Aquello que Ocultamos - Libro 1

Capítulo 1

Observaba con una expresión horrorizada mi camisa blanca. La gran mancha roja parecía estar burlándose de mi estupidez.

Todo empezó porque necesitaba calmar mis nervios, el café no era una opción viable, no me gustaba el sabor, así que decidí pasar por un local a comprar té, a veces me ayudaba a tranquilizarme y hoy necesitaba ser la Eva segura, no la joven llena de miedos e inseguridades. Estoy segura que pude hacer más para evitar que el líquido rojo terminara manchándome, sin embargo, sufro de una enfermedad llamada torpeza crónica.

Llevaba un mes en la ciudad de Berlín, para ser alguien que viene de un lugar donde la civilización parece que se extinguió, me gustaba todo el ajetreo que poseía, porque me ayudaba a no tener que pensar tanto.

Mi primera semana resultó ser un desastre, trabaje en un bar que apestaba a borrachos y enfermedades venéreas, necesitaba el dinero por eso lo acepte, tenía una pequeña habitación cerca del bar y comía lo que estuviera dentro de mi presupuesto.

Seguía buscando “un trabajo ideal”, lo cual resultaba complicado. No poseía un título universitario, deje la carrera por asuntos personales, así que lo único que podía ofrecerles era un título de secundaria y un semestre completo de sociología.

La segunda semana renuncie a mi trabajo cuando un hombre quiso que le hiciera una felación a cambio de dinero, no me sentí a gusto y no permitiría que me tratasen como si fuera una puta.

No pensé que la situación me afectara tanto, pero apenas estuve en la comodidad de mi habitación de hobbit, lloré como una niña pequeña hasta que me obligue a calmarme.

En mí no había altas expectativas, no creía en el sueño americano, porque primero no estaba en América y segundo no tenía tanta suerte, lo único bueno de toda la situación, es que nadie me conocía y ser invisible me resulta gratificante.

Volví a llorar cuando recibí una carta de mi abuela, donde dejaba muy claro cuan idiota fui por irme sin avisar, al menos entendía porque lo había hecho de esa manera. No le hice mucha idea de cómo sabía dónde estaba, le agradecí mentalmente por el dinero que encontré en el sobre.

Recuerdo cuando por fin tome la decisión de largarme, tuvimos la típica cena en familia donde evitaban hablar de cierto tema que podía lastimarme, a pesar de ese inconveniente, la hora de la comida siempre fue mi favorita, sentados hablando de todo y a la vez de nada importante, los teléfonos quedaban vetados de la mesa.

En la última cena familiar, estaban presentes unos primos lejanos de mi abuela, iban cada 10 años. Todo estaba transcurriendo de maravilla hasta que la conversación estuvo enfocada en mí, antes de poder responder, mi madre salió a mi defensa y los echo de la casa.

Podía soportar los comentarios, lo que no soportaba eran las miradas de lástima que me dirigían, como si fuese un animal herido.

—Hoy estabas más callada de lo normal — dijo y pude notar su preocupación.

No podía decirle que me iba, estaba muy segura que soltaría las palabras correctas para retenerme y no lo deseaba.

—Solo estoy agotada y no es por lo que crees — mamá poseía una de las miradas más transparentes que conocía, mientras otros trataban de ocultar como se sentían, ella lo expresaba todo con esa mirada marrón. En estos momentos estaba triste y no podía quitarle ese sentimiento me cansa que las personas me observen como si fuera un monstruo y otras con lastima.

—Pasara, solo dale tiempo — lo dudaba mucho, pero asentí. — necesitas descansar. Buenas noches mi pequeña — depositó un beso en mi frente y salió de mi habitación.

Esa fue la última vez que la vi, me costó mucho tomar la decisión, pero logré hacerlo, no es que me sienta mejor estando lejos de mi hogar, sin embargo, necesitaba un respiro antes de perder la cordura.

Vuelvo a mirar la mancha, no puedo hacer mucho sin jabón y cloro.

Hace 3 días mi aplicación de “Encuentra tu empleo ya” dejo una notificación sobre una oferta y leí la descripción, al principio sentí nervios, incluso mis manos temblaban, la sensación disminuyó al ver los beneficios que ofrecía si quedaba fija en el puesto (necesitaba con urgencia trabajar, el dinero de la abuela no sería eterno) decidí como la niña grande que supuestamente soy, postularme.

Anoche por fin llego el correo indicándome la dirección, fecha y hora para mi primera entrevista oficial.

Me levanto de mi asiento, dejo propina no es mucha porque no soy millonaria, pero es mejor que dejar nada. Abrocho mi largo abrigo negro, necesito cubrir el desastre de mi camisa, era un día fresco, solo esperaba no sudar.

Camine hacia mi destino esperando que todo saliera bien.

~*~

La casa resultaba ser asquerosamente grande, sino era una mansión estaba muy cerca de serlo o de superarla, había una gran reja negra y en el medio tenía una G de color dorado un poco intimidante.

Mi mente empezó a imaginarse como sería por dentro el pequeño castillo, ¿Cuántas habitaciones tendría?, ¿habría piscina?, ¿Un parque de diversiones?, ¿uno de esos jardines hermosos que las personas comunes no tienen?, ¿un mayordomo con nombre pomposo?

Mis pensamientos guardaron silencio cuando note una cámara en forma de pájaro al lado de la reja moviéndose de lado a lado hasta que parece notarme y queda fija.




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