Antes De Que Mate

CAPÍTULO ONCE

Al final, Nelson se había equivocado sobre el FBI. Mackenzie recibió la llamada a las 6:35 de la mañana pidiendo que condujera al aeropuerto para recoger a un agente que había llegado en avión. Tenía que apresurarse ya que el vuelo llegaba a las 8:05, y se sentía avergonzada de tener que causar una primera impresión sin ni siquiera tener tiempo para arreglarse el pelo. 

Sin embargo, el pelo era la menor de sus preocupaciones mientras se sentaba en una incómoda silla del aeropuerto, esperando en la puerta de embarque. Se estaba tomando una taza de café, con la esperanza de que su mente trascendiera el hecho de que su cuerpo solo se las había arreglado para conciliar el sueño durante cinco horas la noche anterior. Era su tercera taza de la mañana y sabía que le entrarían los nervios si no se lo tomaba con más calma. Pero no podía permitirse estar cansada o ser descuidada.

Repasó todo mentalmente mientras esperaba a que el agente se bajara del avión, recorriendo la horrible escena del crimen de la noche anterior. No podía evitar sentir como si se le hubiera pasado algo por alto. Con suerte, el agente del FBI sería capaz de ayudarles a seguir un camino más claro.

Nelson le había enviado el expediente sobre el agente por email, y ella lo había leído deprisa mientras tomaba un plátano y un bol de avena para desayunar.  Gracias a esto, Mackenzie reconoció al agente de inmediato cuando salió del puente del avión y entró al aeropuerto. Jared Ellington, de treinta y un años, licenciado en Georgetown con experiencia previa que incluía un periodo elaborando perfiles en casos de antiterrorismo. Su pelo negro estaba peinado hacia atrás como en la fotografía y el traje revelador que llevaba puesto le delataba como alguien en capacidad oficial.

Mackenzie atravesó la puerta de embarque para saludarle. Odiaba el hecho de que seguía pensando en su estúpido pelo. Se sentía agotada y de mal humor ya que le habían metido prisa pronto por la mañana. Más allá de esto, nunca se había preocupado mucho por las primeras impresiones y nunca había sido la clase de persona que se preocupara mucho por su apariencia. Entonces ¿por qué ahora? 

Quizá fuera porque él venía del FBI, una agencia que ella idolatraba. O quizá fuera porque, aunque no quisiera, le impresionaba su aspecto físico. Se odiaba a sí misma por ello, no solo debido a Zack, sino al carácter urgente y escalofriante de su trabajo.

 “Agente Ellington,” dijo ella, extendiendo su mano, forzando el tono para que fuera lo más profesional posible. “Soy Mackenzie White, una de las detectives en este caso.”

“Encantado de conocerla,” dijo Ellington. “Su jefe me ha dicho que es la detective que lidera este caso. ¿Es eso correcto?”

Ella hizo lo posible para ocultar su sorpresa, pero asintió.

“Es correcto,” dijo ella. “Ya sé que se acaba de bajar del avión, pero tenemos que darnos prisa y llevarle a la comisaría.” 

“Por supuesto,” dijo él. “Usted por delante.”

Le guió por el aeropuerto y de vuelta al aparcamiento. Mantuvieron silencio durante el paseo y Mackenzie aprovechó el momento para evaluarle. Parecía algo relajado, no rígido y estirado como los pocos agentes del Bureau que había conocido. También parecía muy dedicado e intenso. Tenía un aire mucho más profesional que cualquiera de los hombres con los que ella trabajaba.

Cuando llegaron a la autopista interestatal, luchando con el tráfico matutino del aeropuerto, Ellington comenzó a repasar una serie de emails y de documentos en su teléfono.

 “Dígame, Detective White,” dijo él, “¿qué tipo de persona cree que estamos buscando? He repasado las notas que me envió el Jefe Nelson y tengo que decir que usted parece muy aguda.”

 “Gracias,” dijo ella. Entonces, ignorando rápidamente el cumplido, añadió: “En cuanto al tipo de persona, creo que proviene de una situación de abuso. Cuando se toma en consideración que las víctimas no fueron abusadas sexualmente, pero aun así las dejaron en ropa interior, eso indica que estos asesinatos se basan en alguna necesidad de vengarse de alguna mujer que le hizo daño a una edad temprana. Por tanto, creo que puede ser un hombre que se avergüenza del sexo o que, como 
mínimo, lo encuentra repulsivo.” 

“Veo que no ha descartado los contextos religiosos,” dijo Ellington.

“No, todavía no. La misma forma en que las exhibe muestra obvias connotaciones de crucifixión. Si añadimos el hecho de que todas las mujeres que está asesinando son representaciones de la lujuria masculina, se hace difícil descartarlo.” 

Él asintió, todavía mirando a su teléfono. Ella le lanzó alguna mirada mientras se abría paso entre el tráfico y se sintió impresionada por lo atractivo que era. No era obvio al principio, pero había algo muy simple pero robusto en Ellington. 
Nunca sería el protagonista, pero sería una atractiva adición al equipo del héroe.

 “Sé que esto parecerá grosero,” dijo él, “pero estoy tratando de asegurarme de que estoy bien enterado de esto. Como estoy seguro que ya sabe, me llamaron para este caso hace menos de seis horas. Ha sido una locura.” “No, no es grosero en absoluto,” dijo Mackenzie. Le pareció refrescante estar en un coche con un hombre sin que la conversación estuviera llena de insultos velados y de machismo. “¿Le importa si le pregunto cuáles son sus pensamientos iniciales sobre el asesino?”

“La principal pregunta que me hago es la de por qué exhibe los cuerpos,” dijo Ellington. “Me hace pensar que los asesinatos no se deben solo a alguna venganza de origen personal. Quiere que la gente vea lo que ha hecho. Quiere convertir a estas mujeres en un espectáculo, lo que indica que se siente orgulloso de lo que hace. Me atrevería a decir que él cree que las está haciendo un favor.”

Mackenzie sintió una ráfaga de emoción a medida que se acercaban a la comisaría. Ellington era el polo opuesto de Porter y parecía tener el mismo tipo de enfoque a la hora de elaborar perfiles que ella tenía. No podía recordar la última vez que había sido capaz de compartir libremente sus pensamientos con un colega sin temor a ser ridiculizada o despreciada. Ya podía decir que era fácil hablar con Ellington y que valoraba las opiniones de los demás. Y para ser honestos, que fuera agradable a la vista no le perjudicaba en absoluto. 



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En el texto hay: crimen, crimenes, accion

Editado: 07.08.2024

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