Apariencias engañosas: Conexiones oscuras

11

–…y que el cuerpo del joven Charles sea acogido por nuestro Dios en cuerpo y alma. Amén –termina diciendo el cura, mirando a todos los asistentes del funeral.

Todos murmuran un amén, incluida Brooke, y muchos de ellos se acercan al féretro a dejar una flor blanca encima del ataúd ya cerrado y que espera a ser enterrado. Brooke no ha llevado ninguna flor, así que se mantiene al margen, sin moverse del sitio donde ha estado durante todo el funeral.

Hace un rato que empezó. Brooke ha ido allí con Brendan –son los únicos que conocían a Charles, uno más que la otra– y han estado juntos en todo momento. Ahora, él también está dejando una flor blanca sobre el ataúd.

Al entierro han asistido, además de la familia –por supuesto– y amigos, sus compañeros de clase y también algunos profesores. Brooke ha reconocido alguno de ellos cuando llegó con su amigo.

Los padres de Charles, a los que Brooke reconoció nada más llegar por el parecido con su hijo y por cómo estaban siendo arropados por todos, se encuentran en ese momento recibiendo el pésame de todo aquel que se acerca a ellos.

–¿Nos acercamos a ellos? –le pregunta Brooke a Brendan en voz baja.

–Sí, claro –acepta al instante–. Vamos.

Los dos amigos se acercan a sus padres, que se presentan como Chanan y Juno, reciben el pésame con una mueca triste y un suave apretón de manos al tiempo que los amigos también se presentan.

–¿Lo conocíais mucho? –pregunta Juno, su madre.

–Yo compartía algunas clases con él y hablábamos a menudo –les dice Brendan.

–Yo… no lo conocía tanto. Él me dijo que sabía de informática –Brooke señala a su amigo– y fui a pedirle ayuda con un problema que tenía con el móvil y me ayudó. No hablé mucho más con él.

–Tú fuiste quien encontró el cuerpo de nuestro hijo, ¿verdad? –pregunta ahora Chanan, recordando el nombre de Brooke de cuando la policía les habló de ella.

–Sí –murmura ella. No sabe qué más de decir.

Los padres del chico asiático y los dos amigos se quedan mirándose unos segundos hasta que Brendan se percata de que hay gente detrás de ellos esperando a hablar también con Chanan y Juno. Así que decide romper el silencio que se había formado.

–Bueno, vamos a dejarles que hables con los demás. Lo sentimos mucho.

–Muchas gracias por venir –Juno les sonríe tristemente.

Y con un nuevo apretón suave de manos, Brendan y Brooke se despiden de ellos.

Sin decir una palabra, los dos van al coche de Brendan, el cual dejó aparcado en la entrada del cementerio. Todo el mundo se está yendo, y se cruzan con varios chicos y chicas de la edad de ellos. Brendan –quien conoce a muchos más que Brooke– habla un poco con ellos mientras se dirigen al coche.

Ya dentro, el chico comienza a conducir y Brooke aprovecha para mirar un poco su móvil. Lo ha tenido en silencio todo el rato y esperar encontrar algún mensaje de Jack. Pero no lo ha recibido. Desde que el día anterior se fue de San José no ha vuelto a hablar con él.

–¿Sigue sin escribirte? –le pregunta Brendan, lanzándole una rápida mirada.

–Exacto –suspira y vuelve a bloquear su móvil–. ¿Debería hacerlo yo?

–Podrías hacerlo, pero esperaría un poco más –gira la derecha–. Tú no has hecho nada, ¿no? En todo caso, debería ser él quien te escribiese para hablar de ello.

–Ya, bueno… Igual él ahora mismo está pensando lo mismo que tú y por eso no me escribe.

–¿De verdad piensas que has hecho algo tan malo como para que no te hable? Brooke, que sólo somos amigos. Lo sabes tú, lo sé yo y lo sabe todo el mundo. Si Jack no quiere ver eso, es problema suyo, no tuyo.

–Pero… ¿y si de cara a los demás sí parecemos más que amigos? –Brooke le mira, recordando lo que le dijo Charles hace unos días–. Charles pensó que tú y yo no éramos sólo amigos. Me lo dijo. ¿Y si todo el mundo piensa igual?

–A mí lo que piensen los demás me da igual –se encoge de hombros–. Y, sinceramente, también me da igual lo que piense Jack. Lo siento porque es tu novio y me cayó genial el día de tu cumpleaños, pero ponerse así… pues no lo entiendo. Yo te quiero mucho, pero como amiga. Nada más. Como tú a mí. Y tu novio debería confiar en eso.

–Sí, lo sé –suspira.

Brendan coloca su mano sobre la rodilla de Brooke, dándole un apretón amistoso, y ella le sonríe.

Justo en ese instante, su móvil suena dentro de su bolso y se apresura a cogerlo. Espera que sea Jack quien la llama, pero se equivoca cuando lee el nombre de Evelyn en la pantalla. Aun así, no tarda en cogerlo con una sonrisa.

–¡Hola! –saluda, contenta de hablar con su mejor amiga.

–Eh… sí, hola –la saluda ella–. ¿Puedes hablar?

–Sí, claro.

–Genial. Mira lo que te he enviado por mensajes –dice simplemente.

–¿Cómo?

–Míralo, y ahora hablamos.

Brooke frunce el ceño, sin entender nada, y se aparta el teléfono de la oreja. Sin colgar la llamada, mira los mensajes que le ha enviado su mejor amiga. Son varias fotos. Espera a que descarguen y, cuando lo hace, las mira rápidamente.

Son capturas de pantalla de una conversación. En esos mensajes se leen los nombres de Max y Evelyn y como éstos son criticados por alguien. “Seguirán pensando que me cae genial”; “Apenas hablo con ellos, pero no me importa”; “Que va, no los echo de menos”; “Dudo mucho que nuestra amistad dure tanto como ellos piensan”. Y muchísimos mensajes más de ese estilo.

Brooke no entiende nada durante los primeros segundos hasta que se da cuenta. Se supone que esos mensajes los ha escrito ella refiriéndose a Evelyn y Max. Y, por supuesto, ella no lo ha hecho.

–Eso no lo he escrito yo –dice rápidamente, volviendo a la llamada.

–Brooke, ¿te crees que soy tonta? ¡Claro que lo has escrito tú! ¡Está tu nombre!

–Evelyn, te estoy diciendo que eso no lo he escrito yo –repite–. ¿De verdad piensas que yo sería capaz de hablar así de ti y de Max? Evelyn, me conoces.



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En el texto hay: asesinatos, misterio, thriller

Editado: 22.10.2021

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