TIEMPOS ANTIGUOS
Una batalla escarnecedora se acrecienta, los erebos pelean, sin misericordia, matan a niños y mujeres sin piedad, se van abriendo paso al templo de la luna, van ganando la batalla, son demasiados guerreros, para la aldea.
-Mi señor, mi señor, corra, corra, hemos perdido la batalla, vienen por usted. -grita un guerrero detrás del velo, mientras se escucha como su cuerpo cae al suelo, por una lanza que lo ha atravesado.
-¡muere centurión! -grita el líder erebo, mientras hace volar su lanza, derribándole hacia el suelo.
-Debes irte, corre, escóndete, -pronuncia el líder agua de luna mientras ve el cuerpo del centurión tirado en el piso del salón.
-ven conmigo, le ruega su amada.
-no puedo, tengo que luchar con él, no puedo abandonar a mi pueblo.
-no me puedes abandonar, olvídalos, no pudieron defendernos.
-no puedo, tengo que enfrentarlo, por el honor de los que han dado su vida por este pueblo. Vete, vete, que esperas.
-No, no, no te abandonaré
-tienes que hacerlo, para que este pueblo, vuelva hacer el imperio que antes fue.
-no, no - rompió en llanto la dama.
-Te amo,
-yo también Te amo, -dijo el líder agua de luna, mientras, arrastraba a su conyugue, a un pasadizo secreto.
Sálvate, corre, Date prisa. -apretó su rostro, mientras la despedía con un beso.
7 meses después...
Se escuchan los gritos de una mujer a punto de dar a luz,
Mientras la partera ayuda al niño a salir del vientre de la madre.
-Puja, puja más fuerte.
- puja puja.
Prontamente se escucha el llanto de un niño, al respirar y adaptarse a su nuevo ambiente.
-es, es hermoso, -Dijo la partera, mientras lo envolvía en una sabanita cálida.
-mi amor, soy tu mami, eres, eres un ángel, gracias a los dioses por este nuevo rey, quienes han decidido llamarte bálder, por esta luz resplandeciente como mil soles que ilumina tu rostro.
-Este niño no es como los otros, este niño es hijo de un dios, debe morir, es el niño de la profecía. -susurro la partera.
Salió corriendo, directo al templo de la luna, donde vivían los sacerdotes y magos
- mi señor una mujer acaba de dar a luz al niño de la profecía.
-Digo arrodillada con las manos entrelazadas y temblorosas.
- ¿acaso es este el niño?, -dijo el mago, mientras apuntaba a un cuadro enorme, que iba del suelo al techo, en él se veía al niño en brazos de su madre, con una luz especial, que salía de él y unos ojos azules que brillaban bajo la luna, mientras unos sabios cubiertos con togas y capuchas de color negro y rojo se arrodillaban ante él.
-Sí, es el, -señalo la partera.
-llévame ante él. -Digo el mago encapuchado.
-si mi señor. Contesto en reverencia la partera.
Pronto llegaron a la casa del recién nacido, muchos guardias junto con el mago el cual era el líder supremo de aquel pueblo.
¡Mi señor!, grito la madre, ¿qué significa esto?
Tu hijo es el salvador de nuestro pueblo escrito está en piedra, la profecía sea cumplido.
- ¡Mátenlo! Exclamó la partera.
- ¡Guardias llévenla al foso!
- ¿Qué?, ¡no!, suéltenme ¡traidor!, ¡te arrepentirás! Dijo la partera.
-El niño esperado ha nacido, bendito sea este hijo del agua.
Traerá paz y armonía, recuperará el reino y salvará al mundo.
Oh Reina mía, gracias a estos hombres el niño estará siempre a salvó en el templo del agua y el secreto de la dinastía también hasta que llegue el tiempo, la verdad será revelada y la guerra será inminente.
Oh mi Reina a tu hijo verás cuando estos hombres vengan por ti, no irás sola pues protegido estará y en peligro no lo pondrás.
A juicio te someterán para ocultar la verdad.
2 meses después...
El día ha llegado, los preparativos para el juicio están listos, un grupo de personas llega temprano, antes de la hora señalada, están ansiosos, son los últimos rebeldes del antiguo reinado los que presionan al actual, para acabar una dinastía, pero los sacerdotes del orden tienen un plan mejor, ocultar a la dinastía hasta que no quede ni un solo rebelde, el juicio será la pacificación que aclaman.