Apocalipsis "La Leyenda Del Fin"

Capítulo II "Belfegor"

Calena había llegado a casa, buscaba las llaves para abrir la puerta, cuando sin siquiera tocarla la puerta se abrió.

Chloe estaba en la estancia con un señor de traje con tono de piel algo pálido y peinado con el cabello aplastado hacia un lado, ambos se quedaron viendo entre ellos y después voltearon a ver a Calena.

-Mi amor.... Llegaste.... ¡Por fin! -dijo entre cortada Chloe.

Calena sientió algo extraño en la mirada de su madre.

-Sí, llegué... ¡¿Y tú no fuiste a trabajar?! -preguntó Calena con toda la rareza del mundo.

-Si... Si, solo que salí temprano -dijo Chloe mientras se ponía de pie de la silla.

-Me puedes decir porque estás tan rara? -dijo Calena a Chloe mientras cerraba la puerta detrás de ella y no le despegaba la mirada a aquel hombre.

-Mucho gusto, si quieres yo puedo explicarte lo que está pasando. -dijo aquel hombre ajustándose la corbata y las mangas del saco mientras se mantenía en su asiento.

-Mira mi amor, este señor vino a verte... Y...

-¿Y...? -Interrumpió Calena algo nerviosa.

-He venido para llevarla con sus verdaderos padres señorita... ¿Calena? ¿Ese es el nombre que le pusieron? -dijo el hombre de traje y piel blanca como la nieve, ojos grises y cabello blanco.

-Mamá, ¿De qué habla este sujeto?... ¿Mamá? -dijo Calena tomando una respiración rápida como de fatiga.

-Mi amor, hay algo de lo que tenemos que hablar... -dijo Chloe mientras le decía con las manos que se sentara en la mesa.

Chloe le contó la verdad a Calena, Calena no podía creerlo, al principio pensó que era una broma de mal gusto, pero después de lo que le había ocurrido en la mañana no tuvo de otra más que creerlo...

-Pero entonces... ¿Tú quien eres? -le preguntó Calena al hombre de traje.

-Mi nombre es Belfegor, soy el mensajero de sus padres, ¿Creé que podamos hablar a solas? Su madre ya está enterada de esto que te voy a decir pero así como se lo dije a ella a solas te lo quiero decir a tí. -dijo Belfegor a Calena en tono calmado y serio.

-¿Mensajero? Que caraj... No entiendo nada. -dijo Calena frunciendo el ceño.

-Por favor, acompañeme señorita -Belfegor se paró de su asiento y se dirigió a la puerta de la entrada, la abrió y se quedó esperando a que Calena saliera.

Calena solo vió a su madre que tenía un rostro de sorpresa y tristeza, ella decidió salir a hablar con aquel sujeto... Tal vez le daría alguna respuesta de lo que le sucedió hoy, ella sabía que no eran coincidencias aunque todavía no podía creer lo que su madre le dijo del día que la encontró.

-Antes que nada debo aclararle que no debe poner en duda lo que voy a decirle, no le miento, es decir, no podría mentirle, sus padres me torturarían de las peores formas... Pero créame que no gano nada mintiendole tampoco. Muy bien comenzaré a explicarle, todo lo que le voy a decir, le repito, su madre ya lo sabe y está convencida que es verdad...

Calena estaba llena de intriga por saber su verdad, que tipo de persona eran sus padres verdaderos, del por qué de su nacimiento, de quien o qué era ella, de por qué le pasó lo que le pasó en la mañana.

-En primer lugar usted no se llama Calena, su verdadero nombre es Apocalipsis, usted es la princesa del tártaro, hija de Dioses, por así decirlo "oscuros", Usted es la creación de los señores de la muerte y las tinieblas, usted tiene el poder de todos los dioses, diosas de la muerte y destrucción de las diferentes culturas, Mictlantecuhtli, Tánatos, Anubis, Shinigami, Hela, Hades, YumKimil, Sejmet, Angra Mainyu, Lama, eres la encargada de destruir este mundo y a la humanidad, por eso te pusieron ese nombre, eres el fin que estaba marcado en las paredes de los infiernos, eres la que puede vencer incluso a los dioses que protegen a esta humanidad y no dejarán que se lleve a cabo el verdadero propósito de los dioses del mundo oscuro, los dioses que se oponen al propósito de su nacimiento son los verdaderamente malvados.

-Haber, haber, haber mi cuate, ¿Me estás diciendo que soy una diosa? ¿Una mutante? ¿Qué soy? -dijo Calena confundida.

-Usted podría ser más que eso, usted tiene el poder de dominar a la humanidad o destruirla -dijo Belfegor mientras le sonreía con una sonrisa blanca.

-No quiero destruir a la humanidad, ni al mundo en que vivo, no quiero... Mi mamá -dijo Calena mientras se recargaba en la pared.

-Usted no se preocupe, su madre está salvada por haber cuidado de usted... Ella no morirá, será sirvienta de usted, de mí, de las deidades... No puedes negar a que has venido al mundo. Pero otra cosa que he de decirle es que a partir de ahora, no podrá regresar al mundo que conoce, permanecerá a mí lado hasta que pueda enseñarle a dominar todo ese poder que tiene, por eso pedí que salieramos de la casa.

-¿Y si me niego a ir contigo? -preguntó Calena con temor a la respuesta.

-Créeme no te gustará la respuesta, será mejor que nos vayamos de una vez... -dijo Belfegor mientras caminaba alejándose de la casa.

Calena se acercó a la puerta y antes de tocar la perilla.

-Yo no te recomendaría que hicieras eso -dijo a la espalda de Calena, Belfegor.

Calena se quedó congelada por unos momentos sus ojos se abrieron como platos.

-Si tocas la perilla, tu madre morirá de una forma no muy agradable, y eso le pasará a quien sea con quién trates de comunicarte... Compañeros de la escuela, lo que sea, nos iremos lejos, nos aislaremos de todo el mundo.

-Quiere decir... ¿Quiere decir que no volveré a ver a mi madre? No podré... No podré despedirme -dijo Calena mientras sujetaba a su pecho el collar que su madre la regaló cuando entró a la Universidad.

Calena comenzó a llorar, se hincó en el suelo y Belfegor se acercó a ella, le tocó el hombro con dos dedos y ambos desaparecieron.




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