Aquel Viejo Sentimiento

Un día difícil

Las lluvias nebulosas oscurecían el cielo de New York en este mediodía candente.

Una esbelta joven de cabello corto que portaba unas gafas que opacaban su preciosa mirada, corría presurosa por la avenida principal que cercaba el Central Park.

En una mano balanceaba su IPhone y traiga colgada una cartera al hombro. Estaba buscando a alguien.

—Maldición—pensó Amy—. A estas alturas jamás lo encontraré y no atiende el móvil, Benjamín se enfadará y me moriré de vergüenza ante Frederick por llevarle respuestas insuficientes.

Llevaba prisa.

De pronto, recostado en uno de los árboles, con un cigarrillo en la boca y con una guitarra a sus pies, divisó a su objetivo.

Un joven alto, de unos 25 años, esbelto, que cubría sus ojos de zafiro con anteojos oscuros y con una distintiva coleta que enmarcaba una larga cabellera oscura.

—Señor Hunter—gritó Amy—. Ni se imagina como lo he estado buscando, usted apagó su móvil y llevo rato intentándolo ubicar.

El joven la miró, sacando el cigarro de su boca y espetó:

— ¿Y ahora qué pasó? ¿Por qué ese escándalo? ¿que no te dije que no quería que me molestaran?

—Lo lamento Señor Hunter —respondió Amy algo jadeante por haber corrido tanto y tomaba aire—. Los señores Frederick y Benjamín decidieron adelantar la conferencia de prensa de anuncio del lanzamiento de los DVD de los conciertos y comenzará en exactamente en 3 horas y vengo a buscarlo para que pueda prepararse.

Dylan la miró.

Amy era su asistente personal.

Sin duda, a veces lo exasperaba con su atención excesiva de los detalles, pero sin duda la tenacidad y competencia de ella le habían salvado el pescuezo en numerosas ocasiones.

Dylan era uno de los miembros de una de las bandas musicales más exitosas de Estados Unidos

Era la voz principal de Stars In Heaven.

Grupo que había fundado con sus dos hermanos Benjamín Y Frederick.

Benjamín tocaba la guitarra y se encargaba de trabajar las partituras con los músicos que los acompañaban.

Frederick tocaba el piano y era el coautor de la mayoría de las composiciones que conformaban el repertorio del Grupo.

Amy siguió diciendo:

―Además, hay otro tema que debe saber. Volvió a llamar el abogado Neill ―con voz ligeramente más pausada, porque el hecho de haber sido asistente de Dylan durante más de 6 años la facultaba a diferenciar perfectamente cuando algo en verdad le dolía a su Jefe.

― ¿Neill? ―preguntó Dylan―. El nuevo abogado de divorcios de Lysa, supongo ―añadió mientras volvía a poner el cigarro en la boca.

―Sí, en efecto es el nuevo abogado de la señora Lysa, obviamente no le di tu teléfono móvil, pero si me pidió una cita contigo y quedé en regresarle la llamada ―dijo Amy ―. Ahora ya vayámonos Señor Hunter, debemos prepararlo para la conferencia, ya está el equipo de vestuario esperándolo.

Esto Amy, lo dijo más en plan de sacarlo de mal sabor de la llamada de aquel abogado, porque sabía que aquello ponía de mal humor a Dylan.

Dylan se incorporó, tomó la guitarra del suelo y arrojó el cigarro y se puso en marcha con su asistente rumbo al Convertible estacionado a la vuelta del Parque.

―Ok, señora Culpeper, como tú digas, mientras tanto me vas a explicar ¿cómo demonios hiciste para encontrarme aquí?, si me aseguré de apagar el GPS.

―Te conozco y sé que son fechas horribles para ti y este bendito parque es lo único que te calma ―respondió Amy, ya sentada en el lado de conductor y abandonando la pose formal.

Los años que pasó trabajando con él, le daban ese permiso para hablarle de esa forma.

A pesar de muchas cosas, él consideraba a Amy como una hermana. Aunque la chica insistiese en poner distancia entre los dos.

De verdad la apreciaba.

Mientras subía al vehículo, lo encendía y tomaba rumbo al puesto comando principal de Stars In Heaven, con Amy sentada al lado, quien no paraba de hablarle de la agenda de la conferencia.

Dylan no la oía.

En verdad, eran fechas horribles para él y Amy lo sabía.

Sumado a la llamada de aquel abogado Neill.

Ese día se cumplían exactamente doce meses de estar separado de su esposa.

Lysa Morris, quien también era la madre de su hija Lizzie Lizzie, fruto de ese matrimonio, y quien también estaba a pocos días de cumplir el primer año de vida.

El nacimiento de la niña vino a opacar en parte el profundo dolor que le ocasionó la separación con su madre. Ella lo había echado de su vida de la manera más déspota...y todo por un maldito malentendido.

Él, gracias, a su dinero e influencia había podido batear los intentos de inicio el trámite de divorcio que quería impulsarle su ex mujer.

Le dolía demasiado.

Aun.




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