Joel no estaba acostumbrado a trabajar con nadie.
Toda su vida había hecho las cosas solo. Más rápido. Más seguro. Menos margen de error.
Pero ahora, con la vista fija en el panel eléctrico, notaba algo extraño: Neizan sabía lo que hacía. Movía los dedos por la interfaz con fluidez, haciendo preguntas justas, sin hablar de más. Un compañero real.
—Este sistema no es doméstico —murmuró Joel, casi para sí—. Es híbrido. Parte digital, parte analógica. Con códigos redundantes… demasiado complejos para ser un simple sistema turístico.
—Lo diseñaron para aislar zonas enteras, no para proteger turistas —respondió Neizan, sin apartar la mirada de los datos—. Esto parece una instalación militar encubierta.
Joel lo miró por primera vez con atención. Había algo en su tono. Serenidad, pero también sospecha. Neizan no era solo un estudiante. Sabía más de lo que decía.
—¿Estás seguro de que eres solo un turista?
Neizan sonrió, leve.
—¿Y tú? ¿Seguro de que todo esto es un accidente?
Un pitido sacó a ambos de sus pensamientos.
—¡Puerta detectada! —dijo Joel.
En la interfaz apareció una señal: "Puerta cámara subterránea cerrada desde dentro. Sistema bloqueado. Apertura manual disponible desde terminal principal."
Joel tragó saliva. Esa puerta daba a donde habían bajado sus amigos.
—Están atrapados.
Neizan se movió rápido. Localizó el código del circuito y empezó a forzar una secuencia de apertura.
—Dame cinco minutos.
Joel dudó. Y por primera vez en mucho tiempo, dijo:
—Te ayudo.
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El sonido de la cámara cerrándose fué un susto para todos.
Eric corrió hacia la compuerta, pero no había forma de abrirla. Sara ya revisaba el panel exterior, sin éxito. Nico maldecía mientras empujaba una estructura metálica con fuerza inútil.
Y Cris…
Cris no decía nada.
Estaba quieta frente al cuaderno empapado que había encontrado minutos antes. Lo abrió con cuidado. Las hojas estaban manchadas de moho y sangre, pero algunas palabras aún se leían.
"Pruebas de comportamiento anómalo. Nivel 3. Actividad neurológica alterada."
"Exposición al calor activa la mutación."
"El proyecto no es estable. El suelo vibra. Ya no escuchan."
Cris se giró.
—Esto… no era una mina.
—¿Qué dices? —preguntó Sara.
—Era un laboratorio. O algo peor.
Eric bajó la mirada. Lo había sospechado desde que vieron los raíles. Esto no era excavación… era "CONTENCIÓN".
En la penumbra, algo crujió.
Sara levantó la linterna. Un pasillo lateral. Una sombra se movió. Era algo rápido y no humano.
—¿Lo habéis visto? —susurró Nico.
—Sí —dijo Eric, tenso—. Y no estamos solos aquí abajo.
El grupo retrocedió hacia la pared. Eric levantó la barra. Sara cogió un trozo de tubo oxidado. Cris tenía su móvil, pero no lo usó.
Porque lo que vino después fue un sonido húmedo, casi animal, seguido de un golpe seco contra una de las estructuras metálicas.
Y entonces… hubo silencio.
Demasiado silencio.
—Tenemos que salir —susurró Sara—. ¡Ya!
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¡Vamos! -Neizan introdujo el último código.
Un zumbido agudo resonó en el túnel.
Joel apretó los dientes.
—¡Funciona!
En la pantalla apareció: "Puerta desbloqueada. Apertura en curso."
—¡Lo lograste! —gritó Laia desde atrás, sin quitarle ojo al niño.
Neizan se levantó y miró a Joel con seriedad.
—Pero no estamos a salvo.
—¿Por qué lo dices?
Neizan no respondió. Solo miró la pantalla, donde ahora una nueva señal parpadeaba.
"Actividad térmica detectada en zona subterránea activa."
Y justo en ese instante, por las cámaras de seguridad, vieron a sus amigos corriendo por el pasillo, mientras una figura distorsionada los perseguía a toda velocidad.
Joel sintió un escalofrío en la nuca.
—¿Qué es eso?
Neizan tragó saliva.
—Eso parece.... !Una horda zombie!
—¿Tenemos que ayudarlos! Intenta bloqear las puertas una vez salgan! Exclamó Joel.
—A la orden. Dijo Neizan