El despertador irrumpió mi ligero dormitar, marcaba justo las 5:00 a.m., me coloque en la orilla de la cama, no había dormido del todo bien, llevaba algunas noches con insomnio, el trabajo en la universidad llego a su punto máximo debido al nuevo semestre que se encontraba a unos cuantos días de iniciar.
La presión por dirigir la institución sola con la ayuda de Larisa ya había causado estragos en mi vida personal, era demasiado trabajo para las dos, ella se encargaba de la parte administrativa y la promoción, mientras que yo en la capacitación del personal, entrevistas con los docentes, dar la bienvenida a los estudiantes. La empresa estaba en las manos de las dos, aunque no creo que pedir ayuda nos hace menos capaces, aunque ella no quiere defraudar a su padre y después de la gran oportunidad que me han brindado solo me queda aceptar las decisiones que Larisa crean que son lo mejor para la universidad.
Mire mi apartamento, me tome un pequeño momento para obsérvalo a detalle, se encontraba en penumbras, solo unos cuantos rayos de sol carentes de intensidad entraban por los grandes ventanales que me enseñaban en su mayor esplendor a la imponente Madrid.
Un vestido entallado negro fue la elección de mi atuendo, combinaba a la perfección con mis tacones rojos y mi labial carmesí, un claxon anunciaba la llegada de mi transporte.
—¡Buenos días, señorita Katherine!—Santos me regalo una enorme sonrisa mientras sostenía la puerta del auto—Pinta para ser un día maravilloso.
Tenía esa buena vibra clásica de todos los lunes, a pesar de ser alguien mucho mayor, parece que ha aprendido a disfrutar en todo momento de los pequeños detalles que nos regalaba la vida. Me gustaría ser un poquito más parecido a él, tener esa esencia de disfrutar cada uno de los momentos que pasamos a lo largo del día.
—Parece que si—le regrese la sonrisa con toda sinceridad—Espero que sea un buen día para ambos.
El me respondió con otra gran sonrisa que pude observar por el retrovisor del auto, he de confesar que lo mejor de mis días siempre resulta ser mi viaje camino a la universidad acompañada de Santos, quizás sea algo atrevido de mi parte pensar de esta forma, pero creo que somos buenos amigos.
El viaje fue más rápido de lo que esperaba, lo cual me causo una ligera decepción, solo quería llegar al final de mi vida para poder estar en este auto de regreso a casa. Me reincorpore de golpe para regañarme a mí misma ya que debería estar agradecida de lo que tengo ahora.
Santos me ayudo a bajar, para después alejarse con el auto hasta que yo lo necesitara de nuevo.
La escuela se encontraba en completo silencio, solo el personal de limpieza se aseguraba que todo estuviera impecable, camine a la sala de juntas, Larisa ya me espera con el tradicional café de inicio de semana.
—Ahí está la mejor directora que pudo tener esta institución—bromeo al mismo tiempo que yo empujaba la gran puerta de cristal para entrar al salón.
Tome el café, mientras ella terminaba de acomodar unas carpetas en la mesa.
—¿Qué tantos pendientes tienes el día de hoy?—la cuestione mientras daba el primer sorbo de café para terminar de despertar.
—Estoy por cerrar un contrato para brindar becas deportivas a los estudiantes, mientras este en nuestras posibilidades ayudar lo tenemos que hacer—me entrego unos papeles—También asistiré a una convención de universidades para promocionar la nuestra.
“La nuestra” esas pequeñas palabras resonaron en mi cabeza, a veces se me olvido todo lo que he logrado en estos largos cuatro años, ha sido un viaje maravilloso entonces ¿Por qué aun sigo sintiendo este vacío?
Inspección los papeles que me entrego Larisa, las plantillas de cada especialidad estaban ya casi completas, solo quedaba cerrar contrato con los docentes y eso era todo; la escuela de salud, de admiración, de ingeniería ya estaban completas. La única que aún nos causaba problemas era la de artes.
—Hoy tengo unas cuantas entrevistas y solo una realmente encaje con el perfil que necesitábamos—masculle con algo de frustración—¿Qué tan difícil es encontrar un profesor de artes?
—La carencia de docentes se debe a la carencia de oportunidades, no podemos exigir que el área de artes esté cubierta cuando en este país no se le da la importancia que merece—Larisa fue directa—Solo tranquila, yo sé que encontráremos lo que necesitamos.
A pesar del tiempo parecía que Larisa siempre podía darme lecciones nuevas.
—No lo había visto desde esa perspectiva, supongo que tienes razón—masculle—Espero que en las entrevistas de hoy encuentre un buen candidato para el puesto.
Nos dividimos los pendientes restantes, Larisa se despidió dándome un beso en la mejilla, se alejó mientras su vestido floreado se movía de lado a lado.
Recorrí los pasillos del campus en buscada de algún problema todo parecía estar en orden, lo cual disminuyo mi estrés, me dirigí a mi oficina para esperar a los interesados por el puesto.
A la hora acordada ya se encontraban varias personas en la sala de esperar, la secretaria los hizo pasar uno por uno.
Trata de ser lo más flexible posible debido que al tiempo se encontraba en mi contra, ya solo una semana nos separada del inicio de curso y estaba completamente desesperada por encontrar a alguien que se encargara de la rama de artes.