Toda la ceremonia terminó, estaba algo agotada, mañana empezarían mis clases y eso me alegraba ya que estaría con mi mejor amigo.
El prefecto nos guio hacia nuestra sala común y nos dio la palabra para que se pueda abrir la puerta de entrada. Subí a la habitación de chicas y vi que mi lechuza "Felicia" ya estaba en la habitación. Acomode mi ropa y mi cama, para ya dormir.
Mis compañeras se durmieron antes que yo, se escuchaba un silencio profundo el cual me daba bastante miedo. Creía que por un momento mi padre podría entrar por la ventana. Poco a poco sentí como mi pestañear pesaba y me quedé dormida.
A la mañana siguiente me desperté temprano, comencé a cambiarme y ponerme mi uniforme. Bajé a la sala y para mi mala fortuna Draco Malfoy estaba ahí.
- Miren quién es, Voldemort jr. - sus amigos comenzaron a reírse.
- Cierra la boca. - le dije algo molesta.
- ¿O que? ¿Llamaras a tu papito?
- Vaya que eres valiente, te atreves a nombrarlo, ya quiero ver tu cara cuando lo tengas enfrente. - alcé una ceja.
- No me digas que le tienes miedo a tu papá. Eso sí es una tontería. - él y sus amigos se rieron aún más fuerte.
- Llámalo como quieras, pero el día que lo vuelvas a ver solo te voy a pedir una cosa. - me acerque a él. - No vayas a salir llorando.
- ¿Draco nos vamos? - habló una voz femenina a lado de nosotros, era su novia.
- Si, vamos. Adiós Riddle. - la tomó de la cintura y caminaron hacia la salida.
Sus amigos se quedaron viéndome.
- ¿Se les perdió algo? - cruce los brazos.
Los dos no dijeron nada y se salieron. Camine hacia mi primer clase, era pociones y nos tocaba en el comedor principal. Al llegar vi que todos los alumnos estaban por todo el lugar, así que decidí buscar a Cedric. Cuando lo encontré estaba con dos chicos, al parecer eran gemelos. Me vio y me hizo una señal para que fuera con él.
- Hola. - lo saludé y me senté a su lado.
- Hola _______. - respondió animadamente.
Los chicos con los que estaba hablando se quedaron callados y me miraron. Esta vez decidí hablar yo y presentarme.
- Hola, me llamo _______. - los dos se sorprendieron.
- Hola... Yo soy George.
- Y yo Fred. Somos Weasley.
- ¿De verdad? Me han hablado mucho de su familia. - los dos se miraron asustados. - Oh vaya... me refiero a Cedric, me contó que ustedes fueron también al campeonato de quidditch.
- Si claro... - dijo George.
- Disculpa ________. - me habló una chica que en seguida reconocí, era la novia de Draco. - ¿Podemos hablar? ¿En privado? - miro a los tres chicos.
- No es necesario hablar en privado, lo que tengas que decirme lo pueden escuchar.
- Ya que no me dejas de otra. Te voy a pedir un favor, deja a Draco en paz.
- ¿Que yo lo deje en paz? Si el que me molesta es él.
- Pues solo vine a decirte que no te quiero ver cerca de él. No sabes de lo que soy capaz.
- Por mi, ¡quédate tú porquería, yo no tengo la necesidad de buscar basura! - los tres chicos se rieron. - Y si vienes otra vez a amenazarme, la que se va a enterar de lo que soy capaz vas a ser tu. ¡Adiós!
La chica me lanzó una mirada de enojo y después se fue.
- Lamento que hayan tenido que escuchar eso. - me dirigí a mis compañeros. - Solo que ya me tienen harta y más Malfoy.
- Bueno cambiando un poco de tema. - habló Cedric. - Ahora si, cuéntenos un poco más sobre las cosas que quieren vender.
- Ah si, mira, nuestro primer producto... - dijo Fred.
- Son las pastillas vomitivas. - continuo George.
- Básicamente puedes hacer bromas con eso, ponerlas en la comida de alguien o cuando quieras faltar a clase la puedes tomar tu. - explico Fred.
"¿Pastillas vomitivas?" Pensé y rápidamente vi a Draco.
- Oh no... Esa mirada es de que estás tramando algo. - exclamó Cedric.
- Si... ¿Ya probaron esas pastillas? ¿Funcionan? - me dirigí a los gemelos.
- Si, fueron las primeras en salir a la venta. - me respondió George.
- En la hora del receso los veo. Tengo un plan... - exclame emocionada y salí corriendo del comedor.
- Tengo un plan... Las tres palabras que el mundo más teme. - concluyó Cedric.
Mientras corría en busca de algo que pudiera servirme, no me fijé y choque con nada más y nada menos que Snape... Alce la mirada lentamente hasta topar con su rostro. Un semblante serio que daba bastante miedo.
- ¿Que hace señorita? Su clase es conmigo. ¿A dónde se dirigía?
- Eeemmm yo.... Me- me dirigía al baño, si al baño. - hablé con nerviosismo.
- Tenga mucho cuidado señorita Riddle, solo recuerde que su reputación no es muy buena en esta escuela. Todos podrían pensar que anda en muy malos pasos. - habló con seriedad.
- Pero profesor Snape, usted más que nadie sabe que yo no soy como él.
- No estoy totalmente seguro, su padre es muy bueno para engañar a la gente y no me sorprendería saber que usted también lo está haciendo. Ahora a clase.
Bajé la mirada y caminé detrás de él. Realmente me ponía mal el escuchar de la gente que por ser hija del señor tenebroso yo también podría ser como él. Entramos al comedor y aún cabizbaja me senté a lado de mi mejor amigo.
- ¿Que pasó? - susurró.
- Creí que el sabía que yo no soy como él. - señalé con la cabeza a Snape. - Me dijo que probablemente yo engañaba a las personas haciéndoles creer que no era mala.
- Mira... ya hay una persona que sabe que eso no es así. - habló con ternura. Mis ojos comenzaron a derramar lágrimas. - No me gusta que te aflijas por algo así, tan solo ignoralos y la próxima vez que te lo vuelvan a recordar, tan solo piensa que están equivocados. - secó mis lágrimas.
- Gracias Cedric. - lo abracé fuertemente. Los gemelos al parecer escuchaban atentamente. - Bueno ya, chicos, ¿creen que puedan venderme unas pastillas vomitivas?
- ¿Se puede saber en qué las usarás? - me preguntó Cedric intrigado.