Verde Pistacho
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Desperté al día siguiente por los rayos de luz que se colaban entre las cortinas de la habitación, que convertían el espacio de paredes crema y colores claros, en uno de color anaranjado. Desde que me mudé, habia mantenido las cosas en la habitación al mínimo sabiendo que eso arruinaría mi estética.
Tantas cosas solo generan un ruido visual.
Solo está la cama matrimonial con sabanas corales, una mesa de noche, encima de esta un cuadro que conseguí en una tienda de segunda mano, frente a mí una cómoda blanco donde guardo gran parte de mi ropa del día a día —al menos la que no requiere que la cuelgue en el pequeño armario—, una lámpara, algunos cofres con accesorios y al lado, junto a la venta, mi espejo cuerpo completo y los bolsos que uso.
Me giré y observé la hora en mi mesita, dándome cuenta que estaba sobre la hora para irme al trabajo, así que casi salté de la cama y corrí hacia el baño al otro lado del pequeño pasillo del departamento.
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—Tani lloró como no te imaginas — Zoe suspiró sonriendo achinando aún más sus ojos orientales — Mack no se quedó atrás — Se hundió más en su silla en la pequeña salita de descanso que tenemos en el local, donde podemos comer y calentar la comida en el microondas.
Zoe es una chica baja de 1.60, delgada por sus genes chinos, y con su característico cabello negro azabache liso que le llega hacia la mitad de la espalda.
—Ambos sufrieron mucho hasta dar ese paso — Comenté pellizcando mi magdalena antes de llevarme el trozo de mi desayuno a la boca — Parece que la madre de Tania se impuso hasta mas no poder.
— ¿Por qué los padres son tan insufribles? — Gruñó mi compañera — Tu mamá no se queda atrás.
Me encogí de hombro y tomé un sorbo de mi taza con más leche que café, queriendo restarle importancia a ese tema, aunque en el fondo también me frustre.
— ¡Muy buenos días, chicas! — Al dirigir mi mirada hacia le entrada de la sala, nos encontramos a Isaac entrando muy sonriente, y al instante la estancia se siente más pequeña.
¿Cómo no? Ese chico con su apenas 1.78 y figura delgada hace todo la estancia diminuta. Todas nuestras clientas suelen quedarse embobadas cuando le conocen, y no es para menos, ya que su rostro en atractivo, delgado con hoyuelos, su cabello rubio es rizado un tanto largo y sus ojos verdes suaves son su sello.
—Vaya, alguien trae buen ánimo hoy — Le tiré una mirada divertida a Zoe antes de fijarla en Isaac quien se movía por el mesón sirviéndose café.
—Animo, sí. Resaca, también — Suspiró dándose la vuelta hacia nosotros y arrastró la silla junto a mí antes de dejarse caer, aun con una sonrisa.
—Un domingo — Alcé una ceja divertida.
—Claro — Se encogió de hombros — Tuve un motivo especial. Un...grato encuentro con un viejo conocido...— Noté la mirada traviesa que le dedico a su taza.
—Pensaba que odiabas a tus viejos conocidos por sus tendencias a la homofobia — Curioseó Zoe levantándose para tirar el envoltorio de su muffin.
—Y eso no cambia — Zanjó nuestro amigo — Sin embargo hay gente de mi pasado que si valía la pena ¿Quién es uno para no caer en sus encantos?
—Eso diría Zoe si regresara con su ex — Zanjé ganándome que ésta me mirara mal.
—Cosa que no haré — Dió por concluida ella apoyándose en la mesa — A veces te tengo tanta envidia, Brownie.
—Cuando quieras te enseño mis trucos, preciosura china — Eligió a la chica con una sonrisa coqueta, que si no fuera porque son compañeros, podría ser cierto.
Al fin y al cabo, Isaac es bisexual y promiscuo. Una combinación que antes de conocerle nos hizo pensar que nos quería ligar.
No tardamos en conocer realmente que así era él.
Una hora más tarde después de desayunar, conversar y abrir el local, decidimos pasarnos a nuestra sala de reuniones y planificaciones, donde también nos reunimos con los clientes. Se acercaban temporadas altas dentro del negocio, al menos con nuestros clientes fijos ya que suelen hacer desde fiestas de Halloween, de acción de gracias y navideñas, eso sin mencionar las propuestas y bodas.
Hablamos de nuestros clientes pendientes hasta al momento, que eran solo 3 confirmados, uno para cada uno de nosotros. Porque si, al ser muy iguales en nuestras capacidades, todos éramos capaces de encargarnos de un cliente, aunque claro que con ayuda de los otros.
Al principio yo fui quien inició con un par de eventos, luego al conocer a Isaac —quien me coqueteó en un bar— nos hicimos amigos, y él quiso unirse a mi proyecto, lo cual fue de gran ayuda con su carrera en paisajismo y experiencia con la fotografía. Esté poco tiempo después, me presentó a Zoe, quien era amiga de su hermano, y quedé convencida de dejarla unirse también, ya que contaba con una carrera de diseño gráfico y experiencia en diseño de interiores.
Llevabamos 2 años juntos los tres, y desde entonces nos convertimos en un gran equipo.
—Cass — Levanté la vista de mi libreta donde suelo hacer anotaciones de todo hacia Zoe que me miraba nerviosa — La señora Silva quiere unir a sus dos sucursales en la fiesta de Halloween, pero saben que se llevan de perros — Suspiró — ¿Tienes algo en mente que podríamos organizar para que no se maten?