Mi corazón está a punto de explotar. Tengo la sensación de que todo mi cuerpo es una bomba y el segundero está por llegar a cero, la sensación de que algo me faltara incluso antes de que se fuera. No puedo concentrarme en mis pensamientos porque alrededor mio solo se escucha el ruido de las ruedas de las maletas paseando.
Yo estoy sentado. En medio de este centenar de personas corriendo, yo estoy aparentando estar tranquilo en una silla un poco alejada del gentío. Mar está al lado mio, sentada y dormida con su cabeza sobre mi hombro, se ve muy tranquila así incluso cuando la noche anterior estuvo llorando hasta tarde.
Su mamá me acerca un café y va a sentarse en otra silla un poco alejada de nosotros. No dice nada y lo agradezco porque en este momento no estoy como para hablar ni una sola palabra sin llorar. Las personas dicen que no hay que dejar todo por amor porque si, es real, jamás iba a prohibirle a ella cumplir sus sueños, no podría permitirme cortar sus alas para quedarse conmigo.
Pero había un pensamiento matándome a mí mismo y es que ella es mi única familia. En tan poco tiempo se había convertido en la persona más importante y no quería dejarla ir. No quería pensar que en tan solo un par de horas iba a tener que volver a subirme al auto hacia mi casa donde iba a estar solo hasta que mi padre se digne a volver e incluso así seguiría solo.
Faltaban dos horas para que Mar se tenga que ir, dos horas...
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Editado: 11.06.2020