Aparentemente enamorados.

♡4: DICHOSO.

Me fue imposible conciliar el sueño después de que Ares se fuera, no entendía la razón de su seguridad al continuar diciendo que no hizo nada malo cuando existía una prueba de carne y hueso de su infidelidad, me costaba entender a qué se debía tanta seguridad de su parte al acusarme cuando la víctima era yo y no él como quería hacerme ver, si tanto me rehusaba a hablar con él respecto a lo sucedido no era por falta de valentía, sino por todo el dolor que me ocasionaba haber sido tan estúpida en el pasado, ¿qué tan enamorada debí de estar de él como para no percatarme de lo que sucedía frente a mis propias narices?

Desde el principio supe que la falsedad de nuestro compromiso y futuro matrimonio traería consecuencias negativas a nuestras vidas, pero no creí que saldrían a relucir con tanta velocidad.

Lo que más me entristeció y lo que incluso me llevó al borde de las lágrimas fue haber arruinado todo el avance que tuvimos la noche anterior, olvidaba lo feliz que hizo a Atenea, lo cariñoso, respetuoso y divertido que fue con ella, podía culparlo por mil y un razones, pero me veía en la obligación de agradecerle todo lo que hizo por ella, por mi princesa.

Me sobresalté ante los toques en mi puerta y fui a abrir consternada ante lo temprano que era.

—¿Nana? —froté los ojos para asegurarme de que lo que estuviese viendo fuera real y no obra de un sueño despierta —¿qué haces despierta tan temprano? —besé su mejilla, la tomé de la mano y la acompañé a mi cama, en dónde ambas nos acostamos frente a la otra.

—Desperté a causa de sed y mientras me hidrataba, miré salir a Ares de la casa, no tenía ni la menor idea de que durmió aquí —suspiré con pesadez —y tampoco estaba enterada sobre su matrimonio, ¿quieres que hablemos de eso? —asentí.

—Perdóname por no decírtelo antes, nana, pero mi cabeza ha estado demasiado dispersa —admití avergonzada —la ausencia de papá, la lectura de su testamento, las cirugías y aunado a todo eso, está la necesidad de mi hermanita por pasar la mayor cantidad posible de tiempo a mi lado, han sucedido muchas cosas en poco tiempo.

—Y lo entiendo, hija, no estoy enojada, sino confundida —deslizó su pulgar sobre mi mejilla —¿a qué se debe tu compromiso con Ares? Hay algo muy serio detrás de todo esto, pero no logro entender qué.

—Estoy haciendo todo esto con el único objetivo de mantener a Atenea a mi lado —sus arrugas se volvieron más marcadas ante su confusión —las tutelas pueden heredarse, nana, pero no todo es tan fácil como suena, los jueces son unos cavernícolas de mierda que siguen viviendo en la era de los mamuts y creen que el sitio adecuado para los bebés que se han quedado sin sus papás es a lado de un matrimonio es por eso que para obtener la patria potestad de mi hermanita estoy obligada a casarme, Ares se ofreció a ayudarme al instante y aunque supe desde el principio la mala idea que era, terminó convenciéndome junto con Alan de que estar con él sería lo más creíble ante los jueces considerando que en el pasado estuvimos juntos —expliqué con rapidez y saltándome los detalles innecesarios.

—¿Será un matrimonio falso?

—Nos casaremos de manera legal porque sólo así tendrá validez ante los jueces, lo falso está siendo nuestra convivencia, nuestros besos, abrazos y muestras de cariño en público, es un matrimonio por convenencia, nana; yo obtendré la tutela de Atenea con el matrimonio y él —ladeé los labios intrigada —aún no sé qué ganará él con todo esto, pero a ambos nos conviene esta falsa mentira basada en estar aparentemente enamorados —rio.

—A pesar de que me sorprendí mucho al verlos juntos, lo suyo no es un juego, no lo fue en el pasado y no lo es ahora, hija; lucen tan enamorados desde como el primer día —enrojecí.

—Me alegra escuchar eso, significa que soy buena actriz —se carcajeó y negó múltiples veces.

—Puedes mentirle a todo el mundo, incluso mentirte a ti misma, pero no a mí, Klairecita, he estado contigo desde que vivías en la barriguita de tu mamá y te conozco mejor que nadie en la tierra, sé que a pesar de todo el daño que Ares te causó, sigues amándolo igual que hace años.

—No es así —gruñí.

—Lo es, mi amor —se acercó para dejar un besito en mi nariz —independientemente del motivo por el que lo hayan hecho, ambos tomaron la decisión de casarse y por el bien de todos es mejor que se esfuercen por mantener una buena relación.

—Estoy intentándolo, pero no puedo, nana, los recuerdos siguen carcomiéndome y aunque lo niegue, es imposible que no me duela todo lo que me hizo —mi voz salió en un hilo —mi orgullo y mi engrandecido ego son los que más resienten todo lo sucedido, ¿cómo alguien tan inteligente como yo omitió lo que sucedía frente a sus ojos? Las llamadas misteriosas, las fotografías a las que le ponía código de seguridad para evitar que las mirara, sus salidas los fines de semana —mis ojos se llenaron de lágrimas —aseguré que cada uno podía hacer lo que quisiera siempre y cuando fuera sigiloso y no pusiera en riesgo la obtención de la tutela, pero incluso con nuestro acuerdo, tengo miedo de que vuelva a suceder lo mismo sin importar que todo esto sea falso —mis mejillas se empaparon sin poder evitarlo por segunda vez en la madrugada —ni siquiera con el pasar de los años he superado lo sucedido, no estoy lista para enfrentarme a una segunda infidelidad hecha por el mismo hombre.

—Hombre al que pese a todo sigues amando —no tenía caso seguir negándolo, no con ella que me conocía tan bien.




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