Antes de la coronación

Prólogo

Leticia 

 

Estaba tan cansada de discutir con mis padres siempre del mismo tema. 

–Letizia, tú mejor que nadie sabes que al final tendrás que acabar cediéndole la mano a algún príncipe –me dijo mi madre. 

Su punto de vista sobre el matrimonio era realmente diferente al mío. Mientras que ellos pensaban que casándome resolvería todos mis problemas, yo pensaba que casarme me iba a traer muchísimos más problemas. 

–¿Por qué necesito casarme, padre? –me crucé de brazos con seriedad. 

–Porque el pueblo necesita a un rey y una reina no puede con todo –me contestó manteniendo su expresión de hielo–. Sabes perfectamente que un rey es lo que necesita el pueblo, alguien responsable y dispuesto a luchar por su pueblo. 

–Y tú, padre, ¿das por hecho que yo, tu hija, no podrá con eso? –espeté empezando a enfadarme. 

–No digo eso, solo digo que no podrás sola, Letizia. 

–Necesitas casarte cuanto antes –me pide mi madre–, o te casaremos nosotros. 

Frunzo el ceño ante lo que acababa de decir mi madre. 

–Madre, no puede ir en serio. 

–Voy muy en serio –veo en su cara que no vacila y me asusto–, el príncipe Andrews lleva enamorado de ti años, aparte de que es un buen hombre y no dudo que buen príncipe y futuro rey. 

Puse cara de susto, mi madre no podía ir en serio. Miré a mi padre buscando alguna mirada que me dijese que esto era una broma pesada, pero en cuanto no la encontré empecé a entrar en pánico. 

–No podéis hacerme esto –de un momento a otro noté que la voz me temblaba. 

–Lo siento –dijo mi padre–. Respetamos tu decisión cuando cumpliste dieciocho, pensando que era por miedo, pero estás a punto de cumplir diecinueve años y sigues con esa idea errónea de no querer casarte. 

Sus actitudes frías hacían que escalofríos me recorrieran el cuerpo. 

No podía quedarme aquí más tiempo, no pude más y salí del gran comedor con lágrimas en los ojos, la impotencia me podía. 

Escuchaba a mi padre gritar mi nombre a lo lejos, no hice caso omiso y subí las escaleras hasta llegar a mi habitación. 

Me dolía que mis propios padres no respetasen mi decisión. Tal vez era complicada, pero no imposible. 




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