Mente inestable:

—Desde que supiste de la historia del asesino que vendía hamburguesas con la carne de sus víctimas, te has comportado de una manera muy extraña. No lo sé, pero eso siento, Gabriel.

—Yo pienso que te estás imaginando cosas —me respondió tajante, mi hermano.

—Puede ser, aunque acuérdate siempre que el psiquiatra te dijo que no deberías ver o leer ese tipo de cosas.

—Ya lo sé, solo es que me sorprendió. Ahora cómete la hamburguesa que te preparé, antes de que la carne se enfríe.

—Bueno, pero deja de actuar raro, porqué me incómodas.

Al probar el primer bocado de aquella hamburguesa, me sentí como en el cielo. Mi hermano había mejorado mucho. Bueno, era de esperar, es dueño de una tienda de comida rápida dónde vendía más hamburguesas que papás fritas. Quizás tenía razón, solo debían ser imaginaciones mías, hasta yo me sentiría extraño al enterarme de una noticia así, cuando haces, exactamente, lo mismo.

—Gabriel, voy a querer otra, están demasiado ricas.

—Como desees, hermanito.