Tiempos de paz
Tomando mi helado de chocolate, me subo nuevamente a mi camioneta. Puede que sea un poco tonto que un simple helado me haya dado energías, es eso o la llamada del número desconocido que, a pesar de que me dije a mí mismo que no debo llenarme de esperanzas si no sé con certeza si es ella. No puedo evitarlo.
Mi celular vuelve a sonar, pero esta vez se trata de mi mamá.
── Hola, mamá. ──Saludo mientras me coloco en cinturón de seguridad y cierro la puerta.
── Hola, Derek. No me has llamado, ¿ya tan rápido te has olvidado de mí?
Suelto una risa al escucharla.
── Lo siento, mamá. Tuve que ir a Andorra.
Tomo un poco más de helado ante su silencio, a falta de su respuesta comprendo que ella debe saber a qué fui a ese lugar.
── ¿Ellos...?
── Sí, están encerrados, nadie lo sabe y queremos que se mantenga así. ──Continúo por ella── No hablemos de eso ahora, todo está bien. ¿Necesitas algo? ¿Quieres que vaya a verte?
── Oh, cierto. Lo olvidaba. ──Su tono cambia a uno más animado── Logré tener los papeles en regla de mi viejo departamento, tu padre y yo fuimos juntos la semana pasada. Lo pintamos y arreglamos, no me gusta los recuerdos que me trae ese lugar, así que quisiera reemplazarlos por nuevos recuerdos contigo. Por eso creí que tal vez, podrías acompañarme a llevar mis cosas.
Me tenso por un momento al comprender a cuál apartamento se refiere, es el lugar donde pasé mi infancia, tal vez esto sea bueno para mí. Otra cosa que debo enfrentar y superar.
── Claro, paso por ti en diez minutos.
Suelta un chillido emocionado, yo río ante eso.
── Te espero, bebé.
Me cuelga antes de que pueda quejarme por llamarme así. Si hay algo que no tolero es que me llamen bebé o cualquier cosa que me haga sentir como un mocoso, según ella, yo siempre fui así. Cuando tenía tres años, ella me llamaba bebé únicamente para molestarme.
Termino mi helado y me limpio las manos con una servilleta. Al encender la camioneta, el sonido de alguien tocando mi ventana me sorprende.
Frunzo el ceño al ver al niño bonito. Bajo la ventana.
── Cuéntame, guapo. ──Le digo pícaramente.
Me mira, como siempre, mal.
── No empieces. ──Dice con advertencia, lo veo rodear la camioneta por delante y sube sin siquiera pedirme permiso.
── ¿Me extrañaste? ──Me mira sin entender el porqué de mi pregunta── Lo digo porque te subes sin decirme nada, si vas a robarme un beso dímelo ahora.
── ¿No te cansas de decirme ese tipo de cosas? ──Pregunta alzando sus cejas.
── Nop.
Él suelta una carcajada.
── Derek… ──Alzo mis cejas ante su tono de voz── Me alegra que estés bien.
Eso me conmueve más de lo que esperaba, no creía que Ryan se preocupara por mi ni en mis más locos sueños. Sintiéndome algo incomodo por su mirada preocupada, rompo el momento con una tontería.
Le sonrío con picardía.
── No puedes vivir sin mí, ¿verdad?
Ryan gruñe.
── Como sea, supe que tuviste éxito en la misión, por decirlo así. Lamento lo de...
── Gracias. ──Le corto. Él asiente entendiendo mi rigidez ante ese tema── ¿Cómo me encontraste aquí?
── Estaba por aquí, reconocí tu camioneta. No había ido a verte a tu casa porque tu padre dijo que tenías unas fracturas.
Gruño al escucharlo.
── Son sólo fisuras sin importancia.
Ryan vuelve a reírse.
── No sabía que odiabas los hospitales.
── ¿Qué puedo decir? ──Resoplo recordando la sobreprotección de mi padre── ¿Para qué ibas a ir a verme?
El porte de Ryan se vuelve serio, inmediatamente me tenso pensando lo peor.
── Es... no es nada malo. ──Aclara al ver mi preocupación── Es sólo...
Parece nervioso, si me asegura que no es nada malo, puede que se trate sobre sus sentimientos confusos sobre Jess.
── Tengo una cita con mi madre, vamos. Ya más tarde me cuentas.
Él se acomoda en el puesto del copiloto mientras afirma con la cabeza. Sin que ninguno de los dos diga algo más, avanzo por las calles hasta llegar a la institución donde mamá está internada, puedo sentir la mirada interrogante de Ryan sobre mí respecto al lugar.
── Mamá era drogadicta, por eso está aquí. Se muda hoy.
Noto como el cuerpo de Ryan se tensa, lo miro.
── Lo siento no lo sabía, ni siquiera sabía que tenías madre.
── Por supuesto que la tengo, a mi padre no le llegó la cigüeña ni lo embarazó el espíritu santo.
── Eso lo sé. Me refería a...
── Lo sé. ──Lo interrumpo quitándome el cinturón de seguridad── Es normal que no supieras de ella, era un tema delicado para papá y para mí.