Arcángel: La Maldición de los Caídos I

Capítulo 3

Caminé por el mismo bosque, traía puesto el mismo vestido negro y mi cabello seguía cayendo por mis hombros, los lindos ruidos de las aves se escuchaban por todo el enorme lugar.

De pronto la silueta volvió a aparecer frente a mí, pero esta vez no era alguien desconocido, se trataba de Alexander.

Sus ojos oscuros me miraban fijamente, lo cual me estremecía por completo.

Él me llamaba.

“Arella”

Me acerqué cada vez más a él, hasta que algo me hizo detenerme y retroceder.

Su rostro se comenzó a desfigurar y esos ojos rojos aparecieron en la oscuridad.

Me di la vuelta y comencé a correr, pero no me movía de lugar, realmente no me alejaba de él.

Tan solo sentí una mano en mi cabello, que me tiró al suelo. Se puso encima de mí ahorcándome.

Su sonrisa apareció, pero solo pude ver unos grandes dientes desfigurados.

Alzó su mano y me atacó.

Fue ahí donde desperté alterada y agitada, miré el reloj y eran las 8:00 am, debía levantarme, pero sentía la mano en mi cuello. Debía controlar mi respiración agitada, debía controlarme.

No podía olvidar lo que sucedió el día anterior, mis pesadillas podían ser algo importante, pero también peligrosos.

Miré mi cuaderno y dibujé lo que vi, o lo que intenté ver, esos ojos rojos brillantes.

Me vestí y al verme al espejo, pude ver una marca en mi brazo, no podía distinguirla bien, era tan solo de color rojo oscuro.

De pronto recordé lo que sucedió con Roy, su agarre tan brusco y su mirada escalofriante.

Me puse una sudadera y salí de casa, Meg me llevó a la escuela y antes de bajarme, me detuvo.

             -Ella – la miré – Debo viajar

             -¿Nos volveremos a ir? – tragué saliva

No quería irme, la respuesta a mis pesadillas estaba aquí, de eso estaba segura.

             -Yo sí – me soltó

             -¿De qué hablas?

             -Es momento de que te quedes aquí – dijo y miró el volante – He arruinado tu vida

             -Meg…

             -No has tenido amistades en todos estos años – suspiró – Por culpa de mi trabajo, de los viajes, de todo

            -No Meg…

            -Arella…- era la primera vez que me llamaba por mi nombre – Es momento de crecer y hacer tu vida en un solo lugar

            -¿Me estás dejando? – sentí el nudo en mi garganta

             -¡No! – me miró alterada – Vendré cuando pueda – tomó mi mano – Tendrás tu auto, dinero, la casa…

            -Yo te quiero a ti…

            -Arella…

            -Yo… debo ir a clase – dije y salí del auto

Me alejé de ella y entré directo sin mirar atrás.

Sin pensarlo llegué al salón de Roy, pero me llevé una gran sorpresa al ver que Alexander estaba ahí y parecían estar discutiendo.

Me acerqué, pero ambos voltearon a verme. Roy se acercó y cerró la puerta del salón frente a mi rostro.

Me alejé confundida y caminé por la escuela, me senté en el suelo y pensé en lo que me dijo Meg, quizá fui muy egoísta y debo dejarla ir.

Pero es tan difícil perder a alguien más.

Mi celular sonó y pude ver que era Meg,. No dudé en contestar.

             -Ella… perdóname

             -No Meg… perdóname a mí – suspiré – Fui muy egoísta

             -No quiero dejarte mi niña – escuché como sollozaba

             -Debes cumplir tus sueños – sonreí – Lograr tus metas y yo no te detendré – miré mi pulsera – Me has cuidado por años, es momento de hacer tu vida.

             -Arella…

             -Te amo Meg – sentí una lágrima caer – Te extrañaré demasiado

             -Cuídate mucho Ella – sequé mis lágrimas – Te amo

Colgué el teléfono y suspiré mientras cerraba mis ojos, esto era tan difícil.

Comencé a llorar.

Pero una voz me hizo reaccionar, se trataba de un chico de ojos bonitos, ojos azules.

             -Me parece que esta señorita está lidiando con algo tan… terrible – se agachó a mi altura

             -Yo…- me sequé las lágrimas y me levanté – Lo siento

             -No te preocupes linda – se levantó – Soy Kyle – sonrió – Tú debes ser Arella

             -¿Cómo… como me conoces? – tragué saliva

             -Pronto sabrás – me guiñó el ojo y se alejó

Caminé por los pasillos solitarios hasta llegar al salón, me senté en mi mesa y esperé a Robbie, pero jamás llegó, en su lugar llegó ese chico, Kyle.




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