(Sábado en la noche)
Daba vueltas desesperada en mi cuarto, caminaba de un lado a otro, los mortifagos se habían ido, Fred, George, Hermione, Ron, Harry, todos... Todos estaban en peligro y yo en un cuarto donde el aire apenas se sentía. Estaba preocupada, necesitaba saber de ellos cuanto antes.
¿Por qué está pasando esto? Me senté en la orilla de mi cama, tomado mi cabello con frustración y tratando de controlar mi respiración.
- No puedo traicionar los... - me dije a mi misma cuando la imagen de mis amigos y los señores Weasley, aparecía en mi mente. - Pero tampoco puedo traicionar lo a él... - pensé en mi padre. - Pero... si lo traiciono a él, yo soy la que va a sufrir. No ellos... Piensa _______. - me puse de pie nuevamente y caminé por toda mi habitación.
"Solo que ahora... No hay ni un rastro de amor en él..." recordé las palabras de mi mamá. Los peores pensamientos se apoderaron de mi cabeza, si lo traiciono me matará, de eso no hay duda.
- ¿Que más da si lo hace? - me recoste en la cama viendo al techo. - Al menos moriré con el título de estuvo en contra de su padre. La idea parece atractiva... ¿Que diablos estoy diciendo? - en ese momento se escuchó que alguien llamaba a la puerta. - Está abierto. - respondi sin moverme de donde estaba.
- ¿Tiempo de frustración darling? - me levanté un poco recargando mis codos en la cama.
- Algo así. ¿No fuiste con los mortifagos?
- No, mi padre logró convencer al tuyo de no involucrarme en esto. Debes tener un acompañante el día de la boda.
- Ni me lo recuerdes... - rode los ojos y nuevamente me recoste. - Tal vez sólo debería desaparecer y dejar que todo esto pase.
- También lo he considerado, escapar con la futura señora Malfoy y perdernos en alguna isla, sobreviviendo con comer cocos. - habló con cierto tono sarcástico, lo miré seria.
- ¿El chiste me llega en lechuza? - soltó un bufido. - Tengo que idear un plan para ese día y más sabiendo que probablemente pierda la amistad de ellos.
- Como tu me dijiste... No tienes que hacerlo tú.
- Te responderé lo mismo que tu me hiciste... es la tarea que me asignaron.
(Algunos días después)
Mi corazón palpitaba con fuerza y rapidez, hoy era el día...
Deseaba con todas mis fuerzas que algo me pasara y así no ir a aquella fiesta. Pero tal parecía que era mi obligación hacerlo y tenía que cumplir mi palabra.
Me puse un vestido de noche de color verde aqua, unas zapatillas de piso, me alise un poco el cabello y me maquille. Draco se había puesto un traje negro y unos zapatos. Esperamos la hora acordada para irnos y viajamos por traslador.
El sol comenzaba a meterse y dar sus últimos rayos. Estábamos frente a la madriguera y justo a un lado de ella había una carpa donde salía el ruido de la música y las voces de muchas personas. Caminamos hacia el lugar, entrelacé mi brazo con el de Draco y llegamos a la entrada.
- Draco espera... - le susurre y sentí como en mi estómago se formaba un nudo. - No podré hacerlo. - mis ojos se llenaron de lágrimas. - Vamonos por favor. - me dio un beso en mi frente y tomó mis mejillas.
- Ya estamos aquí.
- Pero... Nadie nos ha visto, vámonos... - jale su brazo.
- ¡_______! - reconocí la voz de Tracey gritando a mis espaldas. Me alcanzó y se puso frente a mi. - ¿A dónde crees que ibas? Hola Draco.
- Hola. - respondió.
- Vengan. - tomó mi mano y tiró de ella. - Llegan justo a tiempo para cenar. - sonrei con miedo y miré a Draco.
- Tranquila... - me susurró y besó mi mejilla.
Nos sentamos junto en una mesa con Tracey y sentía como mi cuerpo empezaba a entrar en trance otra vez. Ver a todos los de la fiesta tan felices y después pensar que por mi culpa esa felicidad se esfumaría, me hizo sentir una gran opresión en el pecho.
- Necesito aire fresco. - me levanté de golpe de mi silla y me dirigí a la salida más cercana. - Por favor déjame sola. - vi a Draco tras de mi.
Una vez afuera de la fiesta, empecé a controlar mi respiración, no podía hacerlo, no podía dejar que lastimaran a las personas que están aquí. Miré las estrellas y esto me hizo calmarme. Cuantas veces no me ha atrapado la belleza de la noche, sumergiéndome en los pensamientos más dulces y encantadores. Pero este día era la excepción, las estrellas no brillaban como siempre y no hacían sentir segura.
- ¿Admirando la vista Riddle? - mis pensamientos fueron interrumpidos por Fred quien se acercaba con una sonrisa radiante.
- Hola Fred. - respondi intentando sonreír igual que él.
- Por un segundo creí que no vendrías. - me atrapó en un abrazo cálido que rodeaba mi cintura. Me hizo sentir protegida, como las tantas veces que me abrazaba. Me recordaba la misma sensación que sentía al tener entre mis brazos a Cedric. - Me da gusto verte.
- También me da gusto verte. - escondí mi rostro en su cuello.
- Te siento triste, ¿Que pasa? - se separó del abrazo y me miró a los ojos.
- Digamos que... ser hija del que no debe ser nombrado, tiene sus grandes desventajas. - respondi mientras acomodaba el cuello de su camisa que se había doblado un poco con el abrazo.
- Entonces cambiate el apellido a Weasley. - me guiñó el ojo.
- Ya quisiera, pero eso no quitaría el hecho de que tal vez me busque y les haga daño a los Weasley. No quiero eso en mi conciencia. - bromee.
*Narra Draco*
El tiempo pasaba y _______ no regresaba. Me estaba poniendo nervioso de que haya escapado o algo así. Me levanté de la mesa y salí a buscarla.
Entendía lo que estaba sintiendo en este momento, miedo de traicionar a los que no lo merecían.
La encontré acomodando el cuello de Fred y bastante cerca del pelirrojo. Mi sangre empezó a hervir de un momento a otro al ver las manos de Weasley en la cintura de ella y ambos sonriendo. Mis puños se apretaron al igual que mi mandíbula. Ella lo abrazó y pude ver el rostro de Weasley ocultarse en el cuello de ella.