pero— replicó ella—, ¿Por qué no? Ustedes ya han ido antes a fiestas, yo no. Es una excelente oportunidad, vamos Liam —se giró hacia él, que estaba sentado un banco detrás de ella —, di que si.

Ethan le dirigió una mirada al otro lobo y Liam respondió exactamente lo mismo que él.

—Anna, no podemos —se acercó más a ella y susurrando le dijo—, es luna llena. Sabes que no podemos.

—Por favor —pidió la pelirroja —, Ethan… —hizo un puchero como siempre que quería que los chicos le hicieran caso. Su tono de súplica casi puede con Ashford.

—Ann— dijo el lobo—, entiende que…

—Bueno jóvenes, espero que hayan disfrutado sus cinco minutos de conversación— Dijo el hombre calvo y de unos cincuenta años aproximadamente, el profesor Brody —. Una hoja y un lápiz, tienen tienen cuarenta minutos para resolver el examen. Sino, los veo en febrero el próximo año.

[***]

Anna estaba en su habitación, mirando distraídamente por la ventana, observando cómo el viento barría las hojas caídas en el jardín. La invitación de Matt seguía en su mente, sus palabras flotando en su cabeza. Había algo en su voz que la hizo dudar. No sabía si aceptar la invitación o no, especialmente después de lo que Ethan y Liam le habían dicho. “No vayas,” habían insistido, “no es seguro.”

Pero Matt era diferente, ¿verdad? Él no parecía un peligro, aunque algo en la actitud de los chicos había hecho que una sombra de duda se colara en su mente. Estaba acostumbrada a la protección excesiva de Ethan, pero la manera en que Liam también había reaccionado había sido más seria de lo normal.

“Solo una fiesta,” se repitió a sí misma, sintiendo que las palabras le daban un pequeño empujón para tomar la decisión. A veces, solo quería saber lo que el mundo tenía para ofrecerle, algo más allá de la pequeña burbuja en la que vivía.

Ante la negativa de los chicos de ir, algo que terminó aceptando a regañadientes, aceptó la idea de ir sola.

Sus padres habían salido a cenar por lo que no volverían hasta bastante tarde, lo que no significaba que no tendría problemas para ir. “Aunque Caroline dijo que no saliera de noche, no habría problema si no se enteraba, verdad? Pensó.

Anna se miró en el espejo por última vez. Su vestido negro, ceñido a su figura, le daba un aire elegante pero despreocupado. Sus rizos pelirrojos caían en suaves ondas sobre sus hombros, y sus labios estaban ligeramente pintados de un rojo oscuro. No solía arreglarse tanto, pero por alguna razón, esta noche quería sentirse diferente. Más libre. Más normal.

Su teléfono vibró sobre la mesa.

Ethan: No vayas.

Rodó los ojos. Ni siquiera un “ten cuidado”, solo una orden.

Liam: Anna, es una mala idea.

Suspiró, sintiendo la molestia crecer en su pecho. No podía seguir viviendo bajo su constante vigilancia. No importaba cuánto los quisiera, esta vez haría lo que ella quería.

Anna: Ya estoy en camino.

Guardó el teléfono en su bolso antes de poder recibir otra respuesta.

El sonido del bajo retumbaba en el aire cuando Anna llegó a la fiesta. La casa de Derek era enorme, con luces titilantes decorando el jardín y un grupo de chicos bebiendo en la entrada. Reconoció a algunos del equipo de hockey y a varias chicas del grupo de animadoras.

Al entrar, la música se hizo aún más fuerte, vibrando en sus costillas. La casa estaba abarrotada, el aire cargado con el aroma de alcohol y perfume barato. Chicos bailaban en la sala, otros reían y hablaban en la cocina, y en una esquina alguien jugaba con botellas en una improvisada ruleta de tragos.

—¡Anna! —Matt apareció casi de inmediato, sonriendo ampliamente—. Me alegra que vinieras.

—¿Me perdería esto? —bromeó ella, alzando una ceja.

Él le ofreció un vaso de algo que olía fuertemente a alcohol.

—Prueba esto. Prometo que no te matará.

Anna lo tomó, dudando por un momento antes de dar un sorbo. La quemazón bajó por su garganta, pero no estaba mal.

—Te ves increíble, por cierto —dijo Matt, recorriéndola con la mirada.

—Lo sé —respondió ella con una sonrisa traviesa.

Matt rió y la tomó de la mano.

—Ven, quiero presentarte a algunas personas.

Anna dejó que la guiara a través de la multitud. Durante la siguiente hora, se dejó llevar por el ambiente. Bailó, bebió un poco más de la cuenta y se sintió extrañamente ligera, como si toda la tensión de los últimos días se hubiera desvanecido.

Pero, en el fondo de su mente, algo no se sentía del todo bien.

Había notado que Matt la mantenía cerca de él en todo momento, casi como si la estuviera vigilando. Y cada vez que intentaba alejarse un poco, aparecía a su lado con otra bebida o con una excusa para que se quedara. Cuando intentó mandar un mensaje a Liam o Ethan, su teléfono no tenía señal.




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