–Me llamarás si ocurre algo más, ¿verdad? –le pregunta Jack, de pie frente a ella junto al coche de la chica.
–Sí, te llamaré –asiente con la cabeza.
–Está bien. Avísame cuando llegues. Yo hablaré en un rato con Max para que te llame y hables con él y con Evelyn.
–Ten cuidado de que nadie te escuche.
–Brooke, escúchame –agarra su mano–. No me va a pasar. Puede que esa persona ni siquiera estuviese aquí ayer y sólo quisiese asustarte. Así que no te preocupes por mí y hazlo más por ti. No te tienes que preocupar tanto por mí, en serio.
–Esa persona ya ha matado a tres personas por mi culpa y…
–No ha sido tu culpa y yo voy a estar bien –repite y Brooke suspira, mirando a su alrededor–. Y piensa mejor en la posibilidad de denunciarlo. Igual es mucho mejor que esperar a que esto acabe por su cuenta.
–No puedo hacer eso, no –niega con la cabeza repetidas veces–. No me quiero arriesgarme, voy a esperar.
–Vale –Jack suspira, mirando su rostro con detenimiento–. Y siento haberme enfadado el otro día contigo, ya lo sabes.
–No te preocupes, lo entiendo –hace un gesto con el hombro sin importancia y da un paso hacia él, abrazándole–. Te quiero.
–Te quiero.
Se inclina hacia ella y le da un beso que se encargar de alargar unos segundos. Cuando se separan, Jack le sonríe en señal de que todo irá bien y ella le imita antes de entrar en su coche y quedarse tras el volante.
Esa mañana se ha levantado un poco más descansada que todas las noches anteriores. Aún le faltan horas de sueño por recuperar, pero esas 5-6 horas que ha podido dormir del tirón después de llegar a la residencia tras cenar con Jack fuera, se siente algo mejor. Su cuerpo se lo agradece.
Jack se hace a un lado y la pareja se despide con la mano cuando Brooke pasa por su lado conduciendo. Un minuto más tarde, ya está en la carretera en dirección Berkeley. Perderá las clases del día –ha decidido tomarse el día libre–, pero no le importa. Las recuperará a partir del día siguiente.
Con la tranquilidad de saber que Jack lo sabe todo y no tener que cargar ella con todo el peso, pero con el miedo de que esa persona se entere de que lo ha contado y le haga algo a su novio, Brooke llega a Berkeley en poco más de una hora. Busca un hueco libre frente a la residencia y, tras aparcar, se queda un momento dentro del coche.
Le gustaría volver a San José y estar con Jack el resto del día –o el resto de la semana–. A pesar de que puede seguir sintiéndose observada en todo momento, en Jack sí que confía y se siente un poco más segura a su lado. Pero, claro, tanto él como ella tienen clases que no deberían perder.
Así que, muy a su pesar, sale del coche y camina hacia la residencia. Ni siquiera ha mirado el móvil desde que el día anterior fue a ver a Jack. Sabe que tiene mensajes pendientes y que debería mirarlos, pero no le apetece. Son de sus amigos y, tal y como le dijo a Jack, no son ellos en quienes más confía en esos instantes. Además, le queda poca batería. Sólo le envía un mensaje a Jack, avisándole de que ya ha llegado –tal y como dijo que haría– antes de entrar en la residencia.
En cuanto entra en su habitación, se percata de que está sola y lo agradece. Un posible interrogatorio que le podría hacer Rachel es lo que menos le apetece en ese momento. Así que deja el móvil cargando sobre la mesita de noche que separa las dos camas y coge ropa para cambiarse antes de entrar en el baño. Ni siquiera saldrá a correr.
En la ducha, se queda un buen rato bajo el agua caliente y espera poder relajar sus músculos. Ni siquiera se había dado cuenta hasta la noche anterior, cuando Jack le notó los hombros tensos y decidió darle un mensaje que duró varios minutos, de que sus músculos estaban demasiado tensos. No sabía que necesitaba eso hasta ese mismo instante, y en ese momento desearía volver a recibir un masaje que le ayude a acabar por completo con la tensión que sigue acumulado en sus hombros y en la espalda.
Sale del baño casi 20 minutos más tarde, ya duchada y vestida, dejándose el pelo mojado suelto. Coge su portátil y, en lugar de sentarse frente al escritorio, se acomoda en su cama, colocándose el ordenador en sus piernas y apoyando su espalda en el cabecero de la cama. Sigue yendo con demasiado retraso en la entrega de tareas.
Pero no consigue concentrarse del todo cuando mira el lado de la habitación de Rachel y se queda mirando ese lado unos minutos.
¿Es mala amiga por desconfiar tanto de ella como del resto de sus amigos? No le gusta sentirse así ni actuar de esa manera con ellos, alejándose cada día un poco más de quienes considera sus amigos desde hace meses, pero siente inevitable no hacerlo. Al fin y al cabo, de una forma u otra, siente que cada uno de ellos tiene una razón –por indiferente que parezca– para no confiar en él o en ella.
El día que discutió con Kayla, fue Adele quien estuvo con ella y quien salió en su defensa. Incluso recuerda que dijo algo como “yo soy más directa que ella y tengo menos paciencia”.
Cuando pasó lo de Charles, sólo sus amigos sabían que había ido a hablar con él, y fue Brendan quien insistía en saber del tema por el cual fue a pedirle ayuda; incluso Charles le dijo que Brendan le había preguntado a él el por qué fue Brooke a buscar su ayuda.
También eran ellos los únicos que sabían lo que había pasado con el profesor Foster, a no ser que hubiese otra persona cerca de ellos escuchando la conversación, cosa que duda bastante ya que se aseguró de que nadie más lo escuchase. Todos se preocuparon por ella, obviamente, pero sí que fue Oliver quien insistió en la coincidencia de que Andrew fuese asesinado cuando tuvo aquel problema con él.
Y, por último, está Rachel es la única que sabe a historia de Ruby y de lo que ocurrió aquel último curso en el instituto.
Además, todos ellos han estado presentes en todo momento. Unos más que otros, pero siempre había alguno de ellos cerca de ella cuando ocurría algo, cuando hablaba de algo que había ocurrido.
Editado: 22.10.2021