Antología del Terror

El Fantasma del toro


La relación de ciertos hechos, a pesar del interés vivísimo que representan, carecen de impacto para un mínimo porcentaje de escépticos, quienes osan desafiar la narrativa popular con el afán de probar el increíble poder del miedo colectivo.

 

Ya antes había comentado acerca de un sitio en particular, dónde se decía que habitaba el mal en persona.
Zacatecas, un lugar rico en cultura mexicana; el folclor, sus habitantes, su comida y sus leyendas, hacen de este, un lugar místico y peculiar que sin duda enamoraría a cualquiera, sin embargo, la gente habla mucho más de sus leyendas que de otra cosa, y esta vez es el turno de una historia en particular que causa gran impacto en la población, debido al increíble acontecimiento ocurrido en la década de los años 70.

 

Los lugareños solían hablar mucho acerca del fantasma de un toro que aparecía en una loma cercas del pueblo. Normalmente los habitantes de las rancherías cercanas acostumbraban ahorrar tiempo en su trayecto al pueblo, atravesando el pequeño cerro, en lugar de transitar por la carretera, lo cual representaba una hora de camino, aproximadamente, mientras que subir y bajar la loma solo tomaba alrededor de unos 30 minutos. 
Pero durante la noche, solo algunos salían al pueblo y preferían usar la carretera, por miedo a tener un encuentro de esa magnitud.
 

Ya les había contado que mi padre en aquellos años vivía en la ciudad, pero solía visitar el rancho debido a las fiestas patronales, mismas que son una más de las atracciones de Zacatecas.
Algunos años después de la experiencia en el pozo y, luego de que varias personas más aseguraran haber vivido situaciones similares, optaron por tapar el pozo con la finalidad de tener una travesía más segura.
Una tarde, en los últimos días de las fiestas, una de mis tías, en compañía de su novio fue a despedirse de mi abuelo y mi padre se ofreció a acompañarlos hasta el pueblo, pues sabía que sus primos estarían disfrutando de la fiesta.
 

Recién habían tomado el camino al pueblo cuando a mi padre se le ocurrió cortar camino para comprarles lugares en el autobús más próximo con destino a la Ciudad de México.
 

—No creo que sea una buena idea —dijo el novio de mi tía —se dice que en el cerro al oscurecer se aparece el fantasma de un toro que fue poseído por un demonio.
 

—Es verdad —confirmó mi tía —hace poco encontraron el cuerpo de una anciana del pueblo, venía al rancho de los García pero nunca llegó, al día siguiente, unos pastores la encontraron ¡clavada en un cactus!
 

—Yo no creo en esas cosas —respondió mi padre en un intento por parecer valiente (todavía no había contado lo acontecido en el pozo unos años antes).
 

Mi padre cuenta que el sol ya se había ocultado cuando comenzó a subir el cerro, había diferentes veredas por las que mi padre trataba de guiarse para poder llegar al otro lado del cerro.
Los matorrales, comenzaron a formar tenebrosas figuras en lo profundo del monte, los sonidos de los animales que se movían entre los arbustos y el viento que sacudía las ramas de los mezquites haciéndolas crujir, comenzaron a causar estragos en los nervios de mi padre. Se dice que la mente es tan poderosa que en múltiples ocasiones puede llegar a ser tu peor enemiga... La sugestión es el arma más letal de ella y sin duda puede romper la voluntad del hombre más valiente del mundo, el ulular de los búhos y el alejado y amenazante sonido de una serpiente de cascabel aumentaron los nervios de mi padre.
 

El terreno rocoso hacía difícil el andar y era fácil tropezar con algún desnivel, las pequeñas piedras crujían bajo los pies de mi padre con cada paso que daba y, de tanto en tanto, le parecía escuchar pasos ajenos a los suyos quizá más pesados, no logró descifrarlo debido a lo lejos que sonaban, pero estaba seguro de que no los imaginó. Mantenía un buen ritmo al andar y de pronto...
Se paralizó por completo, quizá su mente le estaba jugando una muy mala broma, pero creyó escuchar claramente un bufido no muy lejos de donde se encontraba y eso bastó para que se viera así mismo en medio de aquella estrecha vereda, como un blanco fácil para el toro que se le avalanzaba furioso, con los ojos rojos de ira y el humeante aliento saliendo por sus fosas nasales con cada bufido. La mirada fija, clavada en su objetivo y adelantando los cuernos para atravesarlo con una violenta embestida y se imaginó terminando igual que la anciana; colgado en lo alto de algún cactus cómo otra macabra amenaza para todo aquel valiente que se atreviera a profanar sus dominios.
 

Por fortuna la cordura envolvió a mi padre haciéndolo ver la realidad de su situación actual; sugestionado por lo que recién le acababan de contar y con la mala experiencia del pozo, aún guardada en su sub-conciente, su mente se había apoderado de él y el ambiente que le rodeaba agregó el ingrediente final para crear un evento fugaz que nunca tuvo lugar.
 

Se secó el frío sudor que le recorría la frente y exhaló aliviado de que todo lo anterior lo hubiera imaginado, así que decidió volver a la carretera donde alcanzó a mi tía y su novio, argumentando que, no había regresado a la carretera por miedo, si no más bien para hacerles compañía y mermar el riesgo de un asalto a mitad de la carretera.
 


 

Estimado lector, si has llegado hasta aquí, es porque te gustan las buenas historias de terror así como también las leyendas urbanas y todo referente al tema paranormal.
 

Desde ya te invito a que me sigas en esta larga y fantástica travesía que apenas comienza, hasta ahora solo he contado un par de experiencias reales que, si bien pueden o no, ser ciertas, forman parte de mi niñez; una etapa de la que no suelo hablar mucho, pero que ahora, a través de un monitor y con la ayuda de una aplicación, me permito compartir contigo.
 



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En el texto hay: hechos reales

Editado: 27.11.2022

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