Todo comenzó en primero de Administración y Finanzas
La mayoría no se conocía de antes, pero en la primera semana de clase, todos terminaron sentados cerca en el aula más calurosa del instituto. Fue casualidad o quizás el destino.
Sara se fijó en Nico porque llegó tarde y se sentó sin pedir permiso, dejando caer su mochila como si fuera un sofá. Ella, siempre organizada, lo apuntó como “el que me va a desesperar”.
Joel apenas hablaba, solo anotaba todo lo que decía el profesor y bajaba la mirada si alguien le hablaba. Fue Eric quien, en una práctica en grupo, rompió el hielo con su voz grave:
—Tú pareces listo. Ven con nosotros.
Cris y Laia se conocieron en el baño, de esas que alguien pide papel y termina contando su vida. La conexión fue instantánea. Una era todo luz y velocidad, la otra, calma y empatía.
En cuestión de semanas, se formó el grupo.
Quiénes eran antes de todo esto?
Sara siempre tenía el control. Era hija única, sus padres eran contables, y ella tenía claro que quería una vida estable, un buen trabajo, y no depender de nadie. Le gustaban las cosas claras, los planes bien hechos y odiaba el caos. Aun así, se encariñó con su grupo más de lo que quería admitir. Especialmente con Laia, a quien protegía como a una hermana menor.
Nico vivía con su madre y su hermana pequeña. Era el típico que aprobaba con lo justo pero caía bien a todo el mundo. Siempre tenía un chiste, un apodo, o una canción pegajosa en los labios. Sara lo reprendía constantemente, pero en el fondo le tenía cariño. Él, en cambio, tenía una debilidad especial por Cris, aunque nunca se lo había dicho.
Joel era el invisible, hasta que no lo era. Leía ciencia ficción, seguía foros de supervivencia y tenía teorías para todo. Era el más preparado para un apocalipsis, aunque el menos sociable. Con el tiempo, Eric lo aceptó y Nico lo arrastró a salir más.
Laia venía de un pueblo pequeño. Era la más joven del grupo, soñadora y sensible. Escribía poesía en secreto y tenía miedo a decepcionar a los demás. Se refugiaba en Sara cuando algo le sobrepasaba, y tenía una amistad muy especial con Joel, como si se entendieran sin hablar demasiado.
Eric no hablaba de su pasado. Nadie sabía exactamente por qué había dejado el ejército, pero se notaba que arrastraba algo dentro. A pesar de su aspecto intimidante, era el más protector y atento. Siempre llevaba una navaja en la mochila (por si acaso) y sabía calmar al grupo con pocas palabras. Tenía un vínculo fuerte con Sara, una mezcla de respeto y complicidad.
Cris era la más viva, enérgica, impredecible. Siempre grabando, siempre contando historias como si su vida fuera una serie. Tenía miles de seguidores, pero en el fondo solo se sentía vista por su grupo. Con Laia compartía secretos. Con Nico, una química no resuelta.
Y así, entre trabajos en grupo, tardes en el bar del instituto y escapadas improvisadas, se hicieron inseparables.
Eran ese tipo de grupo que parecía que llevaba toda la vida unido. Tenían peleas, claro. A veces no se entendían, a veces se gritaban. Pero siempre volvían a juntarse, como si el lazo entre ellos estuviera hecho de algo más fuerte que la rutina
Ninguno sabía que aquella excursión a la Sagrada Familia iba a cambiarlo todo.
Ninguno imaginaba que la última foto juntos, sonrientes frente a las torres de Gaudí, sería la última vez que se verían sin miedo en los ojos.