La noche llegó por fin, tomé mi bolsa y baje al comedor, primero sería la entrega de regalo, estaba eufórica y emocionada por ver la cara de todos. Sé que a lo mejor no son detalles muy extravagantes o caros, pero si llenos de cariño.
Me senté a lado de Hermione y frente a mi estaban sentados los gemelos.
- Bien, yo empiezo con la entrega de regalos.- anunció Molly teniendo ya a la mano todos los obsequios. - ¿Para quien podra ser este? - los entregó a los gemelos, haciendo cambios con sus manos de un lado a otro.
- Solo dáselos. - le dijo Arthur.
- Ay está bien, tengan chicos. - ambos recibieron su regalo gustos.
La siguiente en recibir fue Ginny, seguida por Ron, para despues entregarlos a Hermione, Harry y Sirius.
- Y bueno, uno más para nuestra nueva amiga. - me miró. Me emocioné al instante. - Ten... - lo recibí gustosa.
- Muchas gracias. - respondí con una gran sonrisa.
Al abrirlo percibí un vestido tejido de color rosa, me levanté y me lo probé por encima, me quedaba perfecto.
- Muchas gracias señora Molly. - hablé con emoción. - Esta precioso. - los demás tambien agradecieron.
- Me da gusto que les haya gustado chicos, tengo que presumir que todo es hecho con mis propias manos. - cuando dijo esto me sentí muy feliz, se había tomado el tiempo de tejerme un vestido. - Bueno a cenar. - se levantó de su asiento.
- Espere. - dije yo. - Yo también tengo un regalo para todos ustedes. - me levanté y enseñé mi bolsa. Saqué el primer obsequio y era el de Harry Potter. - Este es de Harry. - le entregué la caja. - Tengo que aclarar que todo lo que reciban cambia de color al que ustedes quieran y cuantas veces quieran. - Este es de Hermione. - la nombrada sonrió.
- Está muy linda. - mencionó Harry con gusto.
- Muchas gracias. - me dijo Hermione.
- No de nada. - respondí y saqué otro regalo. - Este es de Sirius. - lo recibió gustoso dándome las gracias. - Ginny.- la nombré después de sacar su caja de regalo.
- Muchas gracias.
- De nada. - le sonreí.
- Este es de... Ron. - se lo di y lo recibió sorprendido. - Señora Molly y Señor Arthur .- les entregué los regalos.
- Muchas gracias, - me dijeron ambos.
- Creo que ya son todos ¿verdad?. - bromeé y pude ver la cara de desanimo en los gemelos. - ¡Oh no! me faltan dos regalos más. - ambo me miraron.- ¿Creyeron que me iba a olvidar de ustedes? - me coloqué en mi lugar de la mesa quedando frente a ellos de nuevo. - Primero, tengo que darles las gracias a ustedes dos, porque desde que me conocieron han hecho muchas cosas lindas por mi. Este regalo chicos, quiero que lo acepten como lo que es, un regalo lleno de mucho cariño. - saqué dos costales pequeños con el dinero dentro. - Tengan. - tomaron cada uno una bolsa. - Oficialmente la tienda de sacrilegios Weasley puede ser inaugurada. - los gemelos se quedaron sin palabras y los demás aplaudieron.
- No podemos aceptar esto, es demasiado. - dijo Fred.
- Creanme que lo que han hecho ustedes por mi y más tu Fred es mucho más de lo que yo les estoy dando. - mis ojos comenzaron a llenarse de lagrimas. - Ustedes lograron que en este día pueda sentirme en el calor de una familia y bueno a todos los que están aquí, quiero darles las gracias por permitirme cenar en su mesa, tan bonito regalo. - miré a la señora Molly. Volví a mirar a los gemelos. - Y sobretodo dejarme demostrarles que mi apellido no me define como una persona mala. - mis lagrimas salieron. - Ay lo siento, es que estoy muy emocionada, después de lo que pasó con Cedric, yo creí que no volvería a sentirme tan feliz como lo estoy ahorita. - Fred se levantó y se acercó a mi para abrazarme.
- De verdad muchas gracias por darnos este obsequio. - habló George con la voz cortada, al parecer quería llorar.
- Oh George. - me separe del abrazo de Fred y abrace a su gemelo.
- Es el sueño de mi hermano y mío, gracias por dejarnos cumplirlo. - me dijo Fred.
- Con mucho cariño chicos se lo merecen. - Fred me abrazó también.
Se separaron del abrazo y gritaron.
- ¡Lo logramos hermano! - se abrazaron.
Todos al parecer también estaban felices y emocionados. Nos sentamos para después hacer un pequeño brindis, más que nada por Harry, que fue quien salvó la vida del señor Weasley.
La cena estuvo genial, el postre, todo fue majestuoso. Cuando acabamos de cenar seguimos celebrando. Tuve que subir un momento a la habitación a cambiarme mis zapatos, porque los que traía eran muy incómodos.
*Narra Fred*
La estábamos pasando muy bien. Llegó un momento en el que vi a _______ subir a la habitación y la seguí con la mirada.
- Ve. - me susurró Ginny dándome un empujón. - Es un buen momento para que hables con ella.
- Tienes razón.
- Corre. - susurró de nuevo.
Subi las escaleras sin llamar tanto la atención y cuando llegue a la habitación vi a _______ sentada acomodándose sus zapatos.
- Fue un muy buen regalo Delphini. - hablé estando en el marco de la puerta.
- Me asustaste. - me miró y soltó una risita.
- Se me ha vuelto costumbre hacerlo. - me burle.
- El día que me dé un infarto, vas a estar tranquilo. - respondió sarcástica. Me senté a lado de ella.
- Le caíste bien a mi familia. - la miré fijamente.
- Tu familia es demasiado linda. - me sonrió. Me quedé como bobo mirando aquella sonrisa tan perfecta. Admire cada centímetro de su rostro, era perfecta, aquellos ojos, su nariz y sus labios.
- ¿Donde está el muérdago cuando lo necesitó? - susurre acercándome a sus labios.
- No es necesario ningun muérdago. - ella también se acercaba.
Podía sentir la sangre en mis mejillas y el tener su respiración chocando con la mía hizo que me volviera loco. Tomé su mentón y la acerqué más a mi. Al parecer a ella no le molestaba, a si que sin pensarlo decidí besarla. La rapidez con la que ella me correspondía fue tan exquisita que si pudiera no me separaría de ella.