Aquello que Ocultamos - Libro 1

Capítulo 2

Movía el trapo con movimientos circulares, llevaba más de 10 minutos tratando de que el espejo no tuviera ninguna mancha. Estaba fallando colosalmente, incluso había usado un producto que tenía en la etiqueta por nombre Limpiador de vidrios y más.

Pasó una semana desde aquel incidente con el señor perfecto. En lugar de rendirme y derramar lágrimas sin sentido, decidí tomar el control de mi vida. Me dirigí a mi habitación y en lugar de dejarme llevar por la desesperación, comencé a buscar activamente nuevos empleos. No podía permitirme quedarme sumida en la tristeza todo el día, eso no haría más que empeorar mi situación. Era momento de tomar las riendas de mi vida y entender que estaba sola en esto, pero que tenía la fuerza y la determinación necesaria para salir adelante.

Así que después de tanto buscar, llego una oferta de trabajo y gracias a la recomendación de mi primera clienta, empecé a limpiar gigantes casas día tras día, me pagaban por día. Tengo que admitir que no es un trabajo fácil y muchas veces llegaba tan cansada que apenas tocaba la cama Morfeo me llevaba entre sus brazos.

Desde el segundo día de haber comenzado este trabajo, deseé dejarlo. Sin embargo, era mi única fuente de ingresos por el momento y no podía permitirme exigir algo mejor. Ese "algo" que tanto anhelaba aún no había llegado.

Al ver que mi esfuerzo quitando las manchas funciono, pase a barrer toda la sala con mucho cuidado, me dolía la espalda y las manos las tenía acalambradas. Sin embargo, tenía una motivación más grande “no quería volver a casa”, eso es lo que siempre recordaba para no rendirme.

Si mi abuela estuviera aquí, probablemente me golpearía en la cabeza por ser tan terca, sufriendo por trabajos cuando podría trabajar sin problemas desde casa. Pero me niego a darle la razón, prefiero mantenerme como estoy.

Hasta los momentos funcionaba.

Termine de limpiar todo a las siete de la noche, la dueña me pagó en efectivo cuando ve que su casa y sus cosas están intactas. Voy de regreso a mi edificio caminando, no quería gastar el dinero en cosas innecesarias y hacer ejercicio es bueno para la salud.

Al llegar a la esquina donde se encuentra mi edificio, me detengo al ver a un par de niños descalzos, vestidos con ropa holgada y sucia. Un sentimiento de opresión en el pecho se apodera de mí. Decido hacer una breve parada en la panadería más cercana y compro varias cosas. Regreso al lugar y sonrío al darme cuenta de que todavía siguen en el mismo lugar.

Me acerco con cuidado y aceptan el pan con el jugo gustosos.

Siempre he considerado una atrocidad traer al mundo a un bebé y luego abandonarlo como si fuera basura en la calle. Los niños merecen amor y protección contra todo mal.

Paso aproximadamente una hora viéndolos comer con entusiasmo y, aunque no me agradecen, me siento satisfecha por poder ayudarles al menos un poco. Sé que esta pequeña acción puede desequilibrar mi presupuesto, pero no importa. Entro a mi edificio con una sonrisa en el rostro.

Me despojo de mi ropa cansada y me adentro en la diminuta ducha de mi baño, donde el agua parece tener una temperatura aún más fría que en el resto de la casa. A pesar de la incomodidad, agradezco por tener un día más de trabajo y poder cubrir mis necesidades básicas.

Mientras saboreo mi sopa de fideos cortesía del local chino de la esquina, mi celular emite una notificación que captura de inmediato mi atención. Sorprendentemente, es un mensaje de mi madre, quien generalmente prefiere llamar en lugar de enviar mensajes. No ha hecho una llamada desde que me fui sin avisar, y la abuela, al ser de la vieja escuela, envía cartas.

Frunzo el ceño al ver que es un correo, ni siquiera sabía que mi correo estaba activo. Abro la aplicación y casi se me cae la sopa encima cuando veo de que se trata.

De: E. Goldssom

Para: Eva Dixon.

Asunto: Importante.

Señorita Dixon, un cordial saludo.

Me he tomado el atrevimiento de conseguir su correo personal y escribirle, con la finalidad de poder expresarles mis disculpas por mi comportamiento. El día de su entrevista no me encontraba de los mejores ánimos y la he pagado con su persona.

Quería ofrecerle todavía el empleo si así lo desea.

De ser así por favor responda mi correo electrónico.

E. Goldssom.

Dejo el envase en la cama con cuidado para no derramarla y decido responder.

De: Eva Dixon

Para: E. Goldssom

Re: Importante.

Señor perfecto, su cordialidad se la puede meter por donde no le pega el sol.

Dicho eso, no acepto sus disculpas y deseo que me deje tranquila. Bastante tengo con lo que lidiar.

Eva García, quien es una ciudadana legal del país.

Lanzo el celular a una esquina del colchón, este rebota y va directo al piso. Hago una mueca de dolor que aumenta cuando veo la pantalla algo rota.

Anotare en mi agenda la reparación de la pantalla.

Tal vez no debía responder así, pero tengo orgullo y no voy a dejar que nadie me trate como él lo hizo.

Soy una buena persona y sé lo que valgo.

~*~

Cada día durante una semana recibí el mismo correo del señor Goldssom, indicándome que el trabajo seguía disponible para mí, si aún estaba interesada. Parecía desesperado, algo fuera de lo común para alguien de su tipo. Sin embargo, yo era el tipo de persona que no se dejaba influenciar fácilmente y no me costaba ignorar correos electrónicos no deseados. Incluso estaba pensando en abrirme una nueva cuenta de correo y eliminar la anterior para evitar futuras molestias.




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