Ariantes: El Hijo del Dragón

SOREN EST BRUM’A

Soren admiraba el paisaje que lo rodeaba mientras realizaba su viaje por la montaña. Siempre las había visto desde lejos, pero nunca había tenido la oportunidad de estar entre ellas. Los Ar-Gun amaban la naturaleza entera, pero practicaban un amor casi en exclusividad hacia los bosques. Aquellas mega-estructuras naturales de piedra le parecían majestuosidades que rivalizaban con las creaciones de los dioses del bosque. Las cimas nevadas de las montañas parecían pertenecer a un paisaje de cuento, era una fantasía hecha realidad.

Alani cabalgaba a su lado, callada y hermosa como siempre. Soren disfrutaba de su compañía, y parecía que ella también de la suya. Hacía cuatro días que habían partido en compañía del enano Thoriq Helmsdeep y su grupo. A medida que compartían más tiempo, Soren también había comenzado a disfrutar de la compañía de aquel grupo, éstos siempre se habían comportado de manera cordial con ambos. Habían comido y bebido en grupo y las formalidades de la reunión habían dejado lugar a divertidas charlas repletas de camaradería. Alani era la única mujer del grupo y a pesar de su belleza, siempre se habían comportado como caballeros con ella.

“En el fondo, no son tan diferentes a nosotros” comenzó a pensar Soren mientras bajaban de los caballos y se prestaban a preparar el campamento. Erigieron las carpas en una zona con suelo blando, eran cinco tiendas en forma semicircular, donde las entradas confluían equidistantemente en un fogón ubicado al centro. Uno de los enanos se encargó de prender el fuego, mientras los otros terminaban de armar el campamento. Al cabo de dos horas ya se encontraban cenando. Eran las siete de la tarde y todavía se veía el sol ocultándose en el horizonte.

¿Por qué hemos acampado tan temprano, mi señor? – preguntó Alani mientras daba un mordisco a una pata de conejo.

Mi señora – respondió Thoriq con una sonrisa amable y transparente – Mañana por la mañana debemos partir muy temprano, unas dos horas antes del alba. Así que debo de pedirles disculpas por adelantado, porque tal vez sea mi horrible cara la primera que vean por la madrugada cuando los despierte.

En todo caso seré yo la que deba pedirle disculpas a usted – respondió con una dulce sonrisa.

¿Por qué razón debemos partir tan temprano? – intervino Soren.

A partir de aquí, el camino lo debemos hacer a pie. Si no hay ningún problema, serán tres jornadas completas. Lo que pasa es que el camino se vuelve peligroso a partir del comienzo del cordón montañoso de Krieg Dak Guldur, al que solemos llamar muro exterior, aunque nosotros no lo construimos, sino los dioses de la tierra, siempre ha servido para evitar que los ejércitos enemigos llegaran a nuestras ciudades.

¿Qué tipo de peligros nos aguardan, Thoriq? – preguntó Soren.

Puede que a ninguno, mi señor elfo. La mayor parte de las veces, las criaturas que habitan en estas montañas no se dejan ver a las demás especies. El ocasional viajero que se pierde puede encontrarse con ellos, pero no es lo común, pero aun así intentaremos evitarlos. El lugar más apto para acampar está a dos horas de aquí, pero si hubiéramos decidido pasar la noche allí nos encontraríamos demasiado cerca de sus hogares. Estos son tiempos extraños y oscuros, las criaturas se han vuelto más osadas, por lo que es mejor no tentar ni al destino ni a los dioses – concluyó Thoriq.

Tal vez tengas razón, Thoriq Helmsdeep – intervino nuevamente Alani – Pero sería poco honesto de mí no decir que me gustaría saber de qué criaturas estás hablando.

Oh, todo tipo de criaturas y animales salvajes. Los osos blancos de la cima de las montañas son de los animales más feroces que existen, mi señora. Sus pieles son duras como una armadura, y tienen la fuerza de un orco, pueden desollar a un hombre, un elfo o un enano en unos segundos, si es que llegan a eso. Por lo general los matan antes con un zarpazo de sus afiladas garras.

Y no nos olvidemos de los Troles y los Trasgos – dijo uno de los soldados.

Si, como olvidarlos – respondió Thoriq dispuesto a seguir hablando – Los Troles viven en las grandes cuevas que los años han ido formando en las montañas, cuando más frío el clima, más fácil encontrarlos. Dicen que también los puedes encontrar en el extremo sur del continente, en las heladas montañas que dividen a los orcos del reino de Yielandia. Sí… allí también los ven seguido. Son bastante pacíficos y no suelen atacar a menos que te acerques demasiado a sus dominios.

¿Y cómo son? – preguntó Soren.

Miden alrededor de dos metros y medio o hasta veces tres metros, caminan erguidos como nosotros, pero sus brazos son más largos. Tienen un pelaje blanco pajoso que les cubre todo el cuerpo, excepto el rostro. Y por los dioses que son feos. Unas caras negras de algún tipo de piel curtida por el frío, afilados colmillos., y ojos negros como el vacío. Si te encuentras solo con uno de ellos, lo mejor es que corras. Y más te vale ser rápido.



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En el texto hay: elfos, enanos, guerra

Editado: 13.06.2019

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