DIEZ DÍAS ANTES DE NAVIDAD
El viento helado de diciembre cortaba el aire mientras Clara estacionaba su auto en el abarrotado estacionamiento de "Evergreen Trees," la tienda de árboles de Navidad de toda la vida en el pueblo. A solo diez días de Navidad, la pequeña ciudad de Michigan estaba en plena euforia festiva: luces colgando de cada farola, villancicos sonando en cada esquina y el aroma a pino y galletas recién horneadas flotando en el ambiente.
Clara, una decoradora de interiores y amante declarada de la Navidad, estaba emocionada. Había regresado para pasar las fiestas con su familia y, como cada año, su primer paso era encontrar el árbol perfecto. No obstante, justo cuando fijó su vista en un pino frondoso y simétrico, un ligero empujón la sacó de su ensimismamiento.
—Oye, disculpa… —dijo un hombre a su lado con voz impaciente. Era alto, de cabello oscuro y con una bufanda mal acomodada que le daba un aire desordenado—. Creo que llegué antes a este árbol.
Clara lo miró, sorprendida, y después sonrió, dejando escapar una pequeña risa.
—¿En serio? Porque estoy bastante segura de que lo vi primero —respondió, cruzando los brazos mientras su tono de voz mantenía un toque juguetón.
Él alzó una ceja, incrédulo, como si hubiera escuchado una broma.
—Mira, no soy de aquí, solo vine a resolver unos temas de trabajo, así que realmente no estoy en “modo Navidad” como parece que estás tú. Pero tengo cosas pendientes y este es el único árbol que me sirve.
—Eso ya lo veo. Pero ¿no crees que el árbol podría estar mejor con alguien que sí quiera disfrutarlo al máximo? —respondió ella con una sonrisa desafiante—. Soy decoradora de interiores, ¡y esto es importante para mí!
El hombre suspiró, claramente irritado pero también intrigado por la energía de Clara.
—Ok, ¿cómo quieres resolver esto? —preguntó, resignado pero manteniendo un tono seco.
Clara lo pensó unos segundos y sonrió con picardía.
—¿Qué te parece una apuesta? —dijo, mirando el árbol y luego a él—. Yo te dejo el árbol, pero a cambio, tienes que pasar los días que restan hasta Navidad participando en las festividades conmigo. Si después de eso sigues sin disfrutar la Navidad, entonces lo dejamos así. Pero si descubres que realmente puedes encontrarle algo especial… entonces yo gano.
El hombre la miró en silencio, claramente sorprendido por la propuesta.
—¿Y qué gano yo si al final no me convence nada de esto? —preguntó con desdén, aunque algo en sus ojos reflejaba una chispa de interés.
—Te llevarás el árbol gratis, y te prometo que no volverás a escuchar la palabra “Navidad” en toda tu estancia aquí —dijo Clara, alzando una mano para estrechársela y cerrar el trato.
Él dudó, pero finalmente tomó su mano, estrechándola con una leve sonrisa sarcástica.
—De acuerdo, trato hecho. Soy Lucas, por cierto.
—Clara. Y no te preocupes, Lucas, será una experiencia inolvidable —dijo ella, riendo para sus adentros.
Mientras Clara se alejaba hacia su auto, no pudo evitar sentir una mezcla de curiosidad y anticipación. Había algo en ese joven escéptico y misterioso que la intrigaba. Tal vez la Navidad de este año le traería una sorpresa inesperada. Para Lucas, sin embargo, todo aquello parecía el inicio de un desafío que estaba seguro de que iba a ganar… o al menos, eso creía.