OPHELIA
Sábado 21, 17:22
—¿Vas bien?—Le pregunté a Henning.
El pobre tenía la cara pálida, respiraba con dificultad y apretaba las manos en el cinturón de seguridad. Me había cumplido el capricho de dejarme manejar a mí, e íbamos rumbo a una playa cerca de la ciudad. Esa era la sorpresa que me tenía.
—Sí, es solo que jamás he sido bueno para las curvas en carretera.—Dijo mientras parecía que se quedaba sin aire.
—Si necesitas que pare o baje más la velocidad tan sólo avísame.—Le propuse.
—Estaré bien, no te preocupes, además ¿qué tanto nos falta? pff... ni tanto ¿Cierto?
—Henning, apenas vamos ni a la mitad del camino.
Suspiro fuertemente y por un momento pensé que se hiperventílaria. Apagué el aire, bajé las ventanas y reproduje música en el auto.
Traté de hacer que se sintiera cómodo todo el camino, y él pensó que disimulaba bien, pero yo sé que se sentía mareado y no dijo nada para no incomodar. Y estaba controlando la situación.
Hasta que estábamos a nada de llegar, las curvas del camino se intensificaron, y justo cuando opté por estacionarme en un tramo de carretera, para que pudiera descansar un momento; abrió la puerta en cuanto nos detuvimos, y vomitó.
Me desabroché el cinto para girarme en el asiento y acariciar su espalda. Cuando por fin terminó de sacar todo, recuperó la respiración y agachó la cabeza con vergüenza. En sus ojos tan sólo había pena.
—Yo...—Intentó decir en un hilo de voz.
—Y vienes desde allá, donde no sale el sol, donde no hay calooor...—Lo interrumpí en un intento de distracción con la canción que había estado reproduciéndose en ese momento.
Levanto la cabeza, me miró muy confundido, a lo que yo le hice un ademan para que continuara el tramo de la canción.
—Donde la sangre nunca se sacrificó, por un amooor...—Cantó con un gesto aliviado.
Cerró la puerta nos abrochamos el cinto, y regresé suavemente a la carretera.
—Pero aaaquí... no es aaasí...— "Cantamos" fuerte y al unísono.
Y luego simplemente nos reímos a carcajadas, una vez más, ahí parecíamos tontos; tontos pero felices.
El trayecto de ahí a la playa fue muy corto, llegamos en unos minutos, pero se nos fue una parte del tiempo cuando nos detuvimos en una tienda poco antes de llegar, para comprar botana/chucherías.
//Sí, me compré muchas gomitas y Cheetos Flamin Hot.//
Él se compró muchas palomitas y Rice Krispies Treats. Todo esto como complemento porque desde la mañana habíamos estado cocinando y comprando cosas, ya que yo quise armar un picnic.
Cuando estacionamos el carro a una distancia justa de la orilla del mar, sacamos todo y duramos un buen rato para acomodar la comida y las cosas. Se nos volaron unas cuantas veces las sabanas donde nos tenderíamos, pero corrimos lo suficientemente rápido y las alcanzamos.
Ya por fin estaba todo listo pero el sol ya se estaba metiendo, nos tocó comer mientras veíamos el ocaso y escuchábamos música; pendientes por si subía la marea, nuestro plan era tomar dos esquinas del tendido cada quien y correr con las cosas a refugiarnos en el coche.
Afortunadamente todo salió bien, disfrutamos la comida apreciando los tonos rosados y anaranjados del cielo, hasta que este se volvió pura oscuridad con miles y miles de estrellas.
Nos planteamos el prender una fogata, pero optamos por gozar el frío.
22:22
Luego de un rato yo me levanté, esbocé una sonrisita y le tendí la mano a Henning. Él la miró un momento confuso y luego entendió todo, se levanto también y caminamos más cerca de la orilla, casi el mar rozaba nuestros pies descalzos.
De pronto sonó una canción que no me podía resistir a bailar incluso si después de tanto haberla escuchado ya no me gustaba, mi cuerpo se movía automáticamente:
Aaron smith - dancin (KRONO Remix).
Imposible evitarlo, abrí enormemente mis ojos levantando mis cejas y abrí la boca sonriendo y soltando un grito que sonó más bien a un chillido. Henning rió cuando vio esto, pero me siguió la corriente cuando empecé a bailar.
Bailamos al ritmo de la noche, de la música y de las olas.
Probablemente fueron los pasos de baile mas ridículos que pude haber dado en la vida, pero fue lo que me salió, ese definitivamente fue un momento wow.
En ese momento me sentí eterna y capaz,
capaz de cualquier cosa, de dar un brinco y volar para ver el mundo desde arriba, sin preocupación alguna,y tal vez junto a esta persona que me está acompañando en cada locura.
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23:55
Estábamos recostados en el tendido de sábanas, nos habíamos puesto sudaderas y pantuflas.
Sin más, estábamos mirando directo al cielo.
—Se siente extraño esto.—Le dije.
—¿Estar recostados en el frío? Si quieres que entremos al carro y ponga la calefacción puedes decirme y ahorita yo guardo todo. —Me ofreció.
—No, no eso, me refiero a esto, todo esto. —Dije.
Giro únicamente su cabeza hacia mí y me dedico una mirada de "no te estoy entendiendo nada".
—Es que para empezar, nunca había visto tantas estrellas; ni siquiera estrellas en sí.—Le aclaré.
Frunció el ceño y se quedó analizando un momento. Regresó su mirada hacia las estrellas, pensativo.
—Alguien como tú sí merece tener la dicha de ver las estrellas cada noche.—Susurró, y fue un susurro que trataba de ser dulce, pero su voz grave no ayudaba mucho a esto.
—¿Por qué yo sí?—Pregunté curiosa.
—Porque tú sí sabes apreciar cada pequeño detalle, y encontrar lo bueno incluso en lo desconocido.
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Domingo 22, 9:02
Abrí lentamente los ojos y por un momento me quedé muy confundida, luego recordé todo lo de la noche anterior, me giré en el asiento y vi su carita durmiendo de lado, su cachete derecho aplastado contra sus manos unidas. Habíamos dormido en el carro porque en la madrugada el frío se volvió intolerable.
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Editado: 15.01.2022