AntologÍas Error

Doble asesinato:

—¿Qué te sucede, Constans? 


—Recuerdo el buen momento que pasé con mi madre... y en como sucumbí también ante el rencor. 
—¿Qué... dices? ¿Rencor?, pero Constans, tú nunca has sido así. 
Ahí fue cuando Constans recordó el dicho “caras ves, pero no corazones”. 
—La he matado. 
—¿Qué? 
—Lo que has escuchado. He matado. Eliminé una vida para seguir con la mía. Pero fue en vano. Me encontrarán y sabrán que soy la culpable, la asesina. 
Él no se lo podía creer y menos de ella, de la chica que amaba con todo su corazón. Por ende, necesitaba una explicación. 
—Cuéntame. Cuéntame, Constans. 
Constans lo observó detenidamente y el corazón de Dante se aceleró. Lastimosamente, para su pesar, no duró mucho en detenerse, al oír las “quizás” últimas palabras de su amor. Sin embargo, la motivó a seguir. 
—Le puse medicamentos a mi madre en su jugo para inducirle un sueño largo y tranquilo. Luego, la observé. Se veía como si nunca hubiese hecho nada malo, como siempre dice. Empero, a pesar que solo lo hice para estar un día tranquila, me di cuenta que solo podía apreciar su belleza cuando dormía. 
» Mi mente y cuerpo me despertaron. Recordé que mañana volvería a lastimarme con sus mil cuchillas, sus mil palabras. Así que, decidí asfixiarla para asegurarme que su voz no volviera a lastimarme más. Me sentí feliz, ése fue nuestro primer contacto físico. Aunque terminó siendo por mis manos en su cuello y no por un abrazo, pero también debía sanar la herida que ella abrió en mí sin mi consentimiento. Así que, con una cuchilla la apuñale en el corazón y mi corazón dejó de doler. Sin embargo, nadie sabrá que fue ella la primera en matarme. Solo tú, Dante.


 




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