Archivos del Corazón (o del Caos)

Revelaciones en el Asfalto y el Monarca Impasible

El aire fresco de la mañana, que unas horas antes había parecido una promesa, ahora se sentía como un puñal helado en el rostro de Julia. Salió de la comisaría con Diego Larsson a su lado, la mochila y el cuerpo aún tembloroso por el frío de la celda y el pánico recién disipado. El asfalto bajo sus pies, el mismo que la había traicionado unas horas antes, parecía burlarse de su desventura. El nudo en su estómago no era de hambre, sino de la confusión y el abrumador peso de la realidad.

—Señorita Freire, ¿está bien? —la voz de Diego era suave, pero su tono era de una preocupación genuina. Sus ojos grises, extrañamente similares a los del hombre al que casi había enviado al otro mundo, la escrutaban con una mezcla de lástima y una chispa de diversión que Julia no lograba comprender del todo.

Julia balbuceó, incapaz de formar una frase coherente. —¿Bien? ¿Bien? Señor Larsson, estuve sentada en una celda de comisaría. ¡Una celda! ¡Pensé que iba a la cárcel! ¡Por atropellar a suhermano! ¡A su hermano, que es mi nuevo jefe! ¿Cómo... cómo es posible todo esto?

Diego soltó una risa discreta, un sonido bajo y melodioso que, a pesar de la gravedad de la situación, logró relajar un ápice la tensión de Julia. —Bueno, lo primero es que no lo atropellaste. Lo hiciste chocar, que es ligeramente diferente en el código penal, te lo aseguro. Y lo segundo, sí, Alec es mi hermano mayor. Y también es el CEO de Larsson Enterprises. Sé que es un poco... inesperado.

Caminaron hacia un coche negro impecable, estacionado a unos metros de la entrada de la comisaría. No era el deportivo destrozado de hacía unas horas, sino una berlina de lujo que gritaba "Larsson" por todos lados. Diego abrió la puerta del pasajero con un gesto galante.

—Súbete, por favor. Podemos hablar más cómodamente en el coche. Mi pobre auto no ha corrido la misma suerte que el de Alec. No he podido venir en él.

Julia se deslizó en el asiento de cuero, hundiéndose en la comodidad inesperada. El contraste con la silla de plástico de la celda era abismal. Diego se sentó al volante y encendió el motor con un suave ronroneo.

—Okay, necesito una explicación. Una muy buena explicación —Julia lo miró, sus ojos aún fijos en el perfil de Diego, buscando respuestas en esos ojos grises que la perturbaban y fascinaban al mismo tiempo. —¿Alec Larsson es asuhermano? ¿El Alec Larsson? ¿El dueño de Larsson Enterprises? ¿Y es el hombre al que cacheteé y casi mato esta mañana? ¡El que me arrastró hasta la ambulancia!

Diego soltó otra risa. —Punto por punto, sí, a todo. Alec es mi hermano. Es el CEO. Y, bueno, digamos que tuviste una introducción inolvidable a la familia Larsson. Y deja de tratarme de "su" o me enojaré yo también.

—¡Inolvidable es poco! —Julia se pasó una mano por el cabello, sintiéndose despeinada y absurda. —¿Pero por qué no presentó cargos? ¡Me llamó asesina! ¡Prófuga de la justicia! ¡Estaba furioso! Y tenía una ceja hinchada por mi culpa. Y está bien, Diego...

—Alec tiene su forma peculiar de mostrar emociones, Julia —explicó Diego, con una sonrisa resignada—. Furia es su estado natural ante cualquier cosa que se salga de su control. Y digamos que tu aparición fue... bastante incontrolable. Pero Alec es ante todo un hombre pragmático. Un escándalo público, un juicio por un accidente de tráfico con la nueva empleada... no es bueno para los negocios. Es un hombre que calcula cada movimiento. Y no le gusta perder tiempo en tonterías.

—¿Tonterías? ¡Casi destruyo su coche! ¡Le puse la mano encima! —Julia no podía creer la frialdad con la que Diego lo explicaba.

—Un coche es un bien material. El tiempo es oro. Y que le pusieras la mano encima... —Diego hizo una pausa, y Julia sintió un escalofrío. —¿Realmente lo cacheteaste?

Julia asintió, su rostro se encendía de nuevo. —Sí. Me bajé del autobús, el tobillo se me torció, corrí porque no quería llegar tarde... y luego el semáforo... y el coche... y él parecía tan mal. ¡Pensé que estaba muriendo! Y me desesperé. Fue un impulso. Una mala idea. Un error tras otro. Y luego me miró con esa furia... y, sí, lo cacheteé.

Diego estalló en una carcajada, una risa genuina que llenó el habitáculo del coche. Se reía tan fuerte que Julia no pudo evitar sonreír un poco, a pesar de su vergüenza.

—¡Oh, Julia! ¡Eres increíble! —Diego se secó una lágrima del ojo—. Te prometo que nadie, nadie, se ha atrevido a cachetear a Alec Larsson. Ni siquiera yo. Y eso que lo conozco de toda la vida. Te has ganado un lugar en la leyenda corporativa antes siquiera de poner un pie en la oficina.

—¡No es gracioso, Diego! ¡Es la humillación más grande de mi vida! Y ahora tengo que trabajar para él. ¿Cómo voy a poder mirarlo a la cara?

—Exactamente. Ese es el truco —dijo Diego, su voz volviendo a un tono más serio, pero con un matiz divertido—. No tienes que mirarlo a la cara. Solo tienes que hacer tu trabajo. Él valora la eficiencia por encima de todo. Y aunque no lo creas, en el fondo, creo que tu... "intervención" le causó una impresión. Una muy inusual, pero una impresión al fin y al cabo. Es raro que algo lo saque de su compostura.

Julia suspiró, sintiéndose abrumada. —¿Y qué hago ahora? ¿Pretendo que no pasó?

—Por el momento, sí. Actúa con normalidad. Él ya ha decidido que no habrá cargos. Lo considera un asunto cerrado. No querrá que se pierda más tiempo en ello. Su agenda es sacrosanta. Pero no te engañes, Julia. Te recordará. Te recordará por mucho tiempo.

El coche se detuvo frente a un imponente edificio de cristal y acero que se alzaba majestuoso contra el cielo matutino. Larsson Enterprises. Julia había visto fotos, por supuesto, pero la realidad era mucho más abrumadora. Las letras de oro macizo sobre la entrada principal parecían brillar con una luz propia, casi amenazante. Empleados con trajes impecables entraban y salían con una eficiencia que la hacía sentir aún más desaliñada en su ropa arrugada de comisaría.



#6044 en Novela romántica
#2671 en Otros
#591 en Humor

En el texto hay: romance, lgbt, amor

Editado: 30.07.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.