Apariencias engañosas: Conexiones oscuras

22

Mira a su alrededor y, al encontrar una mesa vacía a un lado del comedor, cerca de la entrada, va hacia allí. Esa vez sí ha ido a las clases de ese día –a pesar de que le hubiese gustado quedarse en su habitación– y está bastante cansada. Por ello, se siente aliviada de no tener más clases ese día.

Ahogando un bostezo, se sienta frente a la mesa, coloca la bandeja frente a ella y se queda mirándola un momento antes de empezar a comer de una vez.

Pero la tranquilidad de estar sola no tarda en ser interrumpida cuando sus amigos se acercan a ella. Brooke les mira un momento sin decir nada, esperando a que sean ellos los que hablen. Pero, al ver que no lo hacen, decide ser ella quien pregunte:

–¿Necesitáis algo?

–Sí, que nos cuentes qué es lo que está pasando –pide Adele directamente, cruzándose de brazos–. Y no nos mientas diciéndonos que no es nada, porque no somos tontos.

Brooke suspira y niega con la cabeza, sin decir nada.

–Brooke, ¿qué te pasa? –interviene ahora Brendan, mirándola preocupado–. Sabes que puedes confiar en nosotros.

–No me agobiéis –dice simplemente–. Me gustaría comer tranquila.

–Pues no lo vas a conseguir –vuelve a hablar Adele.

–Joder… –murmura.

–¿Es por lo de Ruby? –pregunta Peter de repente y, al instante, desvía su mirada hacia él.

Hay un momento de silencio entre los cinco. Brooke mira a todos ellos totalmente seria, sin poder creerse lo que ha dicho Peter. ¿Cómo sabe él lo de Ruby? Es imposible que lo sepa. Sólo lo habló con Rachel y…

Interrumpe el hilo de sus pensamientos para detener su mirada en Rachel.

–¿Se lo has contado? –le pregunta directamente.

–Yo… estaba preocupada, Brooke. Apenas hablas con nosotros, tienes mal aspecto y pensaba que podría estar relacionado con ello. Además, ayer te escuché hablando con tus padres. No creía que te fuese a molestar; quiero decir, somos tus amigos y… –comienza a decir apresuradamente.

–¿Y piensas que eso es una buena razón para ir contando las cosas que yo te cuento sin siquiera decirme nada? –la mira, incrédula–. Esto es increíble.

–No te enfades, Brooke.

–Ah, que no me enfade –ríe por lo bajo sarcásticamente y se levanta para estar a la altura de los demás–. ¿Te gustaría que yo fuese contando por ahí tus secretos aunque sea a nuestros amigos?

–Brooke, no hace falta… –Peter comienza a hablar.

–Contigo no estoy hablando –le interrumpe bruscamente antes de volver a mirar a Rachel–. Me parece increíble, Rachel. En serio. Confié en ti contándote algo que no me gusta recordar, y tú vas diciéndolo como si nada.

–No es necesario que te pongas así –interviene Adele–. Sólo estaba preocupada por ti, igual que todos nosotros.

–Joder, parece que no entendéis un no por respuesta –coge su bolso de clase con brusquedad y se lo cuelga al hombro–. Si os pido que me dejéis tranquila, podéis hacerme el favor de hacerme caso.

Pasa entre Brendan y Peter, con la intención de salir del comedor. No ha comido nada, pero ya lo hará en un rato, cuando sepa que sus amigos no están en el comedor o, sencillamente, cogerá algo de la máquina para comerlo en su habitación.

–Brooke, ¿puedes pararte un momento y hablar con nosotros? –la llama Brendan.

–¡Que me dejéis en paz! –exclama, girándose hacia ellos.

Sus amigos la miran sorprendida, al igual que todos los que están cerca de ella y la han escuchado. Ha hablado con demasiada brusquedad, ha alzado bastante la voz, e igual no debería haberlo hecho, pero está bastante molesta con Rachel por haber contado lo de Ruby y, en general, con todos por no dejarla tranquila cuando no deja de pedirlo.

–Brooke –la llama Karen de repente, la psicóloga, quien se encuentra a un lado de ella–. ¿Puedo hablar contigo un momento?

–Eh… sí, vale –acepta finalmente, suspirando.

–Bien, ven conmigo.

Brooke lanza una última mirada de reojo a sus amigos, quienes la siguen mirando de la misma forma que hace unos minutos, cuando se acercaron a hablar con ella, y sale del comedor siguiendo a Karen.

No puede creerse que Rachel les haya contado a los demás lo que pasó hace un año con Ruby. No estaba en su derecho de hacerlo. Por muy preocupados que estén, esa historia es suya y confió en ella para contársela cuando no le gusta recordar esa historia. Y ahora ella, como si nada, se lo ha contado al resto de sus amigos.

Si antes era desconfiada con todos ellos por mucho que no le gustase, ahora mucho más.

Camina al lado de Karen durante todo el trayecto que hay hasta su despecho y, cuando llegan, le hace un gesto para que pase ella primero. Cuando las dos están dentro, Karen cierra la puerta y se dirige a su mesa; Brooke la sigue, sentándose frente a ella.

–Bueno, Brooke, ¿qué tal estás? –le pregunta amable.

–Pues… bien. Normal –se encoge de hombros.

–Hacía mucho que no te veía.

–He estado ocupada.

Karen asiente con la cabeza y se queda mirándola unos segundos sin decir nada. Observa su rostro y la expresión de ella en esos segundos mientras Brooke espera a que diga algo más. Tiene la intuición de saber que está ahí por lo que ha pasado antes.

Y está en lo cierto cuando la psicóloga vuelve a hablar.

–He visto lo que ha pasado en el comedor con tus amigos –dice finalmente–. ¿Habéis discutido?

–Sí, algo así –murmura Brooke.

–¿Puedo saber por qué?

–Rachel les ha contado una cosa que le confié hace unos días, y me ha molestado –le resume rápidamente, sin entrar en detalles.

–¿Y podría saber yo esa historia?

Brooke se queda mirándola un momento, sin decir nada. ¿Debería contarle a ella también la historia de Ruby? Al fin y al cabo, ya lo saben todos sus amigos, y si se lo está preguntando es porque quiere ayudarla, ¿verdad?

Mira a su alrededor unos segundos antes de suspirar y volver a mirarla.



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En el texto hay: asesinatos, misterio, thriller

Editado: 22.10.2021

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