Aquel amor que casi me llegó a matar (en edición )

29

Sali del restaurante y le pedí que no me siguiera, pero sabía que probablemente haría caso omiso de mi petición. Estaba dándole la vuelta a la esquina cuando lo escuche gritar mi nombre.

—¡Katherine espera por favor!—escuche a mis espaldas.

Lo ignore para seguir mi camino, sin embargo, a los pocos segundos ya se encontraba enfrente de mí.

—Te pedí de favor que no me siguieras—dije mientras podía ver sus mejillas rojas por haber corrido para alcanzarme.

—No quería dejar las cosas así—respondió con la voz entrecortada.

—Has hecho cosas peores que correrme del trabajo Jonathan—hable deseando que mi tono de voz reflejara el asco que sentía en ese momento.

Comencé a caminar y el simplemente me siguió el paso, se quedo a mi lado sin decir nada.

—¿Qué pretendes al seguirme?—pregunte sin mirarlo al rostro.

—Poder hablar contigo—suspiro—Una conversación de verdad no como la de la cena de hoy.

—¿Queda algo más que decir?—pregunte de nuevo.

—Yo tengo algunas cosas que decir—suspiro de nuevo.

Decidí no contestar de nuevo, vi una pequeña expresión de decepción, pero el sabe que se merecía mi desprecio.

—Dayana me pidió que yo hablara con el rector de la universidad ya que le habían ofrecido un puesto, pero no quería toparse contigo después de lo que paso—me dijo lentamente como si existiría alguna forma de minimizar las acciones de aquellas palabras.

—A parte de ser una zorra resulto también ser una cobarde—dije con una pequeña risa sarcástica.

Sabia que no era corrector expresarme así de una persona que fue mi amiga, pero también estoy en todo mi derecho después de todo lo que paso.

—No fue solo ella el único cobarde—dio un gran suspiro—Yo también fui un gran cobarde porque yo fui el que pidió que te echarán, en el fondo yo también ya no podía ni tenía el valor para verte a la cara.

Una vez más decidí no responderle y hubo un largo silencio por parte de los dos, el único sonido que nos acompañaba era el de las suelas de nuestros zapatos al impactar con el suelo.

No estaba dolida solo un poco sorprendida, pero creo es cierto que el amor nos vuelve ciegos, yo los amaba con locura a ambos, ojala me hubiera dado cuenta de las señales porque sé que habían solo que yo no las sabia interpretar, poco a poco esa figura de la tenia de mi mejor amiga se cae pedazo por pedazo y me duele saber que conforme mas pasa el tiempo solo veo transformarse en un monstruo a aquello que un día llame mi amiga.

Pero que la culpa no es solo de ella ya que al hombre que decidí amar no era un hombre era un cobarde buscando compañía o buscando aquello que lo hiciera sentir completo, pero nada lo haría sentir completo hasta que el se encontrará a si mismo.

—Sabes conforme más pasa el tiempo, siento algo muy tonto de todo esto—hable por fin—O al menos eso creo ahora.

—Dime—dijo enseguida.

—La culpa fue mía porque escogía a un chico que me iba a romper corazón y aun así decidí amarlo—dije acompaño con un gran suspiro lleno de melancolía.

Un pequeño silencio, una pequeña pausa, un suspiro y el hablo.

—James fue mi intención romperte el corazón—dijo con la voz entrecortada.

—Quizás no fue tu intención, pero lo hiciste y dices que tu intensión no era lastimarme, pero ese día—di un suspiro—Apuntaste a mi corazón no para dañarlo si no para matarlo.

Se quedo ahí, inmóvil sin decir nada, lo mire una vez más y escape de nuevo, como todas las veces que hecho al encontrarme con él.




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