Aparentemente enamorados.

♡1: SENTIMENTALISMOS.

Desperté muy temprano para asistir a tiempo a la reunión que tendría con Ares y Alan para que nuestro matrimonio falso realmente se mirara creíble y pudiéramos lograr el objetivo principal; ¡obtener la tutela de Atenea!

Seguía sin convencerme del todo este estúpido plan, pero tampoco tenía muchas opciones, era arriesgarme a sobrellevar de la mejor manera las consecuencias que implicaran casarme con Ares o perder a mi hermanita y esa nunca sería una opción viable para mí, no cuando significaba mi vida entera y menos cuando éramos lo único que le quedaba a la otra.

Lo primero que hice al despertar además de asearme las manos, los dientes y el rostro, fue desayunar, después de eso tomé una relajante ducha y agradecí haberme despertado temprano para poder bañarme de manera relajada.

Sequé mi largo cabello rubio y lo ondulé con la wafflera para dejarlo suelto, me puse un top blanco de manga larga, unos jeans de mezclilla de tiro alto dejando a la vista una diminuta parte de piel de mi vientre y unos Vans negros de botines, opté por un atuendo muy casual porque a diferencia de ayer, hoy si amanecí con ganas de maquillarme y no quería lucir extremadamente extravagante con maquillaje sobre cargado y outfit de pasarela.

Apliqué mi base, pinté mis cejas, me puse unas pestañas postizas con aspecto natural, contorneé mi rostro, me puse rubor e iluminador, maquillé mis labios con un color nude y mis ojos se llevarían toda la atención al decidir pintarlos con sombra azul de un tono casi idéntico al de mis ojos, hice un delineado grueso del mismo color de mi labial y para finalizar mi look me hice un partido a la mitad de la cabeza, coloqué algunas horquillas con flores con un diamante en el centro que hacían juego con mi precioso dije.

Sonreí satisfecha por mi apariencia y me perfumé como de costumbre, parecía que me arreglaba con entusiasmo para Ares, pero juraba que no era así, casi siempre alternaba maquillarme un día sí y uno no.

Al entrar a la habitación de mi hermanita, me tropecé con uno de sus juguetes, maldije por lo bajo y me sorprendí al ver todo el desorden que había, las muchachas de limpieza ordenaban y limpiaban el dormitorio dos horas al día, pero Atenea era muy descuidada y a pesar de que era pequeña, en cuánto pudiera tendría una seria conversación con ella para recordarle que a pesar de ser unas princesas, teníamos manos y debíamos de encargarnos de nuestro propio desorden, pronto mi hermanita pasaría a ser mi hija sentimental y legalmente y quería que mi pequeña fuese una bebé de bien y no una mimada déspota que siempre dependiera de los empleados de la casa.

Hice un recordatorio mental de hablar con ella y de buscar los métodos adecuados para educarla lo mejor posible y me acerqué a su cama con dosel en forma de carruaje de princesa para darle un besito en la mejilla.

—Te amo, princesa —acaricié el pequeño puente de su nariz y me marché de ahí para que siguiera teniendo dulces sueños.

Bajé las escaleras en forma de caracol que seguían mareándome y me dirigí a la cocina para encontrarme de con nana.

—¿Ya te vas, hija?

—Sí, nana —la abracé —en caso de que Atenea me busque, dile que intentaré regresar temprano y que tendremos una noche de películas, tú también estás invitada —tomé su mano arrugada y la llevé a mi boca para besarla, esas manitas que ahora lucían tan deterioradas, fueron las mismas que se encargaron de ser de gran ayuda para mi abuelita, para mi mamá y ahora para mí, Artemisa era alguien muy especial en la familia.

—De acuerdo, bonita.

—¡Ah! —chillé —y una cosa más, por favor diles a las chicas que hoy no ordenen el cuarto de Atenea, habla con ella, yo lo haré en cuánto pueda, tiene que aprender a cuidar sus cosas y su propio bienestar, hoy casi muero asesinada por un jodido peluche, ¡me tropecé! —gruñí, tenía un carácter de mierda increíble de creer teniendo un aspecto físico de niñita dulce, las únicas personas que conocían tanto mi mejor como mi peor lado, era mi familia y mis ex novios, entre ellos el idiota de Ares.

—Serás una gran mamá para la pequeña de la casa, estoy muy orgullosa de ti.

—Gran parte de lo que soy es gracias a ti, jamás lo olvides —besé su mejilla —te amo.

—Yo más, nos vemos más tarde.

—Llámame si necesitas algo, nana.

—Lo haré, éxito en tu día —dejó besitos en todo mi rostro y adoraba sus mimos.

Salí de la mansión para encontrarme con Harold tan sonriente como siempre, él era el chófer de más confianza de la familia y el mejor amigo de papá, su sonrisa era sincera, pero sus ojos con grietas rojas denotaban lo mal que seguía pasándolo ante la ausencia del inolvidable Adrien Wesley.

Incluso con haber tenido lujos y haber nacido en una cuna de una fundición de todos los metales preciosos existentes, seguía sin acostumbrarme a tener un chófer, me gustaba la independencia, conducir el auto clásico que logré comprar no por la fortuna de papá, sino por mi sueldo como cirujana, pero permitir que Harold fuera mi chófer además de brindarme compañía, me hacía sentir que papá también nos acompañaba y protegía en nuestro trayecto.

Harold limpiaba con una franela los vidrios de la camioneta USSV Rhino GX, era del año 2018, pero eso no significaba que dejara de ser un vehículo bestial e imponente, era una réplica muy parecida a un tanque militar con esas ruedas tan enormes todoterreno con la diferencia de que éste vehículo contaba con tecnología de punta y con un acabado e pintura negra con efecto matte digno de envidiar, llamábamos la atención a cualquier lugar al que fuéramos, pero insistía en que no podía deshacerme de este animalón al ser la camioneta favorita de papá durante sus últimos años de vida.




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