Apolo Moctezuma

IV.

Apolo Moctezuma

A la mañana siguiente, Apolo se tomo su tiempo en salir de la habitación. Todo, absolutamente todo le molestaba. Le molestaba escuchar el no escuchar, el sentir todo tipo de emociones.

A pesar de ser un hombre echo y derecho no le quitaban que fueran un hombre un tanto sensible ante los hallazgos. Sí, así era Apolo. Una niñaza disfrazada de masculinidad.

Dejo salir un suspiro y salió de la cama. Era casi medio día. Y él, tenia palabra.

Entro en su móvil y tecleo unos segundos, antes de que el sonido de una campanilla se escuchara. Su cometido estaba mas que echo.

Todo estaba dicho. No había vuelta atrás.

Aventó su móvil sobre la cama y se llevo ambas manos al rostro y lo tallo. Limpiando en ese instante las lagrimas que estaban desbordando sus ojos.

__ Eres un marica, Apolo.

Llevo sus manos a sus caderas y se quedo en esa posición durante varios minutos, quizá por mucho mas tiempo.
Unos cuantos toques en la puerta de su habitación lo hicieron regresar al presente.

Su nana, traía consigo una bandeja con café y pan tostado con omelet y guacamole. Esta vez, su nana no dijo nada simplemente, se fue directo a la mesilla provisional y colocó la bandeja.
Se dio la vuelta para salir de la habitación pero, se detuvo. Llego frente a Apolo y le dio un gran abrazo. Un abrazo lleno de cariño, con una calidez que ni el mismo recordaba tener. Este, dejo salir todas sus lagrimas y sollozos contenidos. Pero, entre hipidos Apolo pregunto:

__ ¿Tan malo soy nana?

_Por supuesto que no, niño.

__¿Entonces, porque no me quiere?

_ Por supuesto que te quiere. Solo que, no saben como demostrarlo.

__ Es una vil mentira nana. Todo este tiempo me mentí a mi mismo, una y otra vez. Solo era un contrato. Se suponía que no tenia que haber sentimientos de por medio pero, ¿Como le digo a mi corazón que no sienta? ¿Como hago para no pensar todo el tiempo en ella? ¿Como le hago para que mi mundo no gire en torno a ella?

Su nana Carlota, bajo sus brazos y dejo que despotricara con todo lo que había en la habitación. Dejo que sacara todo. Ella solo podía ofrecer consuelo.

Las botellas de perfume de alta gama salían volando por todos lados, estrellandose en las paredes de la habitación. Espejos quebrados, porta retratos...... todo lo que encontraba a su paso.

Su nana solamente miraba lo que Apolo hacia. Tarde o temprano esa relación tenia que terminar. Era mejor ahora que mas adelante, cuando ya no hubiera remedio. Quizá este sufriendo pero, tiene toda una vida por delante. No es que le cayera mal Hannah, al contrario, la quería y respetaba. Pero también miraba como era con Apolo. Y entre Hannah y Apolo, siempre estaría primero, su niño, Apolo. El niño de su señora.

__Basta niño. Es suficiente.

Carlota repetía varias veces pero Apolo no escuchaba sus palabras.

__¡HE DICHO QUE ES SUFICIENTE!

Apolo se detuvo de inmediato, quedando con ambas manos en el aire y con un jarrón en ellas. Tenia los ojos inyectados de sangre, las mejillas coloradas y la respiración agitada.

__Baja ese jarrón niño.

Apolo no escucho y solo, soltó el jarrón y este, se estrello contra el suelo de la habitación. Carlota solo cerro sus ojos y dejo salir un suspiro.

__Entra en la regadera, yo me encargo del desorden.

_ ¿Nana?

__ Anda. Entra en la regadera. Cuando salgas, te sentirás mejor y entonces tendrás tiempo para todas las disculpas. Sobre todo por ese último delito que acabas de realizar.

Apolo frunció en entrecejo y miro hacia donde Carlota apuntaba con su barbilla. Apolo, palideció.

__¿Nana?

_Lo pondré en una caja. Mas tarde podrás realizar con él lo que mejor sabes hacer.

Entro en la regadera y se quedo largo tiempo debajo del chorro de agua fría. Su cuerpo entumecido no sentía absolutamente nada. A él, no le agradaba el agua fría, pero esa mañana, tenia que quitar ese calor corporal que desprendía con todo el enojo y, su mal comportamiento. Cuando finalmente salió, su habitación no era la misma de antes pero, estaba limpia. No tenia espejos y eso estaba bien. Ahora, lo que mas le preocupaba es, haber hecho añicos el jarrón de porcelana antiguo que su madre tenia desde que era una niña. Quizá no fuera el mas caro de todo el mundo pero, tenia historia en la familia....

Dejo salir un suspiro y se coloco un pijama. Su nana ingreso a la habitación ya entradas las seis de la tarde. Traía consigo otra bandeja con algo de comida. Pero Apolo no había probado bocado desde la mañana. Su nana negó un par de veces con la cabeza y dejo la bandeja nueva y se llevo la otra.

_He tenido que llamarle.

Su nana Carlota se detuvo en la entrada de la puerta de su habitación, antes de cerrar la puerta fue lo que le dijo.

__¿Por qué?

_No me dejaste otra opción. No es algo que puedas hacer solo. Necesitas ayuda.

__Él no me ayudara en absolutamente nada. Al contrarió, me hundirá junto con él, en el fango.

_No hables de esa manera.

Abandono la habitación al paso que sus piernas le permitían y se perdió por el resto de la tarde en la casa. No había necesidad de mirar mas. Todo estaba dicho.

Mientras tanto Apolo, se comía las uñas de los nervios. No sabía como fraternizar con el enemigo en absoluto porque eso es lo que ellos son <Enemigos> a muerte, o hasta que la herencia los separe, pero mas haya de todo, todo esto tiene un punto totalmente diferente.

Aunque se sentía un tanto tenso por la llegada, no tenia tiempo que perder, no podía encontrarlo de esa manera, como si fuera algo que no vale la pena salvar, porque así se sentía e esos momentos. Como si le hubieran clavado un puñal por la espalda. Cuando este mismo entro sin campasión y por la puerta principal. Apuñalando su corazón y todo lo que lo rodea.




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