Another Universe And a Unknown World : Outside

Capítulo 8 | El escudero

 

Capítulo 8 | El escudero

 

1

 

─Un segundo. Te conozco. Déjame recordar... ¿Jetsum, verdad?

─...... ¿Jetsum, ese tipo sabe tu nombre?

Gark susurró. Tuve que seguir su ritmo.

─Recibí una ayuda previa. Déjame esto, mantente a la escucha.

Me le acerqué, saludando amistosamente con la mano arrib, para luego estrechárnoslas.

─¿Como has estado?

─Ajá. Sabía que eras tú. Estoy bien, espero lo mismo de ti.

Gark miraba con una cara extrañada mientras intercambiábamos palabras.

─¡Qué casualidad! Parece que madrugar tiene sus ventajas.

Se refería a que estar tan temprano lo llevó a encontrarse conmigo.

─El cargo que meritas no viene en vano.

Las reglas suponen una estricta rutina por la que deben pasar todos los interesados en portar el cargo de guardia. Si quieres ser digno de elogios solo es necesario cumplirlas.

─Oh, ¿Esa fachada? Somos ciudadanos corrientes. Me gusta respirar el aire fresco por las mañanas.

─Puede que tengas razón.

Se identifica como alguien normal que solo sigue los hábitos triviales. Desprende un buen espíritu.

Aunque, no todo se iba a tratar de él o mi persona.

Tras unos segundos. Desvió la mirada hacia lo inevitable.

─¿Vaya? ¿Y este amiguito que tenemos aquí?

Se acercó inmediatamente a Gark sin invadir su espacio. Posicionó su compostura para estar a la misma altura que él.

─... Y- yo... Y- y- y- yo- yo...

Con calma.

Asentí dándole seguridad de expresarse sin titubear.

─... UF... Soy Gark. Un gusto en conocerlo.

─¡Esa es la actitud, Gark! No temas en hablarle a este hombre con traje elegante. Soy Confert. Espero que nos llevemos bien.

─Oh...

Parece que es bueno tratando con los niños. Mucho mejor que yo, sin duda.

─¿Se conocen? Jaja... Vaya pregunta. Obvio que si.

─Somos amigos. Lo estaba cuidando estos días que vine a la ciudad.

Continué con la mentira que había planteado anteriormente. No sería posible que se diera cuenta, así que no oculté nuestra cercanía.

Después de todo, las mentiras vienen acompañadas siempre con una pizca de veracidad.

─Entiendo. Entiendo. Tal vez por eso tenías prisa ese día. Tenías que encontrarte con él.

Así que aún lo recuerdas.

─A todo este sorprendente encuentro... ¿Qué les parece si vamos por algo de merendar? Estoy muerto de hambre.

─¿Nos invitas a comer?

Qué generoso, pero acabamos de...

─Oh, no se preocupen. Sale de mi bolsillo.

Tal vez deba negarme. Pero viendo el rostro de Gark, parece que mordió el anzuelo.

No nos vendría mal una segunda ronda.

─Está bien. Eres muy amable.

─¡Oh, si!

¿No puedes aguantar tus instintos verdad, Gark?

─Vamos. Conozco el sitio perfecto.

Fuimos guiados por Confert quien encabezada la caminata. Intercambié un par de miradas con Gark hasta que decidió adelantarse y tararear más adelante que Confert y yo.

Es cierto, respondí con afirmación a su invitación. Pero algo aún no cuadraba aquí.

Sin miedo a sospechar, me vi en la obligación de preguntarle algo aprovechando la ocasión.

—¿Es sobre «ese tema»?

—Parece que lo entiendes. Es temprano, podemos hablarlo una vez comamos.

Lo que quería dar a entender con la expresión «Ese tema» era sobre el problema que tuve ayer.

Según su respuesta, pude inferir que nos referíamos a lo mismo.

Se acercó aún más para entregarme un papel laminado.

—Quiero que guardes esto por un tiempo. No lo compartas con nadie.

—... ¿Puedo... preguntar por qué?

No era nada más que la imagen de una mujer con poca ropa. Se trataba de esas ilustraciones coleccionables de las que habló con un guardia durante mi captura.

Aunque vio mi cara de disgusto, solo procedió a contar el motivo.

—Tengo reglas muy estrictas en mi alojamiento. Hago que mis hospedantes las sigan y debo ser fiel a la normativa.

Quiso decir que hasta el imponente debe acatar su propia orden. Ser el modelo ejemplar.

Si estás dispuesto a que la gente respete, no debes darles motivos para incumplir ese compromiso.

—... Está bien...

Aún tenía mis dudas, pero guardé con cuidado ese dibujo en mi bolsillo.

—Admirable. No todos me echan una mano cuando lo requiero. Puede que ya lo sepas, pero soy odiado por mucha gente aquí.

—¿Eso es cierto?

Me sorprendió oír eso de un hombre tan social como él.

Sabiendo mi interés, Confert se adelantó y decidió dar el por qué.

—Mi raza. Es conocida por todas la tierras; menospreciada y comúnmente excluida. Todo por acciones que mis ancestros cometieron hace siglos.

Una clase de personas discriminadas. Por supuesto, no debían de faltar.

Si es como dice, debe ser duro convivir con gente a su alrededor.

Con razón la poca gente con la que interactuó lo evitaba o prefería no hablar con él demasiado.

—¿Por eso no tienes respaldo en tus recorridos?

—Esa es decisión mía.

Ya veo. Prefiere no disgustar a nadie con su presencia.

—¡Co - mida! ¡Co - mida!

Marchando alegremente, la energía de Gark nos contagió apenas préstamos atención.

—Se nota muy feliz.

—Tal vez a pasado mucho desde que no lo invitan a un refrigerio grupal.

Probablemente sea eso.

—Eso que lleva en su ojo...

Por supuesto. Era imposible que no lo notase aquel parche.

—Resulta que es sensible a la luz solar. ¿No te a pasado alguna vez?

—Si... Hay muchos que tienen defectos similares. Todos nacemos vulnerables a alguna cosa en nuestra vida. Es como una debilidad nata.



#2139 en Otros
#126 en Aventura
#639 en Thriller
#300 en Misterio

En el texto hay: misterio, aventura

Editado: 29.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.