Ariantes: El Hijo del Dragón

KIRTAN MEDRES

Kirtan despertó en una de las celdas de la mazmorra del fuerte Hröngar. Su cabeza latía con una fuerza atroz que le impedía concentrarse. Intentó centrarse en su entorno, pero no podía enfocar ninguno de los objetos que estaban allí. Solo veía bultos, claros y oscuros. Cuando intentó incorporarse, una mano fuerte le tomó del brazo y le ayudó a sentarse.

Tranquilo – dijo la figura en un susurro – Tómatelo con calma.

¿Carión? – preguntó con una voz débil - ¿Eres tú?

Sí – respondió – Mantén baja tu voz, no queremos que sepan que ya despertaste.

¿Dónde estamos?

En la celda inferior de la mazmorra. Llevamos aquí tres días – dijo mientras le examinaba una herida en la cabeza – Te dieron un buen golpe, pero parece que los informes tenían razón. Eres un humano cabeza dura.

Cuando encuentre a quién haya escrito ese informe le daré una paliza – dijo Kirtan intentando esbozar una sonrisa.

Kirtan se tomó unos instantes para intentar recapitular lo que había sucedido. Recordaba que habían encendido el arma de asedio orca en el paso, pero que luego fueron sorprendidos por tropas orcas en su retaguardia, habían ingresado al fuerte por el este o el norte, y habían masacrado a unos soldados que no estaban preparados para aquella demostración brutal de poder sobrehumano. Luego Carión le había ordenado que no intervinieran en la batalla, y se lanzó al ataque de las fuerzas orcas, intentando derrotar a Ulog en combate singular. El semi-orco hacía honor a su fama de gran guerrero, fuerte y ágil. Sus ataques se daban a gran velocidad y los orcos no podían detenerlos. Hirió a varios para llamar la atención del tal Ulog, y con eso se ganó la oportunidad de llegar a un combate frente a frente. De todos modos, tanto Carión como Kirtan se habían dado cuenta de que los orcos no estaban todavía acostumbrados a utilizar las armaduras y las armas, por lo que eran más lentos de lo normal.

La batalla parecía haber sido reñida, Carión tiraba estocadas y cortes rápidos, que el orco desviaba no sin dificultad. A su vez, Ulog devolvía los golpes con su Kopesh, un arma no común para un orco, y menos con la gracia que aquél la utilizaba, que Carión esquivaba, sin atreverse a interponer su arma ante la ferocidad de esos golpes. Sin darse cuenta, los golpes del orco no estaban destinados a herir a Carión, sino a hacerlo girar, hasta ponerlo en una situación desfavorable. De hecho, logró ponerlo de espaldas a una de las torres de la muralla y luego comenzó a atacarlo con más fuerza. Obligándolo a retroceder. Carión no había tenido oportunidad de zafarse de esos golpes, el seguía esquivando la avasallante arremetida de Ulog.  Pero el orco era listo, el final del combate no había sido esperado, Carión esperaba matar o haber muerto. En cambio, mientras esperaba y esquivaba constantemente el golpe de la espada, el orco le propició un fuerte puñetazo en el rostro que le hundió el casco, el segundo lo hizo tambalearse y el tercero lo dejó fuera de combate.

Los soldados humanos de Rhondia dejaron las armas, pidiendo clemencia, pero los orcos no tuvieron piedad y los masacraron. El resto de “las bestias” lucharon hasta que uno a uno fueron cayendo, no sin llevarse algunos orcos con ellos. Kirtan seguía dando órdenes a sus hombres para que no dejaran de luchar, que murieran con dignidad, pero la mayoría estaba demasiado aterrorizada. Él continuó luchando con el resto de los semi-orcos, dispuesto a no regalar su vida. La ligereza de su armadura le había permitido esquivar algunos golpes, aunque cada vez le pasaban más cerca. Lo último que recordaba era el pomo de una espada.

Somos los únicos que quedamos con vida – comentó Carión cuando notó que Kirtan había vuelto al presente.

¿Los únicos?

Sí – contestó – hace tres días que intenta sacarme información sobre las defensas de las distintas fortificaciones.

¿Sacarte información? ¿Cómo? – Kirtan enfocó su vista en Carión y de a poco fue descubriendo las magulladuras y los cortes en su rostro y su cuerpo – Oh… ya veo.

He soportado peores golpizas en mis primeros entrenamientos – dijo con una sonrisa – Aunque debo concederle a ese Ulog que tiene un brazo muy poderoso.

¿Hay alguna forma de salir de aquí?

No sin luchar, y puedo apostarte que nos harían trizas, aunque tal vez… – hizo una pausa – Hay unas viejas historias acerca de unos túneles. En todas las prisiones había, según cuentan las historias, túneles secretos preparados por las dudas de que el rey se encontrara bajo asedio.

Si fuera cierto, tendríamos que tener la suerte de estar en la única celda de todo el fuerte que la tenga.

No perderemos nada con buscar.

Kirtan y Carión revisaron piedra por piedra cada muro de la celda. Buscaron por cualquier tipo de señal que les diera una pista de donde cual sería la puerta del pasadizo. Cuando los guardias vinieron, Kirtan siguió haciéndose pasar por inconsciente, por lo que se llevaron a Carión nuevamente. Fueron alrededor de dos horas, y cuando volvió, las lastimaduras eran bastante malas. Kirtan dejó al comandante descansar para reponerse de sus heridas, mientras él seguía buscando la salida.



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En el texto hay: elfos, enanos, guerra

Editado: 13.06.2019

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