Antes De Que Mate

Capítulo dos

Mackenzie sintió un nudo en el estómago cuando miró fuera del coche y vio las furgonetas de la prensa amontonadas y los periodistas peleándose por la mejor posición para atacarla a ella y a Porter mientras llegaban a la comisaría. Mientras Porter aparcaba, vio cómo se acercaban varios presentadores de informativos, corriendo por el césped de la comisaría con sus camarógrafos cargados siguiéndoles el ritmo por detrás.

Mackenzie vio que Nelson ya estaba en la puerta de entrada, haciendo lo que podía para apaciguarles. Parecía incómodo y agitado. Hasta desde aquí podía ver el sudor brillando en su frente.

Cuando salieron, Porter se acercó a ella, asegurándose de que no fuera la primera detective que vieran los medios. Cuando pasó junto a ella, le dijo, “No digas nada a estos vampiros.”

Ella sintió una ráfaga de indignación ante su comentario condescendiente. 

“Ya lo sé, Porter.” 

La multitud de periodistas y cámaras les alcanzó. Había al menos una docena de micrófonos en su cara que salían de la muchedumbre mientras pasaban de largo. Las preguntas les llegaban como un zumbido de insectos. 

“¿Ya se ha notificado a los hijos de la víctima?” 

“¿Cuál fue la reacción del granjero al encontrar el cadáver?”

“¿Es este un caso de ataque sexual?” 

“¿Es buena idea que se asigne una mujer a un caso como este?” 

La última pregunta molestó un poco a Mackenzie. Ya sabía que solo estaban intentando obtener una respuesta, con la esperanza de conseguir un jugoso espacio de veinte segundos en las noticias de la tarde. Solo eran las cuatro; si actuaban deprisa, puede que tuvieran una joya que ofrecer a las noticias de las seis. 

Mientras se hacía camino a través de las puertas hacia dentro, la última pregunta retumbaba en su cabeza. 

¿Es buena idea que se asigne una mujer a un caso como este? 

Recordó la carencia de emoción con la que Nelson había leído la información sobre Hailey Lizbrook. 

Por supuesto que lo es, pensó Mackenzie. 

De hecho, es crucial. 

Finalmente, entraron a la comisaría y las puertas se cerraron detrás de ellos. Mackenzie respiró aliviada de estar en silencio. 

“Malditos parásitos,” dijo Porter. 

Ya se había desecho de la bravuconería en su caminar ahora que ya no estaba frente a las cámaras. Caminó despacio pasando de largo el escritorio de la recepcionista hacia el pasillo que llevaba a las salas de conferencias y a las oficinas que formaban la comisaría. Parecía cansado, listo para ir a casa, listo para terminar con este caso de una vez. 

Mackenzie entró primero a la sala de conferencias. Había varios agentes sentados a una mesa alargada, algunos en uniforme y otros en ropa de paisano. Dada su presencia y la repentina aparición de las furgonetas de la prensa, Mackenzie imaginó que la historia se había filtrado en todo tipo de direcciones durante las dos horas y media que habían pasado desde que salió de la oficina, fue al maizal y regresó. Era algo más que un espeluznante asesinato al azar; ahora se había convertido en un espectáculo. 

Mackenzie agarró una taza de café y tomó asiento. Alguien había colocado carpetas alrededor de la mesa con la poca información que ya se había reunido sobre el caso. Mientras la ojeaba, empezó a llegar más gente a la sala. En cierto momento entró Porter, tomando asiento al otro extremo. 

Mackenzie tomó un momento para mirar su teléfono y vio que tenía ocho llamadas perdidas, cinco mensajes en el buzón de voz, y una docena de mensajes en su cuenta de correo electrónico. Era un duro recordatorio de que ya tenía suficientes casos antes de que la enviaran al maizal esta mañana. La triste ironía era que, aunque sus compañeros más mayores se pasaran mucho tiempo degradándola y lanzándole sutiles insultos, también se daban cuenta de que tenía talento. A consecuencia de ello, llevaba una de las carpetas de casos más grandes del cuerpo. Hasta la fecha, sin embargo, nunca se había quedado atrás y tenía un porcentaje estelar de casos cerrados.

Pensó en responder algunos de sus correos electrónicos mientras esperaba, pero el Jefe Nelson entró antes de que tuviera oportunidad y cerró rápidamente la puerta de la sala de conferencias detrás de sí.

“No sé cómo se ha enterado tan rápido la prensa de esto,” gruñó, “pero si descubro que alguien en esta sala es el responsable, va a tener mucho por lo que responder.” 

La sala enmudeció. Unos cuantos agentes y personal relacionado comenzaron a mirar nerviosamente el contenido de las carpetas que tenían delante de ellos. Aunque Nelson no le caía demasiado bien a Mackenzie, nadie podía negar que la presencia y la voz del hombre se hacían con el mando de una sala sin apenas ningún esfuerzo.

“Esto es lo que sabemos,” dijo Nelson. “La víctima es Hailey Lizbrook, una bailarina de striptease de Omaha. Treinta y cuatro años, dos hijos, de nueve y quince años. Por lo que hemos averiguado, fue secuestrada antes de fichar en el trabajo, ya que su jefe dice que no apareció la noche previa en absoluto. El video de seguridad del Runway, su lugar de trabajo, no muestra nada. Por tanto, estamos operando con la suposición de que se la llevaron en algún lugar entre su apartamento y el Runway. Eso es una zona de siete millas y media—una zona en la que en este momento tenemos unos cuantos agentes investigando con el departamento de policía de Omaha.”

Entonces miró a Porter como si fuera su 
alumno preferido y dijo: 

“Porter, ¿por qué no describes la escena del crimen?” 

Por supuesto, tenía que elegir a Porter. 

Porter se puso en pie y oteó la sala como para asegurarse de que todo el mundo estaba prestando la máxima atención. 

“La víctima estaba amarrada a un poste de madera con las manos atadas por detrás. El avistamiento de su muerte tuvo lugar en un claro de un maizal, a poco menos de una milla de la autopista. Tenía la espalda cubierta de lo que parecían ser marcas de latigazos, realizados por algún tipo de látigo. Notamos huellas en la tierra que eran de la misma forma y tamaño que los latigazos. Aunque no lo sabremos con certeza hasta después del informe del forense, estamos bastante seguros de que esto no fue un ataque sexual, a pesar de que habían desnudado a la víctima hasta dejarla en paños menores y el resto de su ropa no estaba por ningún lado.”



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En el texto hay: crimen, crimenes, accion

Editado: 07.08.2024

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