Un campo, repleto de amapolas,
recién florecidas, vivas por el calor del sol de mayo, unas nubes que parecen pintadas, y un cielo tan azul como jamás se pudo haber visto.
Girando mi cabeza a un lado. ?
Una persona (?), pelo corto y un poco ondulado, revolotea por el viento qué hay.
Está semi sentado contemplando el campo
junto a mí.
Gira su cabeza y veo sus ojos...
* Baby I'm preying on you tonight
Hunt you down eat you alive
Just like animals
Animals
Like animals* ♪ ♬♩𝄞♫
Animal de Maroon 5, sonó mi alarma a todo volumen.
7 a.m
Vaya sueño el que tuve, y como todo cliché de vida, cuando viene lo interesante me tengo que despertar.
Tome una ducha, me vestí y salí a una tienda cercana al edificio a comprar algo para preparar mi desayuno.
———-
//¿Será prudente desayunar unos Cheetos Flamín Hot?
Claro, me lo merezco. //
Me encontraba en la tienda, en la sección de comida chatarra; no reconocía la mayoría de las marcas, todas eran tan variadas, así que solo tomé las que ya conocía antes.
Sentí una mirada puesta en mí, pero me contuve para no voltear indisimuladamente.
Después de decidirme de comida y girar para dirigirme a la caja, una chica se acercó.
—Hola. — me dijo con un tono algo apenado.
—¿Hola?
—Nunca he sido buena para entablar conversaciones, pero aquí voy...—se notó algo nerviosa.—Soy Michelle, ayer te ví que entraste a tu departamento.
Me sentí incómoda con esta conversación, si es que así se le podía llamar ya que en los segundos que llevamos ella era la única que había hablado.
Creo que no disimulé mi cara de extrañada, porque en cuanto vio mi rostro se apresuró a decir:
—Dios, debes estar confundida. Mira este es el contexto: ayer llegue al mismo edificio que tú, y entré a mi departamento, y minutos después iba a salir y fue cuando vi que en el departamento de enfrente estabas tú y un chico, así que, nuestros departamentos están de frente, y hoy vine a comprar algo y pues te vi y creí que era buena idea presentarme.
Usualmente cuando alguien habla mucho mi cerebro en automático lo deja de escuchar después de las primeras tres oraciones.
Pero alcancé a escuchar lo último así que le dije:
—Ahh claro, pues mucho gusto yo me llamo Ophelia.
Se limitó a sonreír aunque se le notaba apenada, e igual o más incómoda que yo.
—Pues si quieres podemos regresar juntas al edifico y en el camino nos conocemos. —Le propuse.
Pagamos y salimos de la tienda, en el camino me platicó un poco de donde venía y lo nerviosa que estaba ya que nunca había salido de su ciudad y ahora estaba en otro país y se comenzaba a arrepentir de estar aquí sola.
El sentimiento era mutuo.
Llegamos al pasillo, yo abrí la puerta de mi departamento y me giré para despedirme y ella hizo lo mismo, luego cada una entró.
Me comí lo que había comprado mientras veía mis redes recatada en la cama y cuando me percaté ya se habían hecho las 7:45.
Tenía tan solo 15 minutos para llegar a mi clase y ni siquiera estaba segura de donde quedaba el salón.
Tome mi bolsa y una libreta junto a mi estuche, salí lo más rápido que pude.
Revise el mini mapa que mandaron por correo los administradores de la escuela.
Pero no daba, me rendí y decidí preguntarle a alguien.
Con toda la pena del mundo me acerqué a las escaleras y estaba una chica, lucía un poco mayor que yo así que supuse que ya conocía la escuela, me acerqué a ella y le dije:
—Oye, una disculpa, es la primera vez que estoy aquí y estoy algo pérdida, ¿Me podrías ayudar a saber dónde está el salón de Filosofía del Arte? Por favor.
La chica amablemente me indicó por donde tenía que ir, me apresuré y justo cuando estaba enfrente de la puerta eran las 7:59.
Iba a tocar la puerta pero no podía darme el tiempo de eso, así que rápidamente abrí la puerta, sentí que golpeé algo y de inmediato sentí miradas puestas sobre mí.
Baje mi cabeza y había tumbado al profesor porque había estado recargado al otro lado de la puerta. Sentí hormigueo en los pies, los sentí de gelatina, y sentí una vergüenza horrible cuando noté que todos me miraban, algunos reprimiendo una risa.
Ayude al profesor a levantarse y me disculpé como mínimo unas 11 veces, él muy amable me dijo que no pasaba nada que tomara asiento.
Ignorando lo cegada que me tenían las luces del proyector, traté de buscar un asiento desocupado.
Quedaban tres lugares, así que me senté en las filas de en medio, ni muy atrás con los distraídos, ni muy adelante con los obsesionados con las calificaciones.
Tengo entendido que en el mes nos ensañarán sobre humanidades y sobre arte. Era a elección del alumno elegir sus materias y me incliné por lo que más amo.
Traté de olvidar el incidente y prestar completa atención a la clase. Luego de 50 minutos, el profe finalizó la clase despidiéndose y anunciando:
—Como primera tarea/trabajo tendrán que elegir alguna obra, puede ser un cuadro o alguna escultura, como ustedes quieran, la van a recrear pero a su estilo, y con su estilo me refiero a que simplemente le agregaran/modificarán cosas, que representen todo lo que descubrieron durante el intercambio, la expondrán a final de mes, en su último día aquí. —Finalizó.
Continuaron las siguientes dos horas, hablamos un poco sobre los inicios del arte, hasta que sonó la campana y salí del salón.
Regresé al departamento, leí un rato, y me puse a pensar que haría para el proyecto ese de la clase, aún tenía un mes pero como buena virgo tenía que organizar todo para tratar que nada fallara.
Se me ocurrió buscar la ubicación de algunos museos en la ciudad y cerca de esta.
Después de un rato me dio hambre y noté que aún no tenía nada y no podía vivir de chucherías por más que quisiera.
#20997 en Novela romántica
#3634 en Chick lit
viajes temporales, romance adolesente, road trip con referencia musical
Editado: 15.01.2022