Aquel amor que casi me llegó a matar (en edición )

57 / Bobby

Mi cabello se había vuelto uno con el viento, los rayos de Sol se sentían tan cálidos y solo sonreía mientras Bobby conducía hacia el horizonte.

—¿Cómo te sientes?—pregunte con la sonrisa aun en mi rostro.

—Estoy muy emocionado pero igual estoy muy nervioso, me alegra que nos tomáramos este fin de semana para los dos solos—su mirada estaba fija en el camino.

—A mí también me da gusto—la brisa rosaba con delicadeza mi rostro—Creo que ambos lo necesitábamos.

La carretera casi se encontraba vacía, solo podías observar algunos automóviles cruzar con nosotros de vez en cuando.

Bobby quería alejarse y relajarse un poco de todo el alboroto de la boda, así que me pidió que pasáramos unos cuantos días los dos solos, acepte sin problemas ya que yo igual necesitaba relajar un poco mi mente después de todo lo que he vivido estos días.

Desde mi nuevo comienzo gracias a Larisa y también quizás con el que fue mi último encuentro con Dayana.

—¿Y tú como estas?—me sonrió por un pequeño segundo—Has tenido muchas emociones estos últimos días.

—Creo que después de mucho tiempo—mi voz se quebró—Después de mucho tiempo puedo decir que estoy bien.

—Te mereces estar bien—me tomo de la mano—Te mereces eso y más.

La brisa se hacía cada vez más fuerte, ya se podía ver el mar a lo lejos y algunas aves pasar por encima de nosotros.

La playa se ha vuelto un lugar especial para ambos y que mejor lugar para que pasemos los dos.

—Ya hemos llegado—la emoción era evidente—Al fin hemos llegado, reconoces el lugar ¿verdad?

—Si—di un pequeño suspiro—Aquí es donde estuvimos la otra ocasión, solo que ahora soy diferente, soy muy diferente a aquella mujer que llego aquí.

Bajamos el poco equipaje que traíamos con nosotros, abrió las ventanas para que la brisa se esparciera por toda la casa, yo me asegure que el auto se encontrará asegurado, de regreso a la casa Bobby me tomo de la mano y comenzó a correr hacia el mar, ambos nos tropezamos algunas veces por culpa de la arena, ambos reíamos mientras seguíamos corriendo hacia el mar.

Y fue ahí, mientras corría, mientras la brisa del mar impactaba mi rostro, mientras que mi risa casi no me dejaba respirar, mientras que Bobby tomaba con fuerza mi mano, fue ahí cuando me di cuento lo feliz que ya era otra vez.

Fue ahí cuando me di cuenta de lo cuanto ya había sanado, fue ahí cuando me di cuenta de quién me ayudo a pesar de todo, fue ahí donde mi corazón ya no sentía dolor si no agradecimiento, fue ahí cuando me di cuenta de ya era otra yo.

Entramos al mar, el agua era helada pero no lo suficiente para detenernos, el me tomo de la cintura y me tiro al agua, las risas aún continuaban, ahora era mi turno de tirarlo a él, lo tome con tanta fuerza que ambos caíamos al mar.

—No eres muy buena en esto—el solo se reía de mí.

Las olas impactaban nuestros cuerpos, y el sol poco a poco se iba perdiendo en el horizonte.

—Ya sé, no soy muy buena para ese tipo de cosas—ahora yo me reía de mí.

Nos sentamos en la orilla del mar, la brisa ahora se encontraba más fuerte y el impacto de las olas del mar me traía mucha paz, una paz que hace tiempo no podía experimentar.

—¿Hay algo que quieras decir?—el solo miraba como el sol se ocultaba poco a poco.

El cielo ahora se encontraba en un hermoso color naranja, aun se podía observar como algunas aves partían para llegar a sus nidos, el impacto de las olas seguía su ritmo, era como si me hablara, si me dijera que él se llevaría todos mis problemas.

—¿Ya nos pondremos nostálgicos?—bromee al respeto pero después de mi voz cambio—Gracias, gracias por todo creo que así resumiría todos estos meses.

Él no despegaba su mirada del mar y tomo una de mis manos con fuerza.

—No tienes que darme las gracias de nada—sentí que su voz se quebró—Creo ni tú te das cuenta del gran ser de luz que eres, siempre dándome las gracias por todo lo que he hecho por ti pero tú también has hecho mucho por mí, has llenado de tanta luz mi vida, la has llenado de tanta alegría, creo que no te has dado cuenta de toda la dicha y alegría que le traes a otros.

—Aun le tengo miedo a eso, creo que jamás podre creer todo eso de mi—ahora yo lo tome de las manos—Pero gracias por ver en mi algo que yo aún estoy buscando.

Nos quedamos sin decir nada mas pero la brisa aun nos hacía compañía al igual que la el sonido del mar, solo que ahora la luz que nos acompañara era la de la luna, una gran luna blanca que iluminaba nuestros rostros.

Ambos nos dejamos caer en la arena, el me hizo una seña para que yo lo abrazara y colocara mi cabeza sobre su pecho, solo éramos nosotros dos con la inmensidad de la noche.

—Te voy a extrañar mucho cuando este en Madrid—una lágrima se deslizo por mi mejilla—Todo esto es lo que más voy a extrañar cuando ya no este.

—Yo también te voy a extrañar mucho pero quiero que de una vez por todas seas libre—me abrazo con fuerza—Y pase lo que pase, y estés donde estés recuerda que yo siempre cuidare de ti.




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