Capítulo 12: Las mariposas

No mentía cuando dijo que nos perderíamos lo más interesante si nos quedábamos afuera. No comprendo por qué no me dejó entrar con el grupo, pero bueno, ¿quién soy yo para juzgar sus métodos? Es su circo, sus reglas.

—Esas son mariposas puff —comentó, percatándose de cómo observaba un pequeño grupo de mariposas. Son bastante normales, aunque con colores inusuales. Todo aquí es tan raro que ver algo normal es lo más increíble.

—¿Puff? —cuestioné, mirando a las pequeñas mariposas dirigirse a lo alto de la carpa, donde estallaron. No pude controlar un grito ahogado. Amo las mariposas, y verlas estallar así no es lindo; es cruel. Aunque, cuando explotaron, destellos de colores inundaron todo, y fue hermoso.

—Me recuerdan lo efímero de las cosas —comentó, colocándose a mi lado.

—No me gusta, nada —respondí, con un sentimiento inusual. Es como cuando a un niño le rompen su piñata favorita.

—Eso es porque te aferras a lo que te gusta, pero todo se va; nada permanece para siempre, y debes aceptarlo. Mira —dijo, señalando el polvo brillante que volvía al suelo. Ese polvo se reunía, y nuevas mariposas, más llamativas que las anteriores, se formaban—. No hay por qué perder la esperanza.

Puede que esté loco, pero sus palabras tienen sentido. Cuando algo hermoso que amamos desaparece, perdemos la esperanza, pero si prestamos atención, veremos cosas nuevas y mejores. Avanzó por el pasillo; lo seguí, llena de curiosidad. En el trayecto, encontramos más especies peculiares, pero lo que llamó mi atención fue la entrada en forma de arco: parecía un túnel infinito, probablemente por la ilusión óptica del verde y negro en espiral. Ese patrón comenzó a marearme; mi cabeza comenzó a doler. Por suerte, Lexter abrió una puerta negra que no había notado.

Llegamos a un pequeño teatro; había muchos espectadores. Aquí estaba la función principal, aunque aún no había comenzado. Nunca he estado en una función de circo; no me gustan; tienen un aroma peculiar. Pero este lugar era agradable, elegante y loco. Este lugar grita locura en cada espacio, y eso me encanta. Nunca antes había encajado en un lugar hasta ahora.

—Toma esto y disfruta de la función —dijo, depositando en mi mano un pequeño objeto brillante. Lo observé. "¿Será lo que estoy pensando?" me pregunté—. Es justamente lo que crees, pero no hagas trampa. Mi juego, mis reglas. Si las rompes, mis castigos pueden no gustarte. Así que guárdalo bien y espera pacientemente.

—Está bien —respondí con una sonrisa. Revisé la pieza; al igual que el dije que le di al capitán, tenía un pequeño orificio. Coloqué la pieza en mi pulsera.

En sus ojos marrón oscuro vi un destello travieso que aumentó cuando sonrió. Había visto al grupo en un laberinto que estoy segura está lleno de sorpresas. No sé qué ha planeado Lexter para guiarlos, pero estoy segura de que es una locura. Saltando, se alejó como un duendecillo feliz. Me gustaría saber de qué se trata, pero mi participación se limita a quedarme aquí y disfrutar del espectáculo.

Los aplausos inundaron el lugar cuando comenzó el espectáculo. De las telas, descendieron bailarines. Amo la danza aérea; este espectáculo es uno de los mejores que he visto. Me dejé atrapar por todo lo que sucedía en el escenario, olvidándome de la razón por la que estaba aquí. Arlequines aparecieron, haciendo bromas. Las luces seguían sus travesuras. Si no estuviera viendo esto con mis propios ojos, pensaría que es un sueño. En lugares como este, es complicado distinguir el tiempo y separar la realidad de la fantasía.

—¡Tú! —exclamó alguien del escenario, y una luz verde cegadora me envolvió. Todos centraron su atención en mí. Tengo pánico escénico; quiero desaparecer. Me puse de pie para marcharme, pero mis pies estaban pegados al suelo. Intenté despegarlos, pero no lo conseguí—. ¡Ven aquí!

Antes de que pudiera objetar algo, el suelo bajo mis pies se abrió en un círculo que me succionó, y en menos de lo que me di cuenta, aparecí en el escenario.