03

Helio y Shasod continuaron la búsqueda, siguiendo las instrucciones de los demás. No sabían que Renée ya no estaba allí, que se había retirado a dormir. La sensación de lo inexplorado y desconocido los envolvía como un manto de oscuridad, con la ominosa promesa de absorberlos como un agujero negro. Era inquietante.

Sus linternas apenas iluminaban el camino, pero debían conformarse con lo que tenían; si necesitaban una mejora, Jadranka se encargaría de ello. Por ahora, les tocaba lidiar con las limitaciones. Hasta el momento, lo que habían encontrado no les sorprendía: era exactamente lo que esperaban, dada la ubicación en la que se encontraban y el límite de exploración que era de tan solo un kilómetro.

Entonces, Helio sintió algo cerca de él. Una presencia. Su primer pensamiento fue que era Shasod, pero descartó la idea de inmediato. Su compañero habría dicho algo si se hubiera acercado. Se detuvo y giró lentamente sobre sí mismo, apuntando la luz de su linterna en todas direcciones. Buscaba algo, cualquier cosa, pero no encontró nada. El no encontrar nada le puso en una situación complicada, dejándole con una sensación que le dejó afectado, afortunadamente la magnitud de ese sentimiento no era mayor.

—Qué raro —dijo para sí mismo, siguiendo su paso por las corrientes de agua.

A pesar de estar protegido por el traje, sentía una presión sutil, una incomodidad física después de haber estado tanto tiempo fuera. Aunque el traje lo mantenía a salvo de la aplastante presión del agua, su cuerpo podía reaccionar a la larga exposición a esas condiciones extremas. El caso era que aún quedaba cierto intervalo de tiempo para que pudieran regresar.

—Oye, ven y mira esto —Shasod le llamó a través de la radio.

Helio revisó el sistema de posicionamiento acústico incorporado en su traje, en su antebrazo. Este sistema utilizaba balizas ultrasónicas para triangular su ubicación y la de Shasod. Podía ver sus posiciones relativas, así, se guiaría para llegar hasta el otro. El sistema estaba protegido contra la presión y fallos electromagnéticos, pero si llegaba a fallar, se verían obligados a depender únicamente de sus linternas y señales manuales, lo que, en esa oscuridad absoluta, sería prácticamente un desastre.

Navegó hasta la posición exacta que indicaba el dispositivo, reteniendo un suspiro de alivio una vez diferenció la silueta de Shasod. A pocos metros de él, alzó la voz.

—¿Qué descubriste? —preguntó, con una sonrisa calmada, encubriendo la preocupación que le había estado invadiendo desde que sintió el agua ascender en la cámara.

Shasod no respondió, favoreciendo el simple señalamiento de algo que Helio no vio al instante, que sin embargo, cuando enfocó su mirada, su rostro cambió drásticamente de emoción. Era un pez bioluminiscente, cuya luz estaba apagada, y yacía inerte pero extrañamente flotando. Miró a Shasod con ojos ensanchados, una reacción causada por el shock.

—Hace que me den ganas de dimitir —el castaño oscuro dijo, alzando las cejas mientras observaba a la criatura con repulsión.

—Esto... ¿Tenemos que recolectar esta cosa?

—No, que las máquinas de Jadranka lo hagan. No es necesario que toquemos eso. Es gigante, no me gusta ese rasgo que posee.

—Alabado sea el señor. Se me han puesto los pelos de punta de tan solo pensarlo —su primer comentario, que vino con un tono dramático, hizo que Shasod soltara una risa sutil, una exhalación divertida—Es horrible —añadió, sacudiendo su cabeza al girarse.

Dentro de la base, Jadranka se encargó de tomar nota en una libreta que siempre cargaba consigo misma. Escribió en la lista que había creado el primer día, que eran cosas por hacer. Los pensamientos de Helio seguían estando dominados por la experiencia que había tenido hacía unos momentos. Albergaba una sensación de opresión e incomodidad, porque el asunto pesaba sobre él, o tal vez simplemente estaba pensando ilógicamente y solo se trataba de la presión extrema en la que ambos se encontraban, aún teniendo los trajes especiales.

—¿Pudiste recoger el tapete? —Shasod cambió de tema, habiendo enviado las coordenadas en las que se encontraba el pez.

Tenían un dispositivo de transmisión de coordenadas integrado en su equipo de comunicaciones. Shasod lo usó para enviar las coordenadas directamente a la base, lo que permitiría a los drones y robots autónomos localizar y recuperar el cadáver más tarde.

—Sin problemas —respondió, sonriendo con felicidad y emoción al recordar lo que él consideraba una gran hazaña.

Shasod desvió la mirada brevemente hacia Helio, observándolo de reojo mientras avanzaban entre la negrura insondable. Consideró si debía decir algo. Había un comentario en su mente, una observación técnica que encajaba con la misión, pero se preguntó si tenía sentido compartirla en ese momento. Finalmente, decidió hablar.

—Tu señal de ubicación tuvo una fluctuación mínima hace unos minutos. Nada crítico, pero lo noté —informó, con esa característica seriedad y profesionalidad que había mostrado desde su llegada.

—¿Se perdió mi ubicación?

—Sí, pero como ya he dicho, no hay nada por lo que preocuparse. El error no duró más de medio minuto. Igualmente ten cuidado, evita que vuelva a suceder.

Helio asintió, preguntándose si había tocado algo, o hecho algún movimiento brusco que causara la fluctuación en el sistema de localización. Apartó el tema, ambos siguiendo con su camino, esa vez sin estar tan lejos uno del otro.

—Estás hablando mucho —Helio rompió el silencio que se había formado entre ellos.

Su falta de más palabras obligó a Shasod a descifrar lo que quería decir con eso. Tras unos segundos, logró entender a qué se refería.

—¿He estado generalmente muy callado durante estos siete días, no? Lo sé. Necesito entrar en confianza, supongo que lo entiendes.

—Bueno, no te juzgo por ello. Vas a lo que vas, estás haciendo lo que tienes qué, y no te desvías del objetivo que nos han puesto. No estamos aquí para socializar, ya no estamos en el instituto.