Apuesta NavideÑa

CAPÍTULO 2

UN ÁRBOL DE NAVIDAD

Amaneció en Michigan con una capa de nieve fresca cubriendo el suelo y el aire impregnado de un frío cortante. Para Clara, era el primer día de la apuesta que había hecho con Lucas, y tenía todo planeado para dar inicio a las festividades. Sabía que su misión no sería fácil; después de todo, Lucas era un escéptico confeso de la Navidad, pero Clara estaba decidida a demostrarle que esta época del año podía cambiar hasta al más terco de los corazones.

Eran las diez de la mañana cuando Clara se encontró con Lucas en la cafetería local, un lugar acogedor que rebosaba decoraciones navideñas, desde guirnaldas hasta una gran corona adornando la puerta. Lucas llegó puntual, aunque con una expresión de cansancio y una bufanda que apenas lograba abrigarlo.

—No esperaba verte tan puntual —comentó Clara, sonriendo mientras él se sentaba frente a ella.

—Dijiste que había que empezar temprano —respondió él, intentando disimular su indiferencia mientras miraba las decoraciones con leve incomodidad—. Aunque sigo sin entender qué tiene de especial la Navidad como para hacer todo esto.

Clara rodó los ojos con paciencia y le extendió un pequeño paquete envuelto en papel rojo con un moño plateado.

—Bien, entonces vamos a hacer que entiendas —dijo, mientras Lucas la miraba, sorprendido—. Este es tu primer regalo de Navidad.

Él lo tomó, dudoso, y comenzó a abrirlo lentamente, revelando una bufanda de lana gruesa en tonos verdes y rojos.

—¿Una bufanda? —preguntó, con una ceja alzada.

—Sí, no podemos empezar las festividades si estás temblando de frío —respondió ella con una sonrisa cálida—. Además, creo que te sienta bien un poco de color navideño.

Lucas resopló, aunque su boca se torció en una sonrisa apenas perceptible. Se puso la bufanda, sintiéndose algo ridículo, pero sorprendentemente cálido.

—Bueno, ¿y cuál es el plan para hoy? —preguntó, resignado pero curioso.

Clara sonrió ampliamente, claramente emocionada.

—Vamos a la plaza del pueblo. Hoy se inaugura el mercado navideño, y quiero que lo veas conmigo. Hay puestos de artesanías, pasteles, velas y un montón de cosas increíbles. ¡Ah, y vamos a decorar un pequeño árbol juntos!

Lucas puso los ojos en blanco, pero la siguió hasta la plaza, donde las luces navideñas colgaban de cada esquina y el olor a galletas de jengibre llenaba el aire. La plaza bullía de actividad, con niños riendo y parejas paseando de la mano. Clara le enseñó cada detalle: el puesto de las velas perfumadas, los adornos hechos a mano, y los dulces típicos que probó mientras él miraba de reojo, sin comprometerse demasiado.

Finalmente, llegaron a un área con árboles pequeños dispuestos para que los visitantes los decoraran. Clara se acercó a un árbol modesto, pero frondoso, y comenzó a sacar adornos de su bolso.

—Vamos, Lucas. Éste es nuestro primer proyecto juntos —dijo, extendiéndole una serie de esferas doradas.

—No entiendo por qué alguien gastaría su tiempo decorando algo que en dos semanas tendrá que quitar —replicó él, aunque tomó las esferas de todos modos.

—Es algo simbólico —explicó Clara, mirándolo a los ojos—. Decorar un árbol es como poner tus deseos para el año que viene. Cada esfera y cada luz representa una esperanza, algo bonito que esperas que suceda.

Lucas se quedó en silencio unos segundos, mientras una leve sonrisa asomaba en sus labios.

—¿Y cuáles son tus deseos, Clara? —preguntó, sorprendiéndose a sí mismo.

Clara se quedó pensativa mientras colocaba una estrella dorada en la punta del pequeño árbol.

—Supongo que, este año, mi deseo sería… que todos tengamos una Navidad feliz y en paz. Y, ya que lo preguntas, espero que descubras algo que te haga ver la Navidad de otra manera.

Lucas no dijo nada, pero el brillo en los ojos de Clara y la calidez que transmitía la plaza le hicieron sentir que, tal vez, había algo más en la Navidad de lo que él había creído hasta ahora.

Ese primer día terminó con ambos frente al árbol decorado, bajo la luz de la plaza y el frío viento que comenzaba a calarles los huesos. Pero mientras Clara hablaba animadamente sobre los planes para los días siguientes, Lucas se dio cuenta de que, aunque todavía no entendía bien lo que estaba haciendo allí, el espíritu navideño de Clara estaba comenzando a contagiarlo… un poco.



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En el texto hay: humor, navidad, apuesta de amor

Editado: 15.11.2024

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