Are You Sure It's "Us"?

CAPÍTULO 4: ROMEO Y SU CEBOLLETA

CAPÍTULO 4

17 AÑOS

El salón de actos era un completo alboroto. La gente de mi curso solía ser la más ruidosa. Siempre nos comíamos la frase “sois el peor curso que he tenido…” y ahora mirando para atrás, algo de razón tenían. No siempre te encontrabas a un amplio grupo de adolescentes hablando y riendo por encima de los decibelios recomendados.

—Piedra, papel… Tijera. ¡Mierda! —exclamé.

Tomás celebró el haber sacado tijera mientras yo procedía a comerme una de las chuches de la bolsa.

—¿Pica mucho? —preguntó Tom con la botellita de leche en mano.

—No puede picar tanto —añadió Eli.

—No pienso escuchar a alguien que toma Takis con salsa Chipotle —dije entre suspiros.

Llevábamos en el salón de actos veinte minutos. Todo el mundo hablaba y reía esperando a que alguien hiciera su aparición en el escenario para contarnos de una vez que sucedía.

—Me voy a morir —le arrebaté la leche de las manos a Tomás y empecé a beber como si la vida me fuera en ello.

Hacia un par de días, mis amigos y yo decidimos comprar una bolsa de chuches picantes y ese día las estábamos probando. El juego era simple: quién perdiera se tenía que comer una.

Por supuesto, yo iba perdiendo. Era muy reacia a tomar cosas picantes. Nunca me habían gustado.

—Oye, ¿habéis visto a Maine? —pregunté tras beber otro trago de leche. —No la he visto desde la segunda hora.

—Dijo que iba a hablar con Julia —dijo Eliana comiéndose una chuche. —Tenía algo que ver con esto. No sé exactamente el qué. Se puso modo misterioso.

—¿Creéis que anunciarán el sitio de la graduación? —sonrió Tomás, agarrándome del brazo con ilusión.

Quedaba poco menos de tres meses para que termináramos bachillerato y todo el mundo estaba ansioso por saber que era lo que se organizaría esta vez. Al parecer, la última vez, el instituto alquiló una discoteca para poder celebrar una fiesta light. Yo, lo único que podía pensar era en que no estábamos en Estados Unidos. Seguramente no sería la gran cosa.

—No creo que vaya.

—Sí vas a ir —dijeron Eli y Tomás al instante.

Me acomodé en la silla.

—A la graduación iré —aclaré. —A la fiesta de después, no creo… Aunque estáis invitados a mi casa si queréis pasaros más tarde.

—Hablaré con tu madre.

—No hablarás con mi madre —me reincorporé en la silla mirando a mi amiga mientras se comía otra chuche, asintiendo. Era muy capaz. —En serio, podemos ir a mi casa y pasarnos el resto del día viendo series.

Ambos resoplaron.

—Admito que Song Kang está buenísimo —dijo Tomás mientras se hundía en la silla. —Pero, no voy a poder marcarme otra maratón de 16 horas de My Demon.

—Tienes un problema con los k-dramas.

Reí un poco. No es que tuviera un problema con los doramas. Fue una tarde de lluvia en la que mi madre me introdujo a ellos y no pude parar.

Bueno, sí. A lo mejor tenía un problema. De todas formas, era mucho mejor eso que pasarme tres horas en una fiesta del montón que probablemente, cada uno seguiría a su manera en su propia casa.

—¿Y tu novia? —cambié de tema.

A lo mejor, así se olvidarían del tema por lo menos un rato.

—No hablamos desde hace dos días —comentó Tom mientras se rascaba la cabeza. —Me tiene confundido.

—¿Pero no sabes dónde está? —le insistí.

Hacía un par de días que él y su novia habían discutido. Ni Eliana ni yo podíamos decir si lo llevaba bien o no. Su actitud era la de siempre: perfeccionista, cariñoso y atento; sin embargo, cada vez que se mencionaba a Gabriela, se ponía serio.

Tom negó a mi pregunta.

—No. De todas formas, vamos a cortar. Estoy seguro.

—¿Vais a cortar? —preguntó Eli, comiéndose la penúltima chuche. Su aguante era increíble. —¿Otra vez?

—Sí —aseguró con determinación. —Dijo que era demasiado… —buscó las palabras.

—¿Obseso con la limpieza?

—¿Escrupuloso?

—¿Guapo?

—¿Pelirrojo?

Tomás levantó las cejas, dando una gran bocanada de aire antes de responder.

—Demasiado gay.

Esta vez, fuimos Eliana y yo quiénes levantamos las cejas.

—Corta con ella —dije de inmediato.

—Sí, no le des la satisfacción de dejarte —secundó Eli.

Nuestro amigo nos miró asintiendo poco a poco. Cómo si le hubiéramos dado el antídoto al cáncer que él había estado buscando desde hacía siglos. Chasqueó los dedos soltando un pequeño “ajá” antes de acomodarse en la silla de nuevo.

Me alegré internamente al pensar que le habíamos abierto los ojos. A ver, era verdad que Tomás había tenido parejas masculinas antes de estar con Gabriela, pero eso no significaba que ella le gustara menos. Era decir, sino no hubiera empezado una relación con ella.

Usar la excusa de que era “demasiado gay” era una absoluta tontería.

—La dejaré —dijo Tomás, convencido mientras se comía la última chuche de la bolsa. —Antes de que podáis decir Ru…

El sonido de risas procedentes de un par de filas detrás nos distrajo, como a todo el mundo. Nos dimos la vuelta para ver a — como me gustaba llamarles a mí — la Pandilla de Inútiles conformada por nada más y nada menos que James, Travis, Adrián y Daekho.

Los tres primeros se dedicaban a darle empujones juguetones al último quien estaba sentado en medio de todos junto a la típica chica rubia de ojos azules. T-N, más conocida como Gabriela.

—Hablando de la reina de Roma —el ceño de Eli se frunció cuando Gabriela miró a Daekho y sonrió como una completa enamorada.

Aunque sabía que a Eliana y a mí nos enfadaba, ya que supuestamente todas las acciones de T-N, quiero decir, Gabriela, afectaban emocionalmente a Tomás, este estaba impasible. Fue mirarla y volver su vista al escenario.

—Tomás…

—¿Entonces que pensáis que anunciarán? —volvió a sonreír emocionado mientras me daba mini empujones. —Todavía no hemos zanjado el tema de tú, nosotros y la graduación.



#3350 en Novela romántica
#1126 en Otros
#395 en Humor

En el texto hay: comedia, amistad, enemies to lovers

Editado: 22.08.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.