Capítulo único

Me hallaba frente de la mansión donde se organizaba tal fiesta.

Faltaba dos horas para la llegada de año nuevo, llevaba una camisa con pantalón de vestir, las chicas llevaban vestidos blancos con tacones de diferentes medidas, color típico de este día y por supuesto que las máscaras no faltaban.

La pista de baile se hallaba en el centro del salón, los baños se encontraban en el fondo. Luces tenues y música alta. Todo muy elegante y lujoso.

Muy poca gente es invitada a fiesta como esta, no obstante, todos los años un buen amigo mío enviaba la carta sin esperar respuesta alguna, no soy una persona entusiasta para asistir a eventos así, pero por alguna razón desconocida no quería pasar otro año nuevo solamente con la compañía de mi propia sombra.

Las personas iban y venían, bailaban, bebían y reían, llenando el lugar cada minuto que pasaba y se acercaba la medianoche.

Al momento que faltaba solo un minuto, una pantalla enorme ubicada arriba de la entrada del sitio inició un conteo hacia atrás.

Es costumbre que al finalizar el conteo y empezar el nuevo año, es quitarse la máscara y besar a la primera persona que vieran para marcar un nuevo comienzo.

De los gritos de júbilo pasaron al silencio absoluto cuando todos se besaron.

Todas las personas habían llevado a sus parejas correspondientes, otras llegaban a alcanzar a conocerse en el lugar, pero me llamó la atención una bella chica, se encontraba parada casi arrinconada en unas de las esquinas del salón, estaba con la mirada expectante como si estuviera esperando un ansiado primer beso. No espero a que algún que otro caballero se me adelante.

Me acerco a ella tomando su cintura para atraerla a mi cuerpo. No dirigimos palabras ninguno de los dos.

Pidiendo permiso dirijo mi mano hacia su nuca, atento a alguna respuesta suya, ella solo llega a asentir apenas.

Enterrando mis dedos en su cabello con mi otra mano alcanzo a retirar su máscara, para así acercar sus labios con los míos, no teniendo mucho tiempo a reaccionar.

El contacto fue arrollador, nada suave. Y luego, me abrí paso entre sus labios con un beso implacable, demandante y pasional.

Gimió dentro de mi boca y subió sus manos hasta apoyarlas en mi nuca enredándose en mi cabello corto.

Al separarnos nos presentamos mutuamente, tiene un hermoso nombre: Elizabeth. Me propone que le acompañe, a una mujer hermosa no podría decir que no.

Agarra mi mano y se dirige hacia las escaleras, abre una puerta como si conociera el lugar con los ojos cerrados y me doy cuenta al entrar que se trataba de una habitación.

Mi vista se dirige hacia ella que todavía se encontraba en la entrada del dormitorio, me acerco casi con desesperación y acorto la distancia que nos separa, mi mano izquierda baja hacia su cintura, recorriendo mis labios en la curva de su cuello, sin esperar a que haya espectadores procedo a cerrar la puerta.

Tomo sus muslos apretándolos, ella rodea sus piernas en mi cintura acercándose más a mí , la condujo hacia la cama que se encuentra en el centro de la habitación.

Mis manos recorren su cuerpo al mismo tiempo que la desnudo tomándome toda oportunidad de contemplarla, su piel suave se eriza al rozar mi torso aun vestido, recorro con delicadeza al costado de sus pechos sin dejar de admirarla.

Mis ropas van desapareciendo mientras nuestro beso sigue su rumbo. Nos encontramos ambos como Dios nos trajo al mundo.

Abrazados mientras besaba su cuello, me deslizaba con sutileza dentro de ella, al mismo tiempo que inclinaba su cabeza hacia atrás lanzado un pequeño gemido, volviéndonos uno.

Nos consumía el placer intenso, llegando a experimentar nuevas emociones, sentimientos que alcanzarían a llamarme loco al saber que apenas llego a conocerla.

La química que sentimos al momento de tan solo unir nuestros labios sin llegar a decir ni siquiera una sola palabra era exquisita, solo disfrutando de la ocasión sin hacer caso omiso a la fiesta que se encontraba a unos metros de nosotros.

Este momento quedará en el recuerdo de nuestra noche de pasión y tal vez la nostalgia de un romance que no llego a culminar por completo, ya que al despertarme al día siguiente al costado de la cama no había presencia de dicha persona.

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