Aquel amor que casi me llegó a matar (en edición )

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Ya habían pasado tres semanas desde que lo perdí a él y también mi trabajo, pero el dolor seguía siendo el mismo, el mismo de aquel día, pero por más rota que me sintiera, el mundo no se detuvo por ello y no lo hará jamás, las cuentas se seguían acumulando, los problemas seguían sumándose, sabía que con el dinero que me quedaba solo podría sobrevivir dos o tres semanas más.

Mi hogar se encontraba hecho un desastre, yo era un desastre a pesar de tener una casa lo bastante cómoda yo seguía durmiendo en el sofá por no tener el valor suficiente para poder entrar a mi habitación y deshacerme de todo lo relacionado con la boda. 

Toda la tarde me la pase viendo la puerta de mi habitación, me arme de todo el valor que, aún quedada en mí, tome una caja y en un impulso entre sin pensarlo. Todo estaba cubierto por la oscuridad unos escasos rayos de luz podían atravesar las cortinas, seguía exactamente igual a como lo deje.

El vestido seguía en la cama, el ramo ya se encontraba completamente marchito, mis pendientes, los zapatos, el velo desgastado y sucio después de todo el ajetreo al igual que la desesperación de querer llegar a casa lo más rápido posible.

Tomé un objeto a la vez, pero la ira crecía dentro de mi cada vez que los tenia entre mis manos, los aventaba a la caja con todas mis fuerzas, tomé la caja ya llena solo para aventarla contra la pared y de nuevo todo se rego por el suelo. Tiré los zapatos contra el espejo tratando de sacar esa ira que aún se encontraba dentro de mí, los pedazos de vidrio cayeron uno tras otro, tomé el vestido, pero ahora con la intención de romperlo, pero a pesar de que puse todas mis fuerzas solo se desgarro un poco.

Sin darme cuenta las lágrimas ya habían comenzado a salir.

—¡Él se fue y no va a volver, eso lo sabes bien! —grité a esas cuatro paredes que era lo único que me acompañaban ahora.

Todo se quedó en silencio otra vez, ese silencio que me ha estado atormentando todos estos días solo que ahora no lo combatí, acepte el silencio como si se tratara de un viejo amigo, me quedé ahí inerte esperando que este me envolviera por completo.




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