Apariencias engañosas: Conexiones oscuras

25

Llega al hospital con el corazón latiéndole frenéticamente, sin poder esperar más a ver a Jack y ver que se recuperará. Se tiene que recuperar. Si no lo hace, Brooke no se lo perdonará nunca. De hecho, ya se culpa de su atropello.

Consigue aparcar en un hueco libre que hay un poco alejado de la puerta, así que recorre los metros que hay hasta la entrada corriendo –literalmente–. Encuentra a sus amigos cerca de la entrada, hablando entre ellos. Parecen preocupados. Brooke ni siquiera se detiene un momento para recuperar el aire, va hacia sus dos amigos corriendo.

–Brooke –Max la mira.

–¿Qué ha pasado? –pregunta ella directamente–. ¿Dónde está Jack?

–Está en quirófano –habla Evelyn en voz baja–. Aún están los médicos con él. Nos han dicho que esperemos aquí. Hemos… hemos llamado a sus padres, y nos han dicho que cogerán el primer vuelo que haya hoy hacia aquí.

–¿Qué ha pasado? –pregunta de nuevo.

–Brooke, recupera un poco el aliento. No puedes… –le pide Max, pero Brooke le interrumpe negando con la cabeza.

–Estoy bien. ¿Cómo ha pasado?

La pareja se mira antes de que sea Max quien le cuente la historia.

–Estuvimos un rato esperando a que salieses y, como dijiste que luego querías ir a la residencia, pues íbamos a ir a una cafetería que vimos que está cerca de allí y decirte que te esperábamos allí hasta que terminases y volvieses. Pero… al cruzar la calle, un coche vino a toda velocidad y fue a Jack a quien atropelló –hace una pausa–. El coche se ha dado a la fuga.

Tal y como le pasó a Emily, piensa Brooke al instante.

Las lágrimas que hasta ese momento estaba intentando contener comienzan a recorrer sus mejillas como si de una carrera se tratase, una tras otra y sin intención de parar en ningún momento.

Evelyn da un paso hacia ella y la abraza con fuerza. Max se une a ellas pocos segundos después y los tres se quedan abrazados durante varios minutos.

–Esto es culpa mía –murmura Brooke de repente, separándose poco a poco de sus dos amigos.

–Brooke, no. No digas eso –Max niega con la cabeza.

–¡Sí lo es! –se seca las lágrimas con el dorso de su mano, pero de nada sirve–. Todo esto que está pasando es, en mayor parte, por mi culpa. Y ahora lo de Jack… Si no le hubiese contado nada, no estaría aquí. Si no le hubiese llamado ayer, ahora no estaría aquí. ¿Lo veis? Es culpa mía que ahora está en esa habitación, y no sé si…

–Va a estar bien –le interrumpe Evelyn–. Es Jack. ¿De verdad piensas que no…? –se calla un momento–. Por supuesto que no. Estará bien.

–¿Y si no? ¿Y si también muere como lo han hecho las otras tres personas? –mira a sus dos amigos quienes se quedan callados varios segundos–. Voy a llamar a mis padres.

Saca su móvil del bolso rápidamente y vuelve a salir del hospital. Marca el número de su madre apresuradamente y se detiene a unos metros de la puerta, secándose las lágrimas una vez más e intentando respirar tranquilamente.

Un tono. Dos tonos. Tres tonos. Por fin, Gabriella acepta la llamada.

–Hola, cariño –la saluda rápidamente.

–Mamá.

–¿Brooke? ¿Qué pasa? –le pregunta al instante en el que se da cuenta del tono de voz de su hija.

–Es… Jack. Ha tenido un accidente. Le han atropellado y… está grave –sorbe por la nariz–. Sarah y Peter ya vienen hacia aquí. Pero…

–Hablo con tu padre y vamos también hacia allí –la interrumpe–. ¿Tú estás bien? ¿Te ha pasado algo a ti?

–No, no. Yo no estaba con él cuando ocurrió.

–Cariño… –su madre suspira–. Intenta estar tranquila, ¿Vale? Llegaremos lo antes que podamos.

Brooke asiente, intentando en vano mantenerse tranquila, y se despiden rápidamente. Brooke se queda un momento más ahí fuera, con la brisa golpeándole la cara, durante varios minutos hasta que decide entrar de nuevo. Sus amigos siguen en el mismo sitio que antes.

Esperan los tres juntos sentados en tres de las muchas sillas de plástico que hay pegadas a la pared, y ninguno dice en nada en ningún momento. O, mejor dicho, Brooke no dice nada. Escucha como Max y Evelyn hablan de algo en voz baja, pero está pendiente de todo aquel que cruza las puertas que hay cerca de ella, esperando que sea algún médico que les diga que Jack estará bien.

Pero eso no ocurre. Y el tiempo cada vez pasa más y más lento.

Sin poder aguantar más, saca su teléfono y abre la conversación con ese número desconocido. No lo duda en ningún momento cuando escribe:

“Como Jack no se recupere, te prometo que yo misma me encargaré de acabar contigo. Y lo digo muy en serio”.

Tal y como esperaba, no recibe respuesta. Así que tras varios minutos mirando el teléfono, vuelve a guardarlo y vuelve la vista al frente.

–Voy a por un café de la máquina, ¿queréis? –Evelyn se levanta y mira a los dos.

Max rechaza la propuesta, al igual que Brooke, y su mejor amiga se marcha a la maquina más cercana, al otro lado del pasillo. Siente la mirada preocupada de Max puesta sobre ella, pero ninguno dice nada. Max quien agarra su mano y le da un leve apretón, queriendo infundirle tranquilidad.

Pero él también está bastante preocupado. Al igual que Evelyn.

El tiempo pasa y Brooke piensa que se volverá loca como siga ahí sin saber nada. De hecho, Brooke está a punto de acercarse a cualquier enfermera y preguntarle si sabe algo cuando los padres de Jack cruzan la puerta del hospital, totalmente preocupados.

Los tres se levantan al instante en el que los ven y se acercan a ellos, saludándoles rápidamente.

–¿Qué ha pasado? –pregunta Sarah al instante.

–Un coche le ha atropellado. No sabemos quién ha sido, se ha dado a la fuga –les explica Evelyn resumidamente–. Entró en quirófano cuando llegamos, aún no nos han dicho nada. Nos pidieron que esperásemos aquí.

–¿Estaba muy grave? –pregunta ahora Peter.

–Creemos que sí. El golpe fue bastante fuerte, quedó inconsciente en cuanto cayó al suelo –termina de explicar Max.



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En el texto hay: asesinatos, misterio, thriller

Editado: 22.10.2021

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