1.9 usar colores neutros en la vestimenta. No se aceptan colores llamativos.
1.10 Uñas debidamente cortadas, si desea pintarlas que sea de un color crema, no se aceptaran colores extravagantes.
1.11 El empleado debe seguir el horario de la casa para las comidas y/o actividades.
Dejo de leer y frunzo el ceño. Eros Goldssom debe haber asistido a una escuela militar, porque cada una de las normas en su ridículo contrato parecen haber sido escritas por un sargento amargado que no tiene idea de lo que es tener intimidad en años. Según los expertos, la falta de intimidad puede causar mal humor, ansiedad y depresión.
Es viernes por la noche y lo único que me mantiene cuerda en este preciso momento es el helado de vainilla con galletas que he estado comiendo durante una hora. Fue una buena inversión comprar un litro de esa delicia.
Ayer, cuando salí de la casa del malévolo, experimenté una sensación extraña.
Su reacción al escuchar la palabra "padre" me dio escalofríos y me provocó un poco de miedo. Es como si odiara esa palabra y no entiendo por qué. Tal vez no debería analizarlo tanto, como si yo fuera su psicóloga y él mi paciente. A
pesar de que intenté distraerme, no pude sacar de mi mente a esos dos niños de cabello marrón y ojos claros. Había una clara diferencia de edad entre ellos. ¿Será que él odia ser padre soltero? ¿No se lleva bien con sus hijos? Me di cuenta de que no vi ninguna foto de una señora Goldssom en mi breve recorrido por la casa.
Pero eso no debería importarte, Eva.
Me reprendo a mí misma y enfoco mi atención en algo más importante: mi futuro trabajo, si acepto.
Hay más de veinte puntos en el documento que dictan cómo debo peinarme, vestirme y comer. Casi parece que también quiere decirme cómo llevar mis bragas. Pues, señor perfecto, mis bragas están muy lejos de cumplir con sus normas perfectas.
Decidí dejar de leer las interminables reglas y saltar directamente a los beneficios. Si aceptaba el trabajo, tendría acceso a todas las áreas de la mansión Goldssom, excepto el despacho y la habitación del señor perfecto (no es como si quisiera estar en su habitación de todos modos), además de una cuenta bancaria con fondos infinitos para utilizar exclusivamente para el trabajo, un seguro de vida y, no menos importante, un salario exorbitante.
Me preguntaba si el señor Goldssom estaba involucrado en el tráfico de drogas o si simplemente era extremadamente rico. Prefería pensar en la primera opción, porque le daba un poco más de emoción. Sin embargo, por la apariencia de su casa, seguramente tenía una fortuna igual a la de las celebridades más ricas del mundo.
No voy a mentir, tenía miedo de aceptar el empleo. Había una gran responsabilidad sobre mis hombros. Sería mucho más fácil si tuviera que cuidar de un anciano enfermo en lugar de niños.
Los niños pueden ser difíciles de manejar, pero considerando mi situación actual, lo más probable es que acepte el trabajo.
~*~
La mañana del sábado decidí buscar una lavandería y, después de dar vueltas por varias calles (no confíen en los GPS), finalmente encontré una que parecía lo suficientemente decente para no meterme en problemas. En el vestíbulo había una adolescente con una expresión de odio hacia el mundo, pero al menos no fue grosera cuando me vio, simplemente me ignoró por completo. Había pocas personas en el lugar, lo cual era bueno porque significaba que había lavadoras disponibles.
Afortunadamente, tampoco llevaba una cantidad excesiva de ropa, así que no tardaría mucho en terminar. Organicé la ropa por colores, revisando dos veces para asegurarme de que no hubiera calcetines rosas mezclados con la ropa blanca, y luego metí la primera carga en la lavadora.
No había mucho más que hacer en ese momento, así que saqué mi contrato de mi bolso y decidí leer una de las secciones que más me llamó la atención.
El empleado deberá acatar las órdenes dadas por su jefe, sin quejas. No deberá quitarle autoridad en ningún momento, si eso llegara a suceder. Seria amonestada….
¿Amonestada?
O sea que, si mi jefe me pide que me lace de un edificio, debo hacerlo sin quejarme.
¡Sí, cómo no!
El señor perfecto tuvo que redactar esto, tiene si marca personal de idiotez y perfección.
Abro mi correo y escribo.
De: Eva Dixon.
Para: E. Goldssom
Asunto: Pensando.
Señor perfecto, tengo dudas con su espectacular contrato.
Si un día se levanta de mal humor, aunque aquí entre usted y yo, siempre parece que lo está. En fin, si eso pasa y me ordena hacer algo que no deseo. ¿Tengo que acatar mi orden sin rechistar?
¿Me dará una amonestación?
¿Es que acaso piensa abrirme un expediente?
Y si es así es una gran mierda.
Y sí, dije una mala palabra las personas normalmente la decimos.
Eva Dixon, quien está pensando seriamente en quemar su contrato.
Presiono enviar antes de sentir algún tipo de arrepentimiento y al no llegarme una respuesta inmediata, me relajo.
Seguramente lo habrá eliminado antes de leerlo.
~*~
Mi hora de lavar pasa rápido y reviso un par de veces que todo este intacto antes de irme, cuando me encuentro entrando a mi edificio llega una notificación y voy directo al correo.