Arcángel: La Maldición de los Caídos I

Capítulo 9

Ambos nos separamos de golpe y miramos hacia la puerta.

-Él está aquí - dijo Alexander

-¿Quien?

Alexander se puso de pie y caminó hacia la puerta, yo no podía quedarme atrás, así que lo seguí y bajamos juntos hacia el salón.

Había un hombre de cabello negro hasta los hombros, rodeado de algunos arcángeles con el mismo físico, a diferencia de que ellos no portaban camisa alguna.

Todos nos daban la espalda, pero eso no impedía que reconociera a aquel hombre que recientemente había tenido el placer de conocer.

Era Azael.

-Azael -dijo Alexander

Todos voltearon al unísono.

-Alexander – sonrió aquel hombre – Por fin te veo

-¿Qué haces aquí? – Alexander terminó de bajar las escaleras

-Vine a ver a la ladrona – su sonrisa se borró y me miró

-Yo…

-Ella no es ninguna ladrona –Alexander me puso detrás de él

-Alexander, hijo – sonrió Azael – Tú sabes bien su destino.

-No soy tu hijo –dijo Alexander apretando sus puños

-¿Sigues teniendo ese rencor? – lo miró – Solo fue una plumita

-Me despojaste de mis alas – lo miré – Y me lanzaste a la Tierra, sin importar que muriera

Parpadeé tantas veces.

No sabía que Alexander había pasado por esas atrocidades.

Su propio padre lo llevó a su muerte y encima, robó sus alas, se las quitó, las tomó a la fuerza.

Tomé la mano de Alexander y Azael comenzó a reír.

-Así que decidiste condenarla a su muerte – sonrió y tomó nuestras manos con fuerza –Recuerda quién eres y recuerda lo mortal que es ella.

-Es mi vida – dije por fin en toda esta conversación – Si yo muero, es mi decisión.

-¿Entonces debo llamarte…? – miró a los arcángeles – ¿nuera?, si… así se dice, ¿cierto? – me mira

-Tu ya no eres mi padre – dijo Alexander – Así que puedes irte a tu reino

-Se arrepentirán de esto – dijo Azael – Se los g…

Una voz interrumpió la conversación.

-Azael…

Todos volteamos y se trataba de Christopher, el cual portaba su espada en su mano izquierda y sus alas se encontraban fuera.

-¿Qué hace aquí? – dijo Azael asustado

-Creí que el ataque había sido una advertencia – se acercó Christopher – Pero al parecer necesitan otra lección

-Señor… – dijo un arcángel guardia

-Yo, Christopher, Rey del séptimo reino del cielo – apuntó su espada al suelo y la presionó con ambas manos – Me considero guardián de Arella Barnes hasta que la muerte me lleve al infierno – me miró y de pronto una neblina entró por la puerta, rodeándonos a todos los que nos encontrábamos presentes.

-¡No! – gritó Azael

Christopher comenzó a murmurar en otro idioma que yo desconocía, tan solo sentía la mano de Alexander tomar la mía con fuerza.

De pronto el corto cabello de Christopher comenzó a crecer hasta sus hombros, una capa de color rojizo comenzó a aparecer detrás de él.

Tan solo sentí como un viento despiadado entraba a la casa.

La capa comenzó a moverse con locura y la espada comenzó a brillar dejándonos ciegos por tanta intensidad que tenía.

Tan solo bastaron unos cuantos minutos hasta que todo se detuvo haciendo que Christopher cayera al suelo.

Azael y sus guardias salieron volando, y yo corrí hacia el cuerpo que se encontraba en el suelo.

-Chris… – dije tomándolo en mis brazos y golpeando su rostro – Despierta Christopher

Después de unos intentos, él logró despertar.

-Arella… – dijo levantándose

-¿Qué fue lo que sucedió? – lo miré y miré a Alexander

-Él es tu guardián – dijo Alexander

-Por el momento – dijo Christopher

-¿De qué hablas?

-Pronto sabrás – dijo ayudándome a ponerme de pie




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